Okupas en Vitoria
La Ertzaintza investiga el robo de varias joyas en el piso okupado de Josefina«Se ha llevado hasta la cadena de oro de mi difunto marido», clama esta vecina de Vitoria tras recuperar su casa después de 3 años de lucha judicial
Josefina, la vecina de Zaramaga de 71 años que ayer miércoles recuperó su piso okupado, se ha instalado esta mañana en su hogar. Así ... han acabado alrededor de 3 años de lucha judicial para echar a su okupa, una mujer llamada Jamila a la que alquiló una habitación y que, aprovechando «unas vacaciones en Colombia» le cambió las cerraduras. Aún afectada ha hecho recuento de los objetos presuntamente robados por su antigua inquilina.
«Dejé una habitación cerrada con candado para guardar mis cosas. Oculté en un armario una cajita con varias joyas», ha relatado a EL CORREO. «No hay nada. Falta un reloj de mi hermano, una cadena de oro con crucifijo de mi primer marido y que compró en una joyería muy pequeñita que había en la Virgen Blanca, una pulsera, también una medalla, una cruz de Caravaca...».
Desconsolada, confía en que la Ertzaintza pueda esclarecer esta presunta sustracción de estos objetos valorados en varios miles de euros. «Han estado agentes tomando fotografías y intentando sacar huellas», ha indicado. «El candado que dejé estaba reventado». Fuentes internas de este cuerpo confirman que hay una investigación abierta. Su ya exokupa ya fue condenada penalmente el año pasado por revender una joya suya.
«250 euros por habitación»
Este recorrido de reconocimiento por su modesta vivienda ha deparado más sorpresas negativas. «Fíjate esta lámpara del salón. Me costó 3.000 euros, no es una broma. Mira, se ha llevado hasta las bombillas, ¿dónde cojo yo ahora focos como estos? Lo ha hecho para hacer daño», ha proclamado entre lágrimas.
También faltaba «una escopeta de cristal con vino de Oporto que tenía colgada en la pared. Y después dicen que no beben», ha añadido en referencia a su okupa, sospechosa de haberse lucrado subarrendando las habitaciones de este piso, ubicado justo enfrente del centro comercial El Boulevard. «Pedía 250 euros por cuarto».
El registro de la cocina del domicilio ha dejado idéntico análisis. Todos los cajones estaban vacíos. «Ni un plato para comer ha dejado», se ha quejado Josefina, quien tuvo que vivir «un año» en el camarote del bloque. Se trata de un sótano, con una elevada humedad. «Tenía que hacer mis necesidades en un balde y cuando salía a la calle a vaciarlo, ella me hacía burla y señas desde la ventana de mi casa».
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