Una estampida en el paso de Hell Dorado
begiart ·
Un espacio para mostrar el trabajo de nuestros artistas silenciado por la pandemiaLa banda se ha reunido en su cubil, a las afueras del pueblo. Las espuelas en sus botas denotan una carrera en la que ha habido casi de todo lo que hace falta para que a alguien le reclamen en carteles. Tienen preparadas sus herramientas, algunas de ellas les han acompañado ante el peligro durante décadas. Ahora planean su próximo golpe, desde el que saldrán cabalgando en dirección a la puesta de sol. Y, más adelante, tal vez cuenten esta y otras historias.
Todo esto es tan cierto como que en su local de ensayo de Taldegune, en Betoño-Zurbano, Mario Gómez, Iñigo Etxeita, Alberto Andino y Xabi Baldeon trabajan las canciones de su proyecto, Búfalo Club. En sus trayectorias hay bandas como Crines, Los Blues Morning Singers, Dave & The Souldiers o The Allnighters. Con viejos 'hierros' como la Fender Telecaster de Etxeita o la Stratocaster Plus de Gómez –ambas de los primeros 90–, junto a otras guitarras y al bajo Jack Casady de Andino y la batería Gretsch de Baldeon, ponen orden en el repertorio que estrenarán el 18 de julio en Hell Dorado, en horario vermú. Y, después del bautizo, se dirigirán a escuchar a otros –una costumbre realmente sana entre músicos– al Iradier Arena. Sí, donde tocan The Jayhawks esa tarde. Vamos a ver qué se cuentan.
«Somos un animal grande y torpe. No somos chavalicos», arrancan los Búfalo Club. «Es torpe pero bueno, noble», precisa el hombre de las baquetas, los rods, los platos y los tambores. Lo cierto es que la captura del ungulado resultó bastante más complicada que las masacres de los cazadores y tramperos blancos, a todo rifle, hasta extinguir al gran herbívoro. «Todos los nombres estaban cogidos y este encajaba bien con el imaginario americano», pero le faltaba el apellido. «'Club' es algo internacional». «Es un anglicismo más que interiorizado», agrega Mario Gómez, que lleva otros en su mano, como 'bottleneck' o 'slide'.
El proyecto surgió «en plena pandemia y gran parte, en bici», señalan en alusión a las reuniones que llevaron a cabo cuando y como se podían juntar. El cuarteto ya tenía antecedentes con letras en inglés y con los dos guitarristas elaborando media docena de temas, entre ellos 'La diosa del barrio', una pieza rockera elegida como primer sencillo, con su letra ahora en castellano.
Ahí estaban el rock and roll y el sonido sureño, en ese disparadero que buscaría después una diana en la que acertar. «Queremos transmitir lo que sabemos hacer, no vamos a ponernos a tocar reggae porque no lo sentimos», aclara Etxeita. Otra pata del cuadrúpedo, Xabi Baldeon, recuerda que llevaba como 25 años sin tocar de seguido en público, desde la etapa de Crines. «A Iñigo y a mí nos apetecía hacer algo juntos». «Nos conocemos bien, y con una miradita ya nos decimos 'quieto ahí'», resalta el guitarrista. Y Alberto Andino se sumó como bajista eléctrico –aunque él es más de contrabajo– «por amistad con los tres, hay buen ambiente».
Además de eso, hay micrófonos para todos. Aparte de las voces principales de Gómez y Etxeita, siempre hay coros. «Teníamos muy claro desde el principio Iñigo y yo que los coros son un plus», manifiesta Mario mientras tres cabezas asienten. Claro que cada una ha tenido que buscar su lugar y tesitura para evocar el estilo sonoro de esos dorados 70 con America, Jackson Browne, Eagles y demás grandes bestias de la escena, incluidos también leviatanes como Rod Stewart o los mismísimos Rolling Stones.
Pero 'El gran azul', 'Dispárame', 'El buscavidas' o 'Honky tonk' suenan en castellano. «Suena más natural que los giros en inglés, tenemos más recursos», indican. Que les entiendan bien también les apetece, conscientes de que «históricamente, la gente ha pasado de las letras en el rock and roll». Y ahora ya retruena como una estampida.
Comisariado de Natxo Artundo, periodista
Ni los más virtuosos logran que el rock and roll suene si no lo sienten por dentro. Ya sean el corazón, el alma o las tripas, algo ha de contener esa pulsión, sin la cual el repertorio no pasa de correcto. Y la corrección no se lleva bien con el rock. Por ello, Mario, Iñigo, Alberto y Xabi se han sacado del interior un montón de sonidos de americana y estirpe rockera, los han vestido en castellano y los corean con ganas. Así es este club y así son estos socios.