Ecologistas atribuyen la muerte de 29 ciervos en Salburua a un «maltrato animal»
El grupo Gaden trasladará su denuncia al Ayuntamiento para que pida explicaciones a la empresa encargada del cuidado de los venados
La respuesta de los grupos ecologistas a la noticia de la muerte, durante este invierno, de 29 ciervos en Salburua no se ha hecho esperar. El colectivo Gaden considera que «estamos ante una situación de maltrato animal» y discrepa de la versión ofrecida por la directora de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vitoria, que en declaraciones a este periódico aseguró que habían fallecido los venados «más vulnerables», en alusión a los que no han conseguido alimentarse del pienso extraordinario que sus cuidadores les empezaron a suministrar a principios de febrero.
«Estamos hablando de animales que están controlados, que no son ciervos salvajes como los que pueden vivir en el Gorbea, al descubierto y que se alimentan de lo que pueden», señaló ayer Andrés Illana, miembro de Gaden. Con lo que, a su juicio, «existe una responsabilidad por parte de quien se encarga de su cuidado. No nos vale que digan que han muerto los más vulnerables cuando son animales estabulados, que se pueden separar entre machos y hembras o también por edades si necesitan un cuidado distinto».
Estas argumentaciones las trasladará Gaden a los elkargunes –consejos sectoriales– de Medio Ambiente y Protección Animal en Vitoria para que se «tomen las medidas necesarias». Illana apunta a la posibilidad de presentar una denuncia contra la empresa encargada del control de estos mamíferos que conviven en los prados, bosques y humedales del parque periurbano de Salburua. «Pero debería ser el Ayuntamiento quien diera ese paso de denunciar o de romper el pliego de condiciones porque se está incumpliendo», añade el ecologista.
Desde Gaden recuerdan que hace tres años, también durante un invierno con varios episodios de fuertes nevadas, murieron 69 ciervos «y entonces, además de la causa del frío, se nos dijo que había podido haber un cambio en la dieta. Eso es imposible de controlar». Pero ahora, «más allá de que hayan podido influir las bajas temperaturas, nos cuesta asumir que se justifique que las crías más pequeñas –de las 29 muertes, 19 pertenecen a ese grupo de menor edad– han tenido más dificultades para acceder a la alimentación. Son animales controlados, repito, y a los que se puede organizar y distribuir la comida», incide.
