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«Se me han ido todos los problemas». «Pensaba que no tenía paciencia, pero me equivocaba». «Esto deberíamos hacerlo todas las semanas». «Es adictivo». Transformar ... una pared blanca en un mural «colorido» que transmita la la identidad de un barrio se ha percibido entre los residentes de Ibaiondo casi como un ejercicio terapeútico y, también, como una oportunidad para conectar con el vecino.
Pincelada a pincelada, en unas pocas horas dieciséis metros de pared de la plaza Cataluña de Vitoria que antes pasaban desapercibidos ahora cuentan una historia: la evolución de un distrito en la que cada vez hay más población joven, no faltan eventos culturales y en la que el centro cívico es un claro punto de encuentro. «Aquí hay mucho futuro», certifican las jóvenes Alba Hernández y Nahikari Rosco, las primeras en subirse a un andamio para lograr que la pintura llegue a todos los rincones. «Veníamos obligadas por nuestros profes, pero ha acabado por gustarnos», confesaban.
Esa imagen, que es fruto de la reflexión de muchos chavales que están en el Programa de Educación de Calle (PEC), resalta desde este jueves entre calles eminentemente residenciales, donde los colores que más predominan son el del ladrillo y el del verde de los jardines. Para algunos es la primera vez que participan en una iniciativa así, mientras que otros son veteranos de esta actividad porque ya es la cuarta edición que la asociación de vecinos de Ibailakua organiza un mural colaborativo.
«Hemos conectado personas de diferentes edades para hacer algo que no es lo de todos los días. Nos hemos relajado, animado y desinhibido. Además, ha sido genial hacerlo juntas», apuntaba el grupo de amigas formado por Toñi Delgado, María Ángeles Vidal y Daniel Pericacho.
En esta obra de arte en miniatura, que se presentará ya finalizada este sábado en la Fiesta de la Primavera de Ibaiondo, han aportado su granito de arena unas 150 personas. Pequeños del colegio público Ibaiondo, del instituto Mendebaldea o mayores del centro de día Blas de Otero, de los paseos saludables o voluntarios de Cáritas. La diversidad que quiere reflejar esa 'pintada' -un boceto llevado a cabo por la escuela de arte Garabato- es la misma que sienten los residentes que hay en el barrio. «Que nos contrate el Ayuntamiento, nos pague la comida y les arreglamos el resto de murales que se están descascarrillando», bromeaban orgullosos de su trabajo algunos de los participantes.
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