Luis Andrés Orive: «Lo que estamos haciendo con el Anillo Verde es muy difícil de igualar»
El director del CEA, premio 'Alavés del mes' por su papel en la creación del Anillo Verde, cree que hay cuerda para otros 25 años
Luis Andrés Orive acepta el premio 'Alavés de septiembre' que le concede El CORREO con la condición de hacerlo extensible a todo el equipo del Centro de Estudios Ambientales. El orfebre del más valioso anillo alavés, el verde, relata cómo dejó el fútbol profesional para meter a Vitoria los goles de la sostenibilidad.
- ¿En qué momento sintió usted la llamada de lo verde?
-Tarde. Fui a Madrid esencialmente a jugar a fútbol, aunque era bueno en matemáticas, física, química y dibujo y me gustaba mucho la naturaleza por herencia materna, porque mi madre era hija y nieta de molineros. Me enteré de que existía la ingeniería de montes y que sólo se impartía allí. Me fui a jugar con el Getafe y a estudiar la ingeniería, que era muy árida...
-Y usted quería pelotear.
-Cuando me puse a hacer el proyecto de final de carrera entré en la cátedra de planificación de proyectos y me caí del caballo. La impartía un profesor visionario y me abrió los ojos en temas de planificación con base ecológica, en restauración de espacios degradados... Fue una revelación.
-Y llega en 1988 un 'treintañero' formado en Madrid y empieza a hablar de sostenibilidad... ¿Le miraban como las vacas al tren?
- El Ayuntamiento me llama para dar cursos de formación a través de Argilan. Al principio fue todo muy lento, como irrelevante. Aquí había un crisis económica fortísima y yo demuestro a través de una serie de estadísticas que hay un montón de titulados superiores de biología, veterinaria, etcétera que están en una situación muy crítica y que se va a abrir el camino del medioambiente, que los ayuntamientos van a necesitar gente formada y que se podrían organizar cursos. De ahí, de esos proyectos formativos, surge la restauración de Zabalgana y el origen del Anillo Verde...
-¿Hay que tener mucha labia para convencer a los políticos de que esto merecía la pena?
-Siempre me he rodeado de gente muy buena. Mire, por ejemplo en Armentia tuvimos la primera antena que captaba imágenes vía satélite gracias a Jorge Ozcáriz y cuando les poníamos a los políticos grabaciones del municipio en tres dimensiones decían: ¡Ostras, esto tiene buena pinta! Se generó un polo de confianza y funcionábamos con proyectitos hasta que en 1995 Cuerda cumple su palabra y acuerda con Javier Rojo la creación del CEA. Eso nos da ya proyección, aunque con un presupuesto pequeño y una plantilla de cinco personas.
-¿Se siente como el gusano que ya es mariposa?
-Pues no. El Anillo Verde ha tenido la gran suerte de ser una idea que se alimenta de cientos de proyectos. Cada uno tiene un promotor o unos actores y un momento. Si eso se teje en el tiempo sin prisas, porque es una forma de concebir la vida, se hace bien y corres menos riesgo de equivocarte. Si llega a haber nacido como un proyecto convencional igual ahora hablábamos de otra cosa.
-Igual estaba en un cajón.
-O hubiese sido un anillo ligado a una autopista, como se dibujaba el sur en los planes de Javier Madrazo -que fue consejero de Vivienda- rodeado de una circunvalación con seis carriles... Y eso es lo que se está vendiendo en todo el mundo y que aquí no se ha hecho. Lo que estamos haciendo aquí es realmente muy difícil de igualar, es irrepetible y no quiero parecer un fantasma.
-Dice que la relación que tiene el alavés con la tierra también lo ha hecho posible. ¿De algo sirve el sentir patatero, no?
-Sí, la necesidad de sentir cerca la naturaleza es muy evidente en el vitoriano. De hecho, por algo en Álava no hubo en su día desamortización de terrenos públicos, no se vendió por la importancia vital que tenía el territorio para la sociedad. Por eso existen los concejos, por eso es así la gestión de los montes públicos, para desesperación de las grandes empresas porque tienen que negociar con los vecinos de diez casas para pasar una red eléctrica y porque les parece impensable que el progreso tenga que pasar por una aldeano de boina.
-Los alaveses tienen más conciencia ecológica que los demás.
-Hay un plus, sí.
-Todo el mundo saca ya pecho con el Anillo. ¿Pero el futuro, qué? ¿Se ve pescando loinas en el Zadorra como cuando era niño?
-Está muy dañado, pero quiero pensar que a medio plazo sí habrá loinas. Necesita que se ejecuten esos proyectos hidráulicos pendientes para gestionar el agua limpia con eficacia.
-Aspira a trazar el anillo amarillo, el que mira al campo y sueña con abastecer a la ciudad de productos agrícolas.
-Es complicado, pero tiene que ocurrir, porque ya ha pasado en Frizburgo o Viena.
-Consumir leche de vacas criadas en Arana parece una utopía.
-No, va a ser así y apostamos porque se avance rápido. Trabajamos en proyectos en Lasarte, en Las Neveras y el El Áncora, que podrían ser nuestro estandarte. Piezas en las que agricultura y ganadería puedan recuperar su escala local cualitativa.
-¿Hay CEA para otros 25 años?
-Claro, es un proyectazo . Tenemos un paraguas de protección social muy potente y espero que así siga.