General Álava, 16 años con el escaparate resquebrajado
Desde que el tranvía pasa por la céntrica calle, la convivencia entre vecinos, peatones, comercios, repartidores, urbanos, ciclistas y patineteros es difícil
«¿Otra vez van a levantar la calle? ¿Cuándo? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Y qué van a hacer?». Las preguntas se repiten. Comerciantes, vecinos, repartidores, ciclistas, ... peatones y hasta los chóferes del tranvía y de Tuvisa solicitan más detalles acerca de la nueva intervención en General Álava anunciada el jueves a bombo y platillo por el Departamento de Movilidad del Gobierno vasco y el Ayuntamiento de Vitoria. Una inversión de 2,5 millones para la renovación del entorno urbano entre el cruce de la calle La Paz con Independencia y la parada del Parlamento y, atención, para la adecuación del firme. Sí, el mismo que se renovó hace tan solo dos meses con bastante poco acierto estético y acústico. Esta arteria de Vitoria, trastornada desde que en 2008 el tranvía irrumpió en su escena, sigue siendo 16 años después el escaparate resquebrajado de la ciudad.
El debate ahora ya no es si tranvía sí o no, si en un sentido o en los dos, si con catenaria o con alimentación eléctrica de las vías... «El tranvía está ahí; es una infraestructura muy potente que hay que amortizar y que nos tiene que durar 100 años, pero no se puede pensar en ella desde un despacho de Bilbao», reflexiona José Luis Azkarate, presidente de Ensache XIX. La asociación de vecinos, arquitectos, ciclistas y comerciantes coinciden en señalar como uno de los principales problemas de la zona la difícil convivencia de los peatones con el resto de vehículos. Y piden al Consistorio que lleve la voz cantante de estas obras y no Euskal Trenbide Sarea (ETS) y que antes de levantar una losa o cambiar bolardos de sitio, hable con quienes se mueven a diario por sus aceras y calzadas y pregunte por sus necesidades.
En su contexto
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2008 El tranvía echa a andar enlazando Ibaiondo con Angulema por General Álava. Las catenarias pegadas a las fachadas no gustaron a los vecinos.
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Una sola vía por el centro Hubo un momento en que este fue el debate. La ciudad se dividía en los partidarios de una sola vía por el centro de la calle o dos, una para cada sentido. Ya se ve qué opción ganó.
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2016 ETS destinó 1,2 millones de euros a obras de repavimentación de la calle Magdalena y General Álava. En algunos tramos se retiró hormigón impreso y se cambió por asfalto fundido y ya entonces se habló de parcheo.
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142 arquetas hundidas El paso de los urbanos por encima de las arquetas hundidas causaba malestar continuo. Ademas, con la obra de agosto se querían reducir los chirridos del tranvía a su paso por delante de la sede de Kutxabank.
«Pienso en lo que pudo ser la calle y nunca será. Desde que se metió el tranvía, perdió su esencia comercial», reflexiona Elisa Martínez. Es vocal del Colegio de Arquitectos de Álava y además tiene su estudio (Martínez-Elorza) en la mismísima General Álava, a la altura de Zara. «Nosotras estamos aquí cada día y vemos que esta calle se ha convertido en un peligro. Cada poco oyes frenazos, patinazos...Algún día va a haber un disgusto gordo», sentencia. Y se refiere al trasiego de la calzada, con vías por las que pasan los tranvías en los dos sentidos y sobre las que también transitan urbanos, furgonetas de reparto, ciclistas, patineteros y coches autorizados.
Estrecheces
No hay aquí el espacio que hay en calles como la Avenida de Gasteiz o el tramo de Florida que enfila hacia Salburua. Todo está más prieto. Y si angosta es la calzada, no mucho más amplias son las aceras. En algunos tramos, como el que va desde Dato a la parada del Parlamento hay que andar a ratos con tiento. A la altura del viejo edificio de Telefónica, si coinciden de frente una persona en silla de ruedas con una familia con carricoche, así cual duelo al sol, alguno debe salir a la calzada. Y frente al supermercado de la zona hay momentos en los que se producen tapones, razón por la que han puesto una valla, para mantener a los transeúntes en el redil. Y eso que ahí, por lo menos, entre todo lo que se mueve, no hay repartidores.
Porque esa es otra. La carga y descarga no es fácil en General Álava. Comerciantes como las dueñas de Wilco y Xtreme recurren ya a las empresas de reparto sobre dos ruedas porque en su parte de la calle no hay lugar para las furgonetas. Lorea Zubiaurre, socia también de Kirolak, es muy clara a la hora de valorar si una nueva reforma le va venir bien o mal a la calle. «Me gustaría saber en qué va a consistir, ya que van a invertir dinero público. ¿Cuánto tiempo va a durar y en qué fechas? El comercio ya está muy tocado y una reforma larga nos puede aislar. Y también piense en los vecinos, porque supone suciedad, polvo, ruido...». Considera de paso que el Ayuntamiento debe hacer una intervención «global» en las calles comerciales de un centro que ve «abandonado». «Desde Jesús Guridi hasta Florida, pasando por San Prudencio. Y que cuenten con nosotros, porque somos los que dinamizamos la ciudad. E informen, sobre todo informen».
