Álava planta cara a la invasión de dos moluscos exóticos
Expertos de toda España estudian hoy en la UPV los estragos que causan en los ecosistemas el mejillón cebra, el caracol del cieno y otros diez invertebrados invasores
Uno es originario de los mares Caspio, Azov y Negro y el otro, de Nueva Zelanda. La globalización de los transportes, la fragmentación urbanística y ... la pesca han hecho que el mejillón cebra y el caracol del cieno ('Potamopyrgus antipodarum') acaben siendo dos moluscos exóticos invasores asentados ya en los ríos y embalses de Álava. Amenazan la pervivencia de otras especies y además causan estragos en determinadas estructuras. La Diputación alavesa, que les planta cara desde hace años, es uno de los más de 50 agentes que participan hoy en la Facultad de Farmacia en el Foro Macológico, donde reflexionarán sobre el «desafío» que plantea para los ecosistemas españoles la llegada de hasta doce especies exóticas de moluscos invasores.
«Son una de las principales causas de las extinción de las especies», alerta el catedrático de Zoología de la UPV/ EHU y director del foro, Benjamin Gómez. Reúne en Vitoria a especialistas del CSIC