La cultura alavesa lanza un SOS 'rojo' y pide planes para reactivar el sector
430 profesionales del mundo de la cultura se reúnen en los Fueros para visibilizar la situación en la que se encuentran debido al coronavirus
Judith Romero
Jueves, 17 de septiembre 2020
Utilizaron sus móviles como solía hacerse con los mecheros en los conciertos, pero sus pantallas se tiñeron de rojo en vez de blanco para reclamar un salvavidas para su sector. Cientos de trabajadores, asociaciones, empresas y personas a título individual se concentraron este jueves en la plaza de los Fueros de la capital alavesa para reclamar un mayor apoyo a la actividad cultural por parte del Gobierno y las instituciones. Lo hicieron en el marco de la iniciativa 'Red alert' o 'Alerta roja: Hacemos eventos', un movimiento internacional a la que ya se han sumado Vitoria, otras 27 ciudades españolas y un total de siete países.
Los organizadores denuncian que la cultura está «al borde del colapso» por las restricciones del coronavirus y la crisis económica derivada de la enfermedad. Los asistentes acudieron vestidos de negro y permanecieron en silencio. Excepto algunas declaraciones, el escenario no acogió ningún espectáculo. «Hemos optado por un acto silencioso, sin cánticos y ordenado, para demostrar que somos capaces de llevar a cabo grandes eventos cumpliendo las medidas de seguridad», afirma Jokin Iriarte, coordinador de Alerta Roja en Álava.
La plaza de los Fueros se convirtió en una gran sala de conciertos al aire libre sin actuación alguna. Se repartieron 430 tickets para limitar el aforo y garantizar la seguridad de los asistentes. Parte de ellos se sentaron en cajas de transporte de instrumentos musicales, y el resto se repartió por las escaleras del recinto manteniendo la distancia. Los escalones y la pared del frontón se tiñeron de rojo para denunciar su situación de «emergencia económica».
«Llevamos siete meses cerrados pero seguimos pagando autónomos y la Seguridad social de los trabajadores», denuncia Juan Uriarte, responsable de Hell Dorado. Las salas pertenecientes a los grupos 3 y 4 fueron cerradas por decreto, y en Hell Dorado se plantean cambiar a una licencia de grupo 2 para poder funcionar como una cafetería. «No es viable a largo plazo, pero tenemos previsto abrir durante algunos conciertos en octubre y volver a cerrar la sala», avanza Uriarte.
«Estudiamos instalar mamparas entre las sillas para aumentar nuestro aforo, de 34 personas»
CHEMA GONZÁLEZ, URBAN ROCK CONCEPT
«Se me han caído 60 conciertos, no nos dejan ni demostrar que podemos organizarlos de forma segura»
iñaki urbizu 'pela', cantante
«Llevamos siete meses cerrados pagando autónomos y la Seguridad social de los trabajadores»
JUAN URIARTE, HELL DORADO
Algunas de las reivindicaciones de Alerta Roja son prorrogar la prestación especial a autónomos por cese de actividad hasta la recuperación del 100% de los aforos, deducciones de IRPF o que las empresas puedan acogerse a ERE por fuerza mayor hasta recuperar los aforos. También reclaman la creación «inmediata» de una mesa sectorial y planean un 'Global Day' para seguir haciéndose oír en todo el mundo el próximo 30 de septiembre. Ayer, muchos de los profesionales alaveses reunidos en los Fueros pedían «que nos dejen trabajar».
«Desde el inicio de la pandemia se me han caído 60 conciertos. Nos hemos adaptado a todas las normas pero no nos dejan ni demostrar que podemos organizar conciertos para disfrutar de la música de forma segura», lamenta el cantante Iñaki Urbizu, 'Pela', quien destaca que en lo que va de año únicamente ha podido actuar en seis ocasiones. «Lo siento por quienes tienen familias que mantener, porque es difícil que lleguemos así a final de año», subraya.
Ante las restricciones, los responsables de las salas de conciertos buscan fórmulas para introducir más espectadores de forma segura. «En estos momentos tenemos un aforo de 34 personas, algo que no es viable, y estamos estudiando instalar mamparas de metacrilato para ampliarlo», explica Chema González de Urban Rock Concept sin dejar de señalar la posibilidad de que las instituciones subvencionen este tipo de intervenciones. Además de profesionales del sector, entre el público de esta particular 'performance' se encontraban ciudadanos que añoran acudir a conciertos.
«En la asociación Sweet Country Boots ibamos a organizar nuestro tercer festival de música country y lo hemos cancelado. Sabemos que bailar en un concierto todavía nos queda muy lejos, pero estaría bien poder acudir a más con garantías y disfrutar del mundo de la cultura», señala Laura Nanclares, quien tiene la música como hobby. Carlos González, técnico de sonido desde hace 20 años, ha visto desaparecer trabajos como el Azkena, el BBK o el BIME este verano. «El problema es que, sin planes ni propuestas sobre la mesa, no vemos la luz al final del túnel», resume.