«Me gusta que el público quiera descubrir el truco»

– Ya conoce Vitoria, ¿tiene algo de magia para usted la ciudad?

– Tiene mucha. Primero, tiene un congreso que suena por los cuatro confines y que, creo, ha sido el único que ha hecho una edición en pandemia. Y la ciudad en sí tiene mucho encanto. Siempre me ha gustado.

– Lleva años instalado en Chile, ¿por qué se marchó?, ¿hay más afición allí por la magia?

– No, no es por eso. Mi esposa es chilena y me marché. Allí empecé a trabajar, abrí la escuela y cada cierto tiempo aprovecho para volver, ver a mi familia y hacer algún espectáculo.

– Desde su experiencia estos últimos años en la escuela, ¿ha desinflado la pandemia el interés por ser mago?

– Creo que no. Cada vez es mayor el interés. Sí es verdad que la gente que quiere aprender en profundidad son menos. Implica mucho trabajo y esfuerzo.

– ¿Se ve a usted de joven reflejado en sus alumnos?

– En algunos sí, otros no tanto. De joven, cuando tenía gente a mi alrededor a grandes maestros, siempre andaba con mucha cautela y trataba de no preguntar más de la cuenta. Por ese lado no me veo tan reflejado. Sí me veo en la inocencia y el entusiasmo.

– Fue discípulo de Tamariz y Ascanio ¿qué lecciones recibió de ellos y trata de transmitir a sus pupilos?

– Fueron muchas, pero común fue el respeto y el amor por la magia. Es un arte muy profundo, complejo y que demanda una dedicación constante.

– ¿Ycuál es su truco para que estén enganchados?

– Tengo la sospecha de que una de las claves es que ellos mismos se encandilen y tu les infundas ese entusiasmo. Tampoco hay que atacarlos frontalmente, tan solo esperar a que se acerquen y vean la belleza que tiene.

– En la época de Tamariz, ser mago era casi ser una 'celebritie' ¿se ha perdido eso?

– Juan (Tamariz) sí era una 'celebritie', pero también había otros que no y tenían mucha calidad. Está claro que no van ambas cosas emparejadas. En el caso de Juan, aparte de ser uno de los más grandes de la historia, era muy cercano al público profano y se le entendía muy bien. Hay otros que hacen algo menos comprensibll.

– ¿Y usted cómo se considera?

– Me considero un muy buen aficionado a la magia. Tan solo trato de no perder es el entusiasmo por seguir aprendiendo. Este es un camino que no termina nunca.

– Y después de tantas generaciones de magos, ¿le cuesta a uno reinventar su espectáculo?

– Las formas nuevas, o las que lo parecen, ya están dadas de antiguo y solo han pasado de moda, no se recuerdan y vuelven a tener vigencia. Ahora parece que todos quieren hacer cosas originales y distintas, pero al final de lo que se trata es de que sea algo personal.

– Ahora con las restricciones se pierde cercanía con el público, ¿le afecta mucho?

– Afecta bastante. No poder ver las caras por las mascarillas hace que cueste un poco más hacer una lectura de lo que pasa al otro lado. Y con arreglo a eso, puedes ajustar los tiempos y los ritmos.

– La distancia también será desalentadora para aquel que busca descubrir el truco.

– Hay de todo. Hay quien va por eso y otros que se dejan llevar, tienen un espíritu más hedonista y les gusta subirse a la ola del mago.

- ¿Y con qué público está más cómodo?

- Con los dos, pero que haya alguien al que no le importe el secreto, hace perder un poco la esencia de nuestro trabajo. Me hace sentir más cómodo la gente que va con ganas de pasarlo bien y se interesa por descubrir el truco.