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Emilio Ipinza dirigiendo a la Coral Manuel Iradier. nuria gonzález.

Se va la batuta de la música coral alavesa

Emilio Ipinza dirigió durante 53 años la Coral Manuel Iradier y recibió multitud de reconocimientos, entre ellos el Celedón de Oro

Viernes, 17 de septiembre 2021

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La cultura vitoriana está de luto. Se ha ido uno de sus vecinos más queridos en el mundo de la música y el canto coral. Emilio Ipinza Gil falleció la madrugada del viernes en la capital alavesa a los 88 años de edad y tras una larga enfermedad. Ipinza fue uno de los impulsores de la Coral Manuel Iradier hace 60 años y durante décadas ejerció como director de la agrupación musical. En concreto, pasó 53 años de su vida al frente de la Coral hasta que su avanzada edad le obligó a dejar la batuta, que pasó entonces a manos de Estíbaliz Delgado.

Su relación con la música comenzó cuando era solo un niño y cantaba en la escolanía de Tiples de don Dimas Sotés. «Era una de las voces más dulces y destacadas del grupo», recuerdan quienes le conocieron. Ya con la Coral Manuel Iradier actuó en decenas de países y ante multitud de autoridades de todo el mundo. Pero Ipinza siempre recordaba una de esas actuaciones con especial cariño, y es la que realizaron ante el Papa Juan Pablo II en Castel Gandolfo el 4 de agosto de 1985. Una foto de ese momento presidía el salón de su domicilio.

Célebres fueron también los conciertos de Navidad de la Manuel Iradier en el Principal. Esta amplísima trayectoria le llevó a obtener numerosos galardones y reconocimientos, entre ellos el Celedón de Oro o el premio 'Alavés del mes' de EL CORREO. Igualmente fue pregonero de las fiestas de La Blanca o de San Prudencio. El 31 de enero de 2015 recibió un homenaje por su labor en el concierto titulado 'Toda una vida', organizado por el Ayuntamiento de Vitoria, la Diputación Foral de Álava y la Coral Manuel Iradier.

En lo personal, era un hombre «inquieto, perfeccionista, cercano y muy exigente con los coralistas», recuerdan de él con cariño sus pupilos. También un melómano empedernido. En lo profesional, trabajó toda su vida en la fábrica Areitio en un puesto de dirección. Y en su tiempo libre disfrutaba dando largos paseos por cualquier rincón de Vitoria y alrededores. Antes, de joven y pese a su menuda figura, jugó de portero de fútbol en equipos como elAurrera y el de la fábrica de cremalleras.

Ayer fueron muchos quienes lamentaron su pérdida tras tener conocimiento de la noticia. Estíbaliz Delgado ejerció como subdirectora en la Coral Manuel Iradier durante años y recuerda emocionada que Emilio «fue como un segundo padre para mí». La actual directora de la agrupación ensalza la figura de Ipinza y destaca que «dedicó toda su vida a la música». «Era una persona buena y cariñosa. Pero con mucho genio cuando se subía al escenario». Juntos fundaron la escolanía Niños Cantores de Vitoria.

En Rusia y Argentina

Ricardo Sáez de Heredia, abad de la Cofradía de la Virgen Blanca, lo conoció cuando eran un par de críos en pantalones cortos. En la escolanía de Tiple. «Él era del grupo de los mayores pero compartíamos ensayos y conciertos. Le recuerdo vestido con las capas de colores que nos poníamos para los conciertos; íbamos muy elegantes», rememora.

Sus compañeros y amigos de la Coral guardan en la memoria viajes y bocadillos por todos los rincones de Europa, Argentina, Rusia o Israel. «Lo pasábamos muy bien y Emilio era una persona entrañable y muy abierta. Eso sí, cuando dirigía, muy perfeccionista», señala uno de sus coralistas. Para Mari Cruz Ormazabal, el coro era «familia» y Emilio, su alma máter. «Fue un hombre estupendo. La música alavesa tiene mucho, muchísimo, que agradecerle. Su huella es imborrable».

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