Kepa Menéndez, autor de 'Un nazi en Sobrón'
«La estancia de nazis en un balneario de Sobrón abre muchos interrogantes»Ambienta su novela en el desaparecido balneario del concejo alavés, donde el régimen franquista protegió a funcionarios de aduanas alemanes
En los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial, miles de soldados nazis huyeron de Alemania en busca de protección. El régimen de Franco fue ... un destino predilecto por su afinidad al totalitarismo de Hitler. Según algunos historiadores, hasta 20.000 alemanes residían en 1945 en España. Entre esos destinos en los que la dictadura les dio cobertura se encontraba el antiguo balneario alavés de Sobrón.
Este escenario y esas coordenadas temporales ocupan buena parte de la novela 'Un nazi en Sobrón', de Kepa Menéndez (Bilbao, 1961), un autor «fanático de la Segunda Guerra» que reside en Vitoria desde los dos años. Publicado con la editorial Uzanza, esta ficción cuenta con una fuerte carga documental y nos sumerge en la vida de un alto mando al servicio del Reich mientras espías de agencias secretas de otros países le intentan dar caza. Presenta hoy mismo el libro en el Museo del Agua de Sobrón (18.00 horas) antes de comenzar una pequeña gira con firmas en librerías como Zuloa o Caso 45.
- En el balneario de Sobrón, el régimen franquista alojó a una serie de aduaneros de Hitler que salieron de Alemania buscando refugio.
- Más que nada eran funcionarios de aduanas y oficinistas mayores de 40 años.
- ¿Durante cuánto tiempo permanecieron allí?
- Huyeron de Pirineos en el verano de 1944 y fueron repatriados en febrero de 1946. Al menos los de Sobrón, porque había otros centros en España en los que se les internó.
- Para documentar esa base real de la novela habló con los vecinos del pueblo más mayores. ¿Recuerdan ver a esos nazis por la localidad?
- Sí, la gente más mayor me aportó testimonios. Por ejemplo, un vecino, Jesús Martínez -que lamentablemente falleció durante la edición de la novela-, me describió la distribución del balneario y me contó que bebían mucha cerveza y comían muchísimos cacahuetes en el bar Abelino, que hoy es el hotel-restaurante Durtzi. También me sorprendió que todos decían que eran muy educados.
- En la propia portada del libro aparece una lápida real de un sargento primero que falleció en el propio balneario.
- La descubrí a raíz de un artículo de prensa escrito por Julio Corral que se titualaba también 'Un nazi en Sobrón'. Me llamó mucho la atención porque dejaba abiertos muchos interrogantes acerca de la identidad de un soldado enterrado en Sobrón. Me acuerdo que cuando vi la lápida y esas letras góticas, me quedé en shock y quise investigar más como fanático de la Segunda Guerra Mundial.
- ¿Qué papel jugó la dictadura franquista como guarida de nazis?
- Hay que recalcar que Franco no estaba muy cómodo con estos aduaneros. Es más, estas personas estaban reclamadas por los americanos y por los británicos. Querían que los repatriaran porque sospechaban que podía haber responsables nazis. Franco los mantuvo ocultos, en sitios alejados de la grandes ciudades como Sobrón, Molinar de Carranza, Urberuaga de Ubilla... Eran pueblos apartados de las grandes ciudades. Estaban ahí en el régimen de semilibertad. Se podían mover por el pueblo, podían ir a los comercios, a las cantinas, pero no podían salir de ahí.
Caza de jerarcas
- La novela recoge cómo los servicios secretos británicos y americanos tenían en el punto de mira a la España franquista.
- En cuanto se dio el pistoletazo de salida al éxodo de estos soldados, cuando ya el imperio llamado a reinar mil años se tambaleaba, hubo muchísimos jerarcas nazis que cruzaron la frontera. Entonces, aquello era un caladero de pesca para los servicios de todo tipo, sea británicos, canadienses, americanos, franceses...
- Esta imagen de alguien que se desprende para siempre de su pasaporte se repetiría...
- Sí, incluso había quien llegaba a matar a sus propios compatriotas para hacerse con la cédula de identidad. Los jerarcas tenían más fácil conseguir papeles para cruzar.
- En este sentido recurre también a personajes reales como Clara Stauffer.
- Es un personaje que siempre me ha llamado muchísimo la atención y que quería incluir en una novela. Alojó a muchísimos jerarcas nazis en su mansión de Madrid. Ahí les proveía de material, de ropa nueva para que pasaran desapercibidos, les conseguía identidad nuevas, e incluso hasta empleos, sobre todo en empresas relacionadas con la Falange.
- Los escenarios alaveses se repiten en sus novelas. ¿Tiene interés por dar a conocer historias del territorio, aunque sean a partir de la ficción?
- Sí, porque son historias que yo mismo he descubierto y me han llamado la atención. Sabía de la presencia de nazis de la Legión Cóndor que estuvieron alojados en Vitoria. Pero desconocía completamente que durante la Segunda Guerra Mundial hubiera nazis en otras zonas de Álava como Sobrón.
- En los últimos años, la novela negra y Vitoria son aliados habituales.
- Creo que la ciudad también agradece que se vea reflejada así en novelas. En mi caso, no me centro tanto en Vitoria, sino más en núcleos pequeños y pueblos como puede ser Sobrón, Bergüenda o Estella. A los vecinos de estos pueblos les resulta atractivo que haya quien rescate sus historias.
- ¿Nota ese interés?
- Mucha gente me está diciendo que tiene que ir a Sobrón a ver la tumba de la portada. Me produce mucha satisfacción.
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