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Vista del parque de Zabalgana.

Una excavadora en Zabalgana

Dos nombres, Zabalgana y Salburua, son la fuerza germinal del Anillo Verde, principio y eclosión de un proyecto singular que cumple 25 años y define a Vitoria como ciudad sostenible

Viernes, 30 de noviembre 2018, 01:18

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La memoria suele fijar recuerdos para que las emociones no se extravíen. El mío es el de una mañana con neblina en las graveras de ... Ali, cerca del meandro del Zadorra que llevó a los sabios antepasados de Asteguieta a retrasar el pueblo a zonas más seguras. De pie, sobre un pequeño montículo, Luis Andrés Orive gesticula dando instrucciones a un operario que maneja una excavadora. Palada a palada, una suave colina se va formando junto a lo que empiezan a ser pequeñas lagunas renacidas después de años sepultadas. A sus espaldas, la factoría de Mercedes y unos campos de labranza destinados a convertirse en nuevos barrios. El ingeniero ve más allá de la ciudad difuminada en la distancia. Está leyendo la Vitoria profunda, todas las páginas que la conforman: las capas geológicas, el manto vegetal, las aguas subterráneas, los colectores, las manchas de bosque, las tierras de labor, la fauna, los cauces fluviales, el aire y el humo, las montañas que la rodean y la trama urbana expandiéndose como una sólida marea. La escena sucede a comienzos de la década de los noventa y el milagro que está surgiendo de la abandonada gravera es el parque de Zabalgana.

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