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El equipo en la ocalidad de Grise Fiord. Rafa Gutiérrez
CAPÍTULO 12 - Los inuit: un pueblo en la encrucijada

CAPÍTULO 12 - Los inuit: un pueblo en la encrucijada

Continúa la aventura de los alaveses que buscan alcanzar el paralelo 82 en el Ártico

Miguel Gutiérrez

Miércoles, 23 de agosto 2017

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Grise Fiord es un grano de arena humano en una inmensa isla del tamaño de Inglaterra. Solamente 140 personas habitan esta aldea que es el único asentamiento de Ellesmere, la ínsula más septentrional del Ártico canadiense. Lo demás es naturaleza desatada y de una severidad implacable. Bob Mc Donald, caporal de la policía montada, nos relató el triste origen del pueblo: «El gobierno quería colonos en este lugar frigidísimo así que trasladaron aquí a un par de familias inuit del Labrador en los años 50. Nadie sabía si podrían sobrevivir en un lugar tan extremo, pero lo hicieron». Sobrevivían en exclusiva de la caza y la pesca. Y hoy, tras tanto sufrimiento, se sienten víctimas de una nueva agresión por parte de la «civilización»: 

«Aquí llegan algunos fanáticos ecologistas y nos llaman asesinos por vivir de la caza», lamentaba Larry Ullolluq, cabeza de una de las familias de Grise Fiord.  Llegamos a la villa en mitad de la temporada del narval. Las lanchas de los locales llegaban a la playa con las presas y despiezaban a los cetáceos. Para corazones urbanistas es un espectáculo duro de ver. Pero hay que poner esta práctica en contexto: la piel de narval es la única fuente de vitamina c pues en Ellesmere es muy difícil y caro conseguir frutas y verduras. Además, los inuit son pocos y solo cazan lo que necesitan. Las poblaciones de cetáceos no se resienten apenas.

Uun narval recién cazado
Uun narval recién cazado Rafa Gutiérrez

Sus hermanos groenlandeses todavía cuidan más su actividad cinegética. Cazan solamente mediante técnicas tradicionales a las especies más amenazadas, jugándose la vida en el proceso. Michael Petersen -un joven de ascendencia mitad escandinava mitad inuit- nos aseguró que los accidentes son comunes: el noviembre pasado una morsa mató a un hombre en la bahía de Qaanaaq cuando este se disponía a arponearla desde su Kayak.

 

Las diferencias entre las poblaciones inuit de Nunavut  (Canadá) y Groenlandia  no son muy grandes. Los trineos de perros son algo diferentes y en Groenlandia tal vez mantienen con más ahínco las tradiciones. Ambos son territorios con una gran vocación de autonomía política y que han padecido numerosas agresiones por parte de los foráneos.

Cambio climático

Todos coinciden además en una cosa: el tiempo está muy revuelto desde -aseguraban los ancianos- los años 80. «Los glaciares se han reducido muchísimo en un tiempo récord y el agua se ha calentado de manera evidente -aseguraba el septuagenario Uusaqala-. Si el calentamiento continúa a este ritmo esta tierra pronto cambiará totalmente». El Ártico necesita de un esfuerzo global. Los activismos ecologistas son un imperativo; pero -si no queremos volver a victimizar a un pueblo que ya ha sufrido- este debe ampararse en datos contrastados; y ejercerse desde la serenidad y la pedagogía y nunca desde el señalamiento de las culturas boreales, cuyo impacto sobre la salud del planeta es mínimo.

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