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Más de un año han estado esperando en Garoña la llegada de nuevos contenedores para depositar los residuos radiactivos más peligrosos procedentes del reactor nuclear ... de la central. Desde que en marzo de 2024 se completase el llenado de la quinta vasija de máxima seguridad, en la central colindante con Álava está detenido el proceso más delicado del desmantelamiento porque no contaban con más recipientes. Una vez recibido el primero de los 44 que todavía se tienen que llenar -a los que hay que añadir otros seis más con otro tipo de residuos-, todo hace indicar que podrán cumplirse las previsiones adelantadas recientemente por EL CORREO y que señalaban a «este verano» como la fecha de reinicio de esas labores.
Pero no han sido las únicas buenas noticias en Garoña en los últimos días. A la necesidad de recibir más contenedores se le unía también la de recabar el visto bueno para poder utilizar todo el espacio del almacén donde se ubican los mismos y que estaba limitado a diez piezas. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha emitido ya su beneplácito a este precepto, con lo que los dos requisitos indispensables para reactivar el vaciado del reactor se cumplen. Y en la central burgalesa se están preparando ya para emprender ese delicado proceso en los próximos meses.
A las instalaciones gestionadas por Enresa ha llegado recientemente el primero de esos recipientes especiales que tienen que dar cabida a los desechos más contaminantes. Tras haberse reactivado el abastecimiento por parte de Ensa -la firma responsable de estos suministros-, a partir de ahora, se espera recibir cada nuevo recipiente con una cadencia aproximada de uno cada tres o cuatro semanas hasta alcanzar todos los necesarios para dar cabida a los elementos más peligrosos, así como seis más para otros desechos contaminantes. Esto permitirá retomar el proceso más delicado del desmantelamiento.
De la misma manera, para afianzar todavía más su blindaje, también han llegado los primeros módulos que reforzarán el aislamiento del contenedor por el exterior. Se trata de unas estructuras formadas por cuatro anillos de hormigón y una tapa. Un embozado que conferirá «máxima seguridad» y que se aplicará a todas las cápsulas.
La operación de traslado desde la sede de Ensa, en la localidad de Maliaño (Santander), hasta Garoña tampoco es sencilla. Al volumen de los contenedores, que miden cinco metros y pesan 60 toneladas a las que hay que añadir otras 10 de la estructura que los sujeta. Para recorrer 130 kilómetros el camión especial que lo transporta tarda más de ocho horas.
De la carga del combustible, una actividad tremendamente delicada y que requiere de más de dos semanas de trabajo continuo entre llenado, traslado y emplazamiento también se encarga Ensa. Las previsiones iniciales señalaban el año 2027 como plazo estimado para la finalización de esta primera fase del desmantelamiento, pero todo hace indicar que el mismo podría extenderse hasta el 2028.
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