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La pasada semana, el consejero de Economía y Hacienda de esta nuestra comunidad patinó lo indecible al afirmar que «el terrorismo fue un auténtico drama ... humano, que yo también viví, pero estoy convencido de que no tuvo incidencia alguna en la economía vasca». Las palabras causaron cierto revuelo entre la clase política vasca. El propio lehendakari Urkullu salió a las redes sociales para decir que se había malinterpretado al consejero y que lo que quiso decir era que «a pesar de ETA, Euskadi ha sido capaz de salir adelante desde el punto de vista socioeconómico». La defensa del lehendakari, con lo poco que le gusta tener que dar la cara por los patinazos de sus consejeros, se basa en la sempiterna excusa de los deslices dialécticos, de que no se le ha entendido.
Pedro Azpiazu ha decidido mantener el silencio hasta este viernes. Ha sido en el pleno de control del Parlamento donde ha despachado el asunto intentando hacer un añadido a lo que pronunció siete días antes. Para Azpiazu, decir que el terrorismo «no tuvo incidencia alguna en la economía vasca» en realidad era «poner en valor lo que la sociedad, los empresarios, las instituciones y los ciudadanos hicieron para minimizar el impacto negativo del terrorismo en la economía». De la «incidencia alguna» a «minimizar el impacto negativo».
Según Azpiazu, los 50 empresarios asesinados, los 80 secuestrados, los 10.000 extorsionados… se minimizaron entre todos y en una especia de 'aúpa, vamos aurrera' colectivo, aplacamos el impacto de su muerte, su ausencia, su miedo, su marcha, su abandono de inversiones, su traslado de centros de decisión. Que para eso somos vascos y podemos con todo. No nos paran cuatro balas y tal.
Según Azpiazu, los atentados y muertos en las obras de Lemoniz, Leizaran o el TAV se han minimizado entre todos. La pérdida de competitividad que han supuesto y suponen la falta o el retraso en esas infraestructuras no son nada comparado con el carácter emprendedor vasco.
Según Azpiazu, que en Euskadi el sector turístico hubiera desaparecido porque nadie quería venir a un lugar donde había muertes y amenazas, 'kale borroka', pintadas, carteles de terroristas en las calles, todavía presentes en muchos rincones, son detalles que entre todos hemos paliado arrimando el hombro y con ese carácter nuestro de resistencia.
El elogio a una forma de ser como base de una supuesta fortaleza forma parte de esa ensoñación nacionalista de que nuestro carácter vasco nos salva de todo porque somos especiales. Ese complejo de superioridad que nos sitúa en el ojo de la historia por nuestra gran capacidad. Como escribió hace unos días Pablo Zarracina en estas mismas páginas, a los vascos se nos narcotiza con elogios.
Incluso aun cuando en este país nos mataban o nos echaban a los que no pensamos de una manera, somos capaces de darle la vuelta y decir que nuestra fortaleza hizo que no nos afectase tanto. Recuerden que Urkullu ha dicho que «a pesar de ETA, Euskadi ha sido capaz de salir adelante desde el punto de vista socioeconómico».
Es una pena que las cifras sean otras. El Colegio de Economistas calculó en 2021 que Euskadi, con la peor evolución de todas las comunidades autónomas españolas, había perdido un 24% del PIB entre 1975 y 2020. Por otro lado, el Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto ha publicado que por la acción terrorista de ETA «la inversión durante décadas ha supuesto, en términos relativos, una pérdida de nuestro stock de capital del 43%, la mayor caída de España y de la UE». Hay más, el peso de la economía vasca en el conjunto de España ha caído en las últimas décadas del 6,3% en 1981 al 5,9% del PIB en 2020.
El terrorismo también implicó la deslocalización de los centros de decisión de las grandes empresas y una continuada fuga de talento por la salida forzosa de unos 150.000 profesionales. 150.000 personas que dejaron de pertenecer a ese genérico «la sociedad vasca» que, según Azpiazu, minimizó las pérdidas. Porque esos 150.000 profesionales, personas, ciudadanos… dejaron de ser, sentirse y votar como vascos.
Por cierto, ¿qué han dicho los empresarios actuales de todo esto? ¿Cómo han reaccionado Confebask, Adegi, Cebek o SEA? De ninguna forma. Silencio. Un escandaloso silencio servil.
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