El 'Hermano mayor' de gitanos presos y toxicómanos

Una vez por semana, Alberto Ríos cruza la puerta de acceso a la cárcel de Zaballa. Hace un cuarto de siglo que este trabajador social asumió la coordinación del servicio encargado de acompañar a los presos en tercer grado durante su periodo de reinserción en la sociedad. Pero su cometido es doble. También se encarga de alejar del mundo de las drogas a aquellos que consumen o trafican. Para la población gitana se ha convertido en una especie de 'Hermano mayor', esa persona que trata de encauzar sus vidas.

En la mesa de su despacho hay varias carpetas. De una de las paredes cuelgan una veintena de fotografías de algunos jóvenes. Ríos afronta cada caso como si de un familiar se tratase, porque así lo siente. Esa es, remarca, la clave de todo. «Mi papel es doble. Por un lado trabajo con estas personas para conocerles mejor y poder obtener una radiografía real. Y luego trato con las familias y los servicios públicos para diseñar un plan de reinserción en la sociedad».

Actualmente, apunta, en Zaballa hay unos setenta presos gitanos. «La mayoría de casos tienen que ver con conducir sin carné o puntos y también por robos. Todavía existe un grupo que tiene déficit a nivel laboral y vive al límite. O también una problemática con la adicción que les puede llevar a delinquir», lamenta sobre esa oscura realidad.

Su labor se complica algo más en el caso de reconducir la situación de quienes consumen. «Algunas familias trasladan sus temores hacia los servicios de desintoxicación porque no saben qué les van a hacer, en la comunidad gitana el sentido de la familia tiene mucha fuerza». Así surgió en Melledes el proyecto para ayudar de la mano de profesionales y en un ámbito más familiar la rehabilitacíon de estas personas. «Y también trabajamos en la prevención», añade Ríos, esa especie de faro en el camino.

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