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Una trabajadora revisa las unidades de glóbulos rojos en las instalaciones del Centro Vasco de Transfusión Maika Salguero
Descienden las donaciones de sangre por las jubilaciones y la menor solidaridad de los jóvenes

Descienden las donaciones de sangre por las jubilaciones y la menor solidaridad de los jóvenes

Euskadi necesita al menos 400 entregas al día para mantener los tratamientos oncológicos y los quirófanos abiertos

Víctor Pérez y TERRY BASTERRA

Sábado, 18 de enero 2020, 00:22

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Donar sangre es un acto de generosidad. De vida. Lo dice el conocido eslogan y no miente. Sin las personas que se acercan a ceder su líquido vital de forma totalmente altruista el sistema sanitario no podría funcionar tal y como lo conocemos. Sin glóbulos rojos no se podrían realizar muchas operaciones que precisan transfusiones, sin plaquetas los tratamientos para personas con problemas de coagulación o víctimas de varios tipos de cáncer que se han sometido a quimioterapia se verían limitados y sin plasma el desarrollo de algunos medicamentos retrocedería de manera notable. En Euskadi se necesitan que un mínimo de 400 personas pongan el brazo cada día para mantener la actividad normal de la sanidad pública y privada mantengan su funcionamiento normal. A día de hoy se consiguen, pero la situación no es para echar cohetes. En Álava, el último año las cesiones se han reducido en aproximadamente 1.000 unidades, situándose en torno a las 19.000 donaciones según la Asociacion de Donantes del territorio. Y no se trata de algo puntual. Es una tendencia que se está registrando en varios países del mundo. Incluso en aquellos en los que la entrega de sangre se hace a cambio de dinero.

En Euskadi detrás de esta tendencia a la baja está un cambio en la sociedad. El grueso de los 60.000 vascos que ceden su sangre de forma habitual tienen más de 50 años. Pertenecen a generaciones en las que el concepto de solidaridad está enraizado. Tratan de no faltar a su cita con el autobús que acude periódicamente a sus localidades o a las unidades que se acercan a las empresas en las que trabajan. Pero a los 65 años se jubilan. Y no solo de su actividad laboral, también lo hacen de su etapa como donantes. A partir de esa edad se les saca del resgistro por criterios médicos, salvo casos muy puntuales.

El retiro de estas personas está incidiendo negativamente en la recogida de sangre. Y es que las nuevas generaciones no consiguen ocupar esas vacantes que han dejado los veteranos. ¿Por qué?Afecta el descenso de la población pero, sobre todo, la menor conciencia colectiva de los jóvenes. Son menos solidarios que sus predecesores y no perciben la importancia que tiene este gesto.

No siempre fue igual. Jaime Grande es un claro ejemplo. Comenzó a donar con 18 años junto a un amigo de la infancia. «Cada vez que venía el autobús de la sangre para allí que íbamos», recuerda. A sus 49 años ha mantenido esta costumbre a rajatabla. Esto le ha permitido entrar en el registro de grandes donantes. Suma más de 50 ocasiones poniendo el brazo y tiene previsto seguir haciéndolo todo el tiempo que pueda. «Es un gesto altruista que no me cuesta nada. Ayudar a otros aportando algo mío es muy gratificante», destaca. Grande es consciente de la caída que están registrando las donaciones. «Lo que más cuesta es llegar a la gente joven y que para ellos se convierta en un hábito porque no perciben esa necesidad que hay de aportar sangre de forma constante. A veces parece que si no hay una alarma o ocurre una desgracia una parte de la sociedad no se moviliza cuando es algo que hace falta todos los días. Hay numerosos tratamientos contra el cáncer que necesitan de transfusiones para poder realizarse», recuerda.

Por su parte, Isabel Viloria, presidenta de la Asociación de Donantes de Álava, entiende que 2019 fue un año «tranquilo» y celebra que «no hemos tenido ningún momento de alerta o urgencia durante todo el año y eso evita las llamadas masivas de donantes». Viloria reconoce el descenso de donaciones y asegura que «para 2020 tenemos el objetivo no solo de recuperar los donantes perdidos, sino de superarlos».

Es importante recuperar esas cifras debido a la creciente actividad quirúrgica y oncológica que necesita también del rojo elemento para funcionar. Y no en todos los lugares se dona igual. En las zonas rurales hay mayor solidaridad y funciona mejor el boca a boca. Cuando acude una unidad de recogida de sangre la cantidad de personas que se acerca en proporción a los habitantes es relevante. En las zonas urbanas no ocurre lo mismo. A la gente le cuesta más entrar en los autobuses, furgonetas y en los centros repartidos por las principales ciudades. Ocurre en Vitoria donde se concentra el grueso de la población de la provincia.

Enero, mes incierto

El periodo vacacional ha dejado el estocaje de las reservas del Banco de Donantes de Álava «en el límite». Viloria explica que en navidades, al igual que en otros periodos vacacionales, siempre desciende el número de donantes porque los habituales se marchan de vacaciones. Pero la necesidad de sangre sigue estando ahí y la mujer lamenta que «los hospitales no cierran por vacaciones». Por esta razón, es fundamental saber y no olvidar que la sangre no se puede fabricar y que sólo puede ser donada, yque, además, caduca. Por eso no dudan en hacer un nuevo llamamiento para que la población se acerque y done sangre. Done vida.

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