

La guerra se enquista en Ibarguren
El enfrentamiento entre su alcalde y algunos vecinos, televisado a nivel nacional, lejos de rebajarse crece
Las cámaras de las grandes televisiones nacionales han llegado a la pequeña localidad alavesa de Ibarguren para comprobar que desde hace tiempo se respira un ... ambiente de guerra vecinal que, lejos de rebajarse, se ha acrecentado con esta última exposición mediática. Apenas 14 personas residen en la localidad, pero es casi imposible que la convivencia sea peor. Ana María y Suremy acusan a Jesús, el presidente de la Junta Administrativa, de hacerles la vida imposible con su «acoso constante» porque le llevan la contraria y denuncian «su mala gestión» del concejo, que vive sin alumbrado público desde hace dos años. Por su parte, el hombre que lleva años gobernando el pueblo niega los hechos con un tajante «es mentira y si tienen pruebas que me denuncien». Además, las visitas televisivas no le han sentado bien: «Están amenazando sin ninguna prueba». Y también asegura que él mismo está siendo acosado, al tiempo que muestra documentación que avala su labor como regidor y sentencias condenatorias contra una de las vecinas por ataques de sus perros. «Todo se resolverá en los juzgados», repite cada poco. Es la única solución que ve el propio diputado general, Ramiro González, que esta semana reconocía la existencia de «un problema muy serio de convivencia» en Ibarguren, pero en el que la Diputación «no tiene capacidad para intervenir».
Ana María es vecina de toda la vida y cuñada del alcalde pedáneo, con el que mantiene un conflicto desde hace mucho tiempo. En sus palabras hay temor: «¿Donde habéis dejado el coche? Espero que no os lo raye porque aquí, cualquier cosa». Incluso, reconoce, una vez llegaron a las manos en plena calle. «Me he enfrentado a él y se ha vengado haciéndome el mal. Es imposible vivir así y hasta aquí hemos llegado. A ver si nos escucha la gente y le quitamos de presidente».
Los datos
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Ibarguren Este concejo alavés pertenece al municipio de Asparrena y en el pueblo habitan 14 personas.
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Problema El pueblo lleva dos años sin alumbrado público tras haber fracasado un proyecto de energía fotovoltaica.
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Enfrentamiento Unos pocos vecinos están en contra del presidente, al que acusan de mala gestión y de acoso.
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El alcalde Defiende su labor y asegura que el problema de convivencia está causado por los perros sueltos de su vecina.
Critica su forma de dirigir el concejo, pero también la vigilancia y las coacciones a las que somete a sus vecinos. Y denuncia haber sufrido diferentes maneras de acoso y que ha maltratado a sus animales. «Me ha pegado fuego a las gallinas, me ha matado ganado, me echa los perros, me ha metido sal y azúcar en el motor del coche, me pincha las ruedas...», relata.
Hace casi cuatro años Suremy se hizo con una casa en venta en Ibarguren. Llevaba mucho tiempo cerrada y la última pareja que la compró «apenas duró tres meses en el pueblo» porque, denuncian, «el alcalde les hizo la vida imposible» porque usaba esos terrenos «como campo de fútbol de su casa rural». Su hogar se encuentra colindante a este negocio que Jesús regenta y asegura que en uno de sus ataques su vecino le ha «tirado el cercado». Además de tener problemas con la delimitación de las propiedades de cada uno. Desde su llegada, Ana María ha encontrado en ella un apoyo. Aunque, aseguran «muchos vecinos lo sufren».
«Son nueve contra cuatro»
¿Y por qué gana siempre las elecciones? «Son nueve contra cuatro, y la mayoría de los que le apoyan son de su familia o los tiene asustados». Aseguran que hay a quien «le ha quemado los setos» y también «le ha cortado los árboles», «le ha robado en la obra» o incluso quien ha sufrido represalias por hablar con ellas. «Algunos se han ido porque les hace la vida imposible», desvelan dos mujeres que aseguran que su vecino les vigila «con cámaras en la vía pública y un dron».

«Se piensa que como lleva tanto tiempo el pueblo es de él. Él se hace el dueño. Y se ríe. A ver si lo hace cuando esté detenido. Ojalá lleguemos hasta eso. Ojalá, porque yo corro peligro», lamenta Ana María. Porque tienen claro que el único camino es el judicial y han presentado «denuncias por acoso y maltrato animal». Pero también están analizando su gestión del concejo, ya que entienden que es «un chanchullero» con el dinero.
Además, la localidad no disfruta de alumbrado en sus calles. En 2016 se desconectó de la red general para que las farolas funcionasen a través de energía fotovoltaica, una iniciativa que fracasó y que les ha dejado sin luz. «No quiere arreglarlo para así hacer sus chanchullos a oscuras; prefiere gastar en abogados que pagar para volver a conectarnos a la luz», sentencian.
«2.500 euros de multa»
La versión del desencuentro es diametralmente opuesta cuando se le pregunta al regidor. Para él, el principal problema de convivencia viene marcado por la presencia de los perros de Ana María sueltos por las calles y la amenaza que a su juicio representan. Sobre todo para los visitantes que se alojan en la casa rural que él mismo regenta. «Enséñale las mordeduras que tengo yo de los perros», le dice su mujer, que nos transmite el miedo que le causan estos animales y que le ha conducido a una baja por estrés.
Jesús refiere varios episodios de ataques. El más grave de ellos terminó con una condena para su vecina: «Le echó los perros a un niño de Madrid alojado en la casa rural. Y tuvo que venir a testificar cómo le fueron. Se chocó contra un coche y salió mi mujer a defenderle. ¿Qué es lo que pasó? Que el perro le mordió. Con relación a esto, tiene una sentencia firme y 2.500 euros de multa».

Asegura que los perros campan a sus anchas por el pueblo. También por sus propiedades y denuncia que causan molestias en el negocio que regenta. «Están dentro de la casa rural. Cagando, meando y haciendo de todo». Y asegura que cuando él sale de su casa su vecina «provoca a los perros y no puedo pasar porque me están amenazando y al final me tengo que marchar porque se echan a morder». Corrobora sus palabras mostrando el vídeo -aquí todos los protagonistas se graban mutuamente- de unos de sus 'encuentros'.
Como la parte contraria, también refiere acciones de «acoso» por parte de sus vecinas, al tiempo que defiende la gestión de las cuentas del pueblo.
También en lo referido a la gestión su visión es bastante diferente a la de sus vecinas. «Cumplimos la norma foral», afirma sin duda. Eso sí, reconoce que existe un problema serio por la ausencia de luz. Y lo achaca, sobre todo, al desencuentro con el Ayuntamiento de Asparrena.
«No recibimos ni una subvención y ahí tenía que haber intervenido la Diputación para llegar a un acuerdo. Tenemos un plan para que haya luz en septiembre, pero necesitamos que el ayuntamiento entre a negociar de una vez y acabar con estos conflictos», asegura Jesús, que lanza una advertencia a futuro. «Tenemos elecciones este año. Si salen ellas, veremos cómo está el pueblo en dos años porque lo único que quieren es que se hunda».
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