Servidumbre
«La servidumbre del tranvía en General Álava es tremenda. Es un proyecto liderado por ETS y hecho con orejeras, sólo por y para este transporte, sin ver más allá. Por ejemplo, la parada del Parlamento se cargó el Paseo de la Senda», reflexiona Azkarate. A la hora de diseñar la reforma la calle, indica, «hay que hacerlo desde múltiples ópticas» y «desde Espacio Público». Y una de esas lentes debe aclarar la visión sobre el peatón. «Hay unas barreras de hormigón que impiden que los coches invadan las vías del tren que son unos rompepiernas y la acera entre Dato y San Antonio es realmente angustiosa», denuncia el líder vecinal. «Son aceras estrechas y eso priva a las personas que caminan por la calle de ver las tiendas de manera tranquila, despreocupada, sin tener que mirar para todos los lados», apunta Elisa Martínez.
Tampoco es segura la vía para los ciclistas. Bizikleteroak hace tiempo que reclama al Ayuntamiento que deje de incluir «esos 800 metros» en la red de bicicarriles, porque constituyen todo menos un bidegorri. Las caídas son constantes, dice Diana Paniagua. Bien porque «resulta fatal que la rueda de una bici se meta entre las vías o porque éstas, cuando llueve, resbalan». Mucho. Pide, al menos señalizaciones que alerten a los ciclistas de los peligros por suelo deslizante.
No es muy sostenible arremeter contra un transporte público colectivo y eléctrico en plena crisis climática y tampoco las personas que participan en este reportaje lo pretenden. El tranvía, dicen, ha conectado a los barrios con el centro de una manera limpia y confortable. Pero hay calles en las que ha entrado como un elefante en una cacharrería y toca ahora poner un poco de orden entre tanta cacerola fuera de sitio.
Con la extensión del tranvía a la Universidad y más tarde a Salburua, aumentaron las frecuencias de paso, y la futura llegada de la línea de Zabalgana será otra vuelta de tuerca. La calle General Álava es de las que más acusa tanto trajín y sus habitantes piden al Ayuntamiento que si quiere que sea más amable les pregunte. «Hay que afinar los fallos y para eso la gente de a pie a veces tiene un diagnóstico más interesante y rápido que los técnicos»
Tres semanas de cortes de tráfico y 'parches' de asfalto por valor de 420.000 euros
La última vez que se había decidido adecentar la calle General Álava fue en 2016 y hacía ya años que la calle presentaba signos de deterioro, pero las obras de agosto no sirvieron de gran cosa. Bueno, sí: los vecinos y responsables municipales regresaron al 'cole' cabreados. Tras una inversión de casi 420.000 euros (sin IVA) y tener a los transportes públicos dando vueltas por el centro al estar cerrada tres semanas la vía, el acabado de estos trabajos, realizados con el fin de eliminar arquetas y reducir el ruido al paso de vehículos, no gustó debido a su aspecto 'irregular'.
Según se puede ver ahora mismo, en algunas partes se ha dejado a la vista el pavimento existente previamente, de un color y material diferentes, lo que contrasta con el nuevo asfaltado. Esto distorsiona la imagen de una de las principales vías comerciales de la capital. «Parches» o «collage» son algunos de los adjetivos empleados en estos dos meses para describir el resultado.
ETS (Euskal Trenbide Sarea), ente dependiente del Gobierno vasco ejecutó la reforma y se comprometió a revisarla a instancias de la propia alcaldesa, Maider Etxebarria, quien no dudó en decir que la actuación, aunque había servido para amortiguar el ruido del tráfico, «ha empeorado la estética». Faltaban remates, adujo en su día la compañía, que depende del Departamento de Movilidad Sostenible del Gobierno vasco que dirige Susana García Chueca. La consejera socialista el viernes se debió rendir a la evidencia, porque tras pasear por la calle junto a Etxebarria, su compañera de partido, ambas anunciaron la firma de un convenio para arreglar «en los próximos meses» el desaguisado con un presupuesto de 2,5 millones de euros.
No se sabe mucho más y los vecinos y comerciantes se preguntas sin el hecho de que se vaya a destinar más dieron a la nueva reforma va a suponer también que se avecina una obra de meses en lugar de semanas. Y el regreso de las vallas, los contenedores de obra, la taladradoras y los cortes de tráfico.
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