Laztana Laztana: «El nivel musical que hay en Euskadi es muy alto»
Laztana Laztana, nombre artístico de Sandra Vargas, ofrecerá el martes en el Jardín de Falerina su fusión de euskera, femenismo y electrónica
Jon Casanova
Sábado, 2 de agosto 2025, 00:29
Euskera y feminismo por bandera. Sandra Vargas (Barakaldo), conocida artísticamente como Laztana Laztana, es una artista vizcaína que mediante una combinación de sonido urbano, pop ... y folk -principalmente en euskera- ganó el concurso de canciones feministas de Durango. El martes día grande de las fiestas de La Blanca se subirá al escenario del Jardín de Falerina (20.30) junto a Karla Velarde, violín, y Jorge Larrakoetxea a la guitarra. Repite así por segundo año consecutivo en unas fiestas que fueron «una oportunidad increíble».
Esta joven artista no esconde su ilusión por volver a una festividad donde -junto a su grupo- lo pasó «súper bien» hace un año. Añade también que Jorge Larrakoetxea es vitoriano lo que hace de esta cita un concierto especial además de las amistades que tiene ella misma por la zona y que no se perderán su interpretación. En el escenario pretende transmitir emociones, «preferiblemente buenas» -bromea- y ofrecer una «buena 'vibra'» interactuando con los espectadores. Un público al que espera que se pueda sentir identificado con sus canciones. «Lo que más me gustaría es que el arte se transmita a partir de la emoción. Que la gente se pueda sentir identificada y puedan encontrar un refugio en mi música tanto para lo bueno como igual para lo que es un poco peor», reconoce.
Su inspiración proviene -como ella misma dice- de «fluir». Sin estrategias, esquemas ni rompecabezas. No busca deliberadamente que una canción esté en una tonalidad u otra. Es cuestión «de ir fluyendo». Cuando se le enciende la bombilla apunta una frase en el móvil o incluso se graba tarareando alguna melodía que le pasa por la cabeza. Mediante esos pequeños destellos, construye y da forma a sus canciones. «Voy sacando un poco más y otro poco más y acaban saliendo las maquetas. Luego en el estudio se pule todo». Aunque no todo llega solo, admite que «dentro de ese fluir» es importante la predisposición de ponerse a componer. «Dentro de las 5.000 ideas malas que te van a salir, un par serán buenas», explica. Valora el esfuerzo y trabajo de ponerse día a día a tratar de tocar, «aunque sea un poco» y comprende que esa disciplina «enriquece a los músicos».
Recuerda con alegría el premio de canciones feministas de Durango y lo considera «un paso muy bonito». Igualmente, cree que las mujeres son cada vez más escuchadas en la industria, aunque «aún queda mucho por recorrer, no sólo delante de las cámaras, también en lo que no se ve, las conversaciones que no se enseñan. En eso podemos seguir y, gota a gota, va sumando». De la misma manera, agradece que cada vez haya más música en euskera con diferentes voces y propuestas. «Yo siempre he consumido música en euskera y hace unos años la oferta era más cerrada o a estilos o a personajes. Pero ahora creo que está muy bien y que deberíamos aprovechar e impulsar todo este 'boom'». Y sentencia que «el nivel que hay actualmente en Euskadi es bastante alto».
Afinidad dentro y fuera
Para Vargas, Larrakoetxea y Velarde más que unos músicos con los que comparte escenario son dos amigos, lo que hace la experiencia más cómoda por la facilidad que tiene para hablar con ellos y la afinidad que hay tanto tanto dentro como detrás del escenario. A pesar de llevar ella «la voz cantante» -confiesa entre risas- cualquier arreglo y sugerencia es bienvenido ya que «cuantas más cabezas pensantes haya más rico es el proyecto».
Dice haber alcanzado un estado de madurez musical, comparado a sus inicios. Y esto lo ha notado especialmente en su segundo proyecto el cual enfrentó con las ideas mucho más claras. Prevé que aún les queda mucho camino por recorrer ya que apenas «estamos casi saliendo del huevo todavía. Nos queda mucho por ofrecer».
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