Jon blinda a sus cerdos de la peste: «Desinfecto todo y no entra nadie»
El temor a que el virus salte a las granjas acecha al porcino alavés. «Sería fatal», advierte este ganadero de Legarda
Desde que la mortífera peste porcina africana regresara a Cataluña hace una semana tras treinta años sin ningún caso en la Península, los ganaderos porcinos ... de Álava no le quitan ojo al monte en busca de jabalíes y tampoco le restan atención a los movimientos que está realizando la Unión Europea, China, Japón, Corea del Sur y México. Algunos de esos mercados, que son sus principales motores, ya han vetado la entrada de carne española, pese a que los primeros brotes del virus han aparecido en trece jabalíes y el consumo de esta carne no supone «ningún riesgo» para los humanos.
Todo ese telón de fondo no es nada halagüeño y provoca que el estado natural de granjeros como el alavés Jon Larrinaga, original de Amurrio, sea la ansiedad, el nerviosismo, que le recorra una inquietud permanente. «Estoy acojonado», reconoce sin florituras este joven que desde hace cinco años controla 1.970 cabezas de porcino en Legarda, a siete kilómetros de Vitoria, y hace dos meses se hizo con otro buen puñado en Argómaniz, en Elburgo, de tal forma que en la actualidad maneja un total de 5.320 cochinos.
Su preocupación y la de un sector que no acostumbraba a convivir con esta enfermedad desde 1994, es que la peste dé el salto a los cerdos domésticos. «Las consecuencias económicas podrían ser fatales», asegura. A Jon no le hace falta ser un experto en economía para llegar a la conclusión de que este virus que acecha en Álava –el territorio vasco con más explotaciones porcinas– a 14 granjas y 14.000 cabezas de cerdo es capaz de matar a todos los puercos de una granja tras unos pocos días de fiebre, tos y hemorragias, lo que podría provocar sacrificios masivos y un desplome de precios.
13 Son los jabalíes salvajes
que han dado positivo en Cataluña, donde se desató la peste porcina hace una semana. Las causas aún se están investigando.
5.320 es el número de cabezas de cerdo
que controla Jon Larrinaga. Este alavés tiene granjas en Legarda, a siete kilómetros de Vitoria, y en Argomaniz, en Elburgo.
Precedente
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Un virus mortífero que vuelve tras 30 años España no registraba ningún caso de la peste porcina desde 1994. Entonces, el sector no dependía tanto de la exportación como en la actualidad.
Naves a 21 grados
Su consuelo, ahora que el virus está encapsulado y todavía no hay ningún caso en la provincia, son las medidas de bioseguridad. Éstas se han reforzado en la última semana, y según explica, afortunadamente, ahora los ganaderos porcinos están más preparados desde que el síndrome respiratorio reproductivo porcino (PRRS), más conocido como 'La Rosalía', se propagara en 2020. «Si la alerta por la peste porcina hubiera llegado entonces... muchas empresas de las que hoy se mantienen ya hubieran desaparecido. Ahora estamos mucho más concienciados», asegura.
Para empezar, su granja intensiva está totalmente vallada y perimetrada, de forma que se impide la entrada a cualquier curioso que quiera acercarse al terreno. Además, cada mañana, antes de acceder para controlar cómo va el engorde de sus cebones –llegan con 20 kilos y se van camino hacia al matadero de Tafalla (Navarra) con unos 100– revisa las huellas que puedan haber aparecido en la tierra. «Me voy fijando en las pisadas de los jabalíes porque son los mayores transmisores, también tengo veneno puesto para los roedores para evitar el contacto con cualquier tipo de animal», señala.
Sus ventanas también están protegidas por completo con mallas para evitar que se acerquen pájaros o aves silvestres y «desinfecto todo lo que entra», que no es demasiado porque «aquí no dejo que pase nadie». No es ninguna exageración y, para este reportaje, el fotógrafo de EL CORREO accede al interior de la nave –climatizada a 21 grados de temperatura y sin humedad para no dar rienda suelta a las bacterias– sólo durante unos minutos y completamente protegido, con un buzo y calzas de plástico.
«Desde septiembre, a parte de mí, han entrado aquí nada más que tres personas: el obrero (que realiza labores de mantenimiento), el veterinario y el marcador», aquel trabajador que se encarga de identificar a todos sus cerdos. «Los chóferes de los camiones que me traen las crías y el pienso tienen prohibida la entrada a la granja» y, aunque se queden a las puertas, también les rocía con un producto desinfectante sus botas. Porque, ante este escenario, cualquier protección es poca. «Tenemos que ser muy exhaustivos», reconoce.
Álava es el territorio vasco con más explotaciones porcinas, que se reparten entre 14 granjas con 14.000 cabezas de cerdo
También todos esos camioneros tienen que presentarle un precinto y una hoja de desinfección actualizada, que garantiza que su vehículo acaba de pasar una sesión de lavado exhaustivo. Y es que, pese a que la peste porcina no supone un riesgo para la salud humana, los expertos indican que sí se transmite al medio natural a través de las suelas de los zapatos y las ruedas de los coches.
Desde que se desató la alerta por la peste porcina, el día a día de ganaderos como Jon se ha vuelto mucho más exigente para que todo esto «no vaya a más». Porque ese es el principal temor, que todo esta enfermedad (cuyas causas aún se investigan) estalle y sobrepase la zona cero, que es el entorno de Cerdanyola del Vallès, en el parque natural de Collserola, que rodea buena parte del área metropolitana de Barcelona.
El alavés, que trabaja contratado por una empresa integradora, insiste en la exportación. Su granja forma parte del grupo GAM Family, una firma que aporta pienso, cerdos, medicación, gestión sanitaria... mientras él pone las instalaciones, la mano de obra y el día a día. «Nosotros estamos en el 55% de exportación, pero hay gente que le da salida al 70 u 80%», indica. Según datos del Eustat, el País Vasco se juega 354.859 euros en exportaciones, de los que Álava se queda con 11.372 euros.
El Gobierno catalán ordena investigar a 5 laboratorios por si hubo una fuga del virus
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, ha encargado al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA) una auditoría de todos los centros que trabajan con el virus de la peste porcina africana dentro del radio de 20 kilómetros donde se ha producido el brote a fin de determinar si se ha producido alguna fuga de las instalaciones. Illa dijo que estos centros «no son más de cinco» y defendió auditar dichos complejos y revisar sus protocolos de forma preventiva, según anunció desde el centro de mando avanzado para la contención del brote. El máximo dirigente catalán especificó que «el informe nos dice que no podemos descartar ninguna hipótesis y activamos ya esta revisión de instalaciones y de protocolos. No podemos confirmar nada, no podemos descartar nada». Así, la Generalitat encargó al IRTA que conforme un grupo de personas «expertas y competentes». Illa destacó que el brote no ha llegado a ninguna de las 55 granjas dentro del radio en vigilancia. Entre todas tienen más de 80.000 animales. El número de positivos en jabalíes hasta el momento es de 13 casos confirmados, con «más de 70 casos negativos», dijo. La carne de los cerdos de granjas en este perímetro se empezará a poner en el mercado español para su venta en la cadena de distribución en breve, anunció Illa, puesto que «no hay ningún riesgo» en el consumo de esta carne para la salud humana. Asímismo, dijo que «se está consiguiendo el objetivo de contener el brote» que es la «prioridad número uno». Agradeció el trabajo de todos los efectivos desplegados y pidió a los ciudadanos cumplir con las restricciones y evitar entrar en la zona prohibida. Por último, el presidente ratificó que China, «un mercado muy relevante», ha «aceptado» la carne de cerdo española.
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