El año pasado 'firmó' su vinculación canónica con la Diócesis. FOTO: Rafa Gutiérrez / VÍDEO: ALONSO CASTRO

De Camerún a párroco de la Catedral nueva

El año pasado Christian Baya se vinculaba a la Diócesis de Vitoria y ya, con menos de una década en España, está al frente del templo más grande de la ciudad

Domingo, 10 de julio 2022, 02:15

No se hizo sacerdote «para conseguir privilegios», dice, pero, cuando lo piensa, no puede evitar sentirlo como tal. Al borde de cumplir una década en ... España, Christian Baya (Camerún, 1976) será el nuevo párroco de la Catedral nueva junto a Unai Ibáñez. Con una carrera tan fulgurante como trabajada, llegó de África para estudiar Teología en Pamplona, se mudó a Vitoria para hacer el doctorado y hoy le faltan las palabras para agradecer al obispo, «don Juan Carlos» (Elizalde), que le haya confiado ese majestuoso templo que ya quiere tanto como un vitoriano más.

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Volverá en vacaciones a casa para matar la añoranza de su tierra, ver a su hermano, a su madre y sobre todo abrazar a su padre, al que tanto debe. Pues bien sabe que, de no haber sido por su caprichoso deseo, no tendría su estola y su casulla en la cripta de la catedral más joven de España. «Él solo quería una cosa en la vida: que su casa estuviera al lado de una escuela y de la iglesia para que sus hijos no tuvieran que andar mucho para ir a clase o a misa», recuerda.

En aquella parroquia regentada por franciscanos, al pequeño Christian nada parecía indicarle que acabaría dando la homilía. «Los niños no participábamos mucho. Veíamos la misa como una cosa de mayores». Una vez los frailes fueron sustituidos por salesianos, la tónica cambió. «Nos quedábamos a jugar al fútbol, ver películas. Le daban más importancia a los niños».

Pero tampoco aquella experiencia le empujó a volcarse en el sacerdocio. Para aquel momento solo habían dos cosas que le fascinaban: los aviones y la medicina. «Era un niño muy enfermizo. De pequeño cogí muchas veces la malaria. Miraba con mucha admiración a los médicos que me atendían». Fuera lo que fuera, él lo que quería era «un trabajo que me permitiera darme a la gente».

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Cuando le tocó la hora de decidir si dar el salto al seminario, así se lo hizo saber al rector. «Le dije que quería ser médico y me respondió que también podía ser médico de las almas». Así empezó una maratón que le llevaría hasta Vitoria. «Me mandaron a estudiar Matemáticas y Economía. Me dijeron que no me ordenaban hasta que terminase los estudios».

Después, como profesor en un colegio al que sacó de una mala racha económica, el obispo no quiso dejar escapar a su oveja del redil. «Yo creo que le dijeron que, si no me ordenaban, podía acabar dejándolo». Y ya como cura, ejerció en una parroquia que le tocó levantar desde sus mismos cimientos e incluso hizo de tesorero para la Diócesis de Ebolowa.

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