Manel Fortià, contrabajista en Libérica
«El jazz sirve para entenderte con alguien que tiene un lenguaje muy diferente»Festival de Jazz de Vitoria ·
Es uno de los bajitas más destacados del momento. Actúa en el Principal, mañana con Adrián Royo y el viernes con LibéricaA pesar de que el mercurio alcanzó los 40 grados, el año pasado Manel Fortià y Magalí Sare firmaron una de las mejores actuaciones del ... programa paralelo del Festival de Jazz de Vitoria. Fue en un concierto refrescante, en el sentido de que era algo pocas veces visto antes, un dúo de contrabajo y voz, que llevaron a los testigos que había en el parque del Prado a buscar la sombra de los castaños y olmos.
«El público aguantó, disfrutó y lo gozamos mucho», recuerda Fortià, que regresa a la capital alavesa con una doble actuación dentro del programa del Teatro Principal. Mañana como parte del trío capitaneado por el pianista Adrián Royo y junto al batería Gonzalo del Val. Y el viernes 7, de nuevo, en las tablas de la calle San Prudencio con Libérica, un proyecto que encabeza y en el que conecta la canción catalana y el flamenco.
– Mañana lunes se da el pistoletazo de salida al Festival de Jazz en el Principal con el trío de Adrián Royo.
– Es un trío nuevo con el que grabamos el disco hace menos de un año. Me acuerdo que lo grabamos cerca de mi tierra, de Girona, en un estudio que está muy bien, se llama El Local. Estos últimos meses hemos podido rodar con las canciones y a Vitoria llegaremos ya con el material bien asimilado. De las últimas veces que tocamos juntos ya se nota mucha compenetración y creo que será una gran noche. Además, es una alegría que Adrián siendo tan joven pueda presentar este proyecto en un festival tan importante.
– El proyecto 'Libérica', con una impronta suya, se verá el viernes también en el Principal. Flamenco y música catalana con el nexo del jazz. ¿Qué lugar ocupa este proyecto para ti?
– Libérica es un proyecto que tenía en la cabeza desde hace tiempo y cuando pasé una temporada viviendo en Nueva York me reafirmó que tendría que salir. Cuando fui allí y empecé a tocar con Chano Domínguez y Antonio Lizana me adentré más en ese mundo del flamenco y me fascinó sobre todo la libertad que tiene. Entonces tuve como un deseo de juntar la libertad que tiene el jazz con la del flamenco y crear algo que se retroalimentara.
– La estancia en Nueva York le marcó.
– Es una ciudad a la que mucha gente va de todos lados del mundo por la música y con parte de su folclore dentro, que se mezclen y surjan estilos surge de forma natural. Como tenía un poquito de nostalgia de estar fuera de la tierra, empecé a acercarme a la música tradicional catalana. Con canciones que recordaba del colegio siendo niño. Entonces pensé qué pasaría si juntara el folklore de Cataluña con el flamenco y el jazz. Para mí es el vehículo para juntar todo eso y hacer que funcione. Sirve para unir a las personas. Al ser una cosa tan universal, es bonito juntarte y tocar con alguien que habla otro lenguaje, de un sitio totalmente diferente, y poder expresarte.
«En Nueva York, tocando con Chano Domínguez, me adentré más en el mundo de flamenco»
– ¿Cómo llega al contrabajo? ¿Había músicos en su familia?
– En mi familia no hay ningún músico, digamos, por arriba. Y de forma mágica, mi hermana y yo nos dedicamos a la música profesionalmente. Digo mágica porque realmente no había ningún referente que nos impulsara. Ella empezó tocando el piano y yo empecé tocando la guitarra. Esto ha hecho que para mí la música haya sido un descubrimiento y ha ido surgiendo en mí de forma natural y a medida que iba creciendo iba viendo cuál era mi camino.
Colina como referente
– Cambió la guitarra por el bajo.
– Me enamoré por completo del contrabajo cuando vi un concierto de Javier Colina y de Jerry González cerca de mi pueblo. Fue cuando dije quiero tocar este instrumento. El bajo eléctrico aún me gusta y lo toco de vez en cuando, pero siento que el contrabajo me tiene atrapado desde el momento que decidí meterme a estudiarlo y es el instrumento con el que mejor me expreso.
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– Le iba a decir que parece que hay casi una escuela gracias a Javier Colina.
– Total. Es que es un musicazo y su forma de tocar tan melódica y esa belleza siempre es fuente de inspiración. Además, tuve la suerte de poder hacer clases con Javier Colina más adelante. Así que fue como un sueño hecho realidad.
«Mi hermana y yo nos dedicamos a la música de forma mágica porque no había ningún otro referente en la familia»
– Viene de tocar durante cinco días seguidos en diferentes salas. ¿Tiene algún récord de actuar tan seguidamente?
– Nunca lo he contado, pero una semana seguida sí que he hecho algunas veces. No te sabría decir porque hace años antes me acuerdo que a veces hacía dos conciertos por día y me pasaba de hacer demasiadas cosas. Ahora me estoy dosificando. Recuerdo algún julio muy intenso con hasta treinta conciertos.
– ¿Los dedos acaban sangrando en muchas ocasiones?
– Al final ya se forman callos superpotentes con los que nadie puede (risas).
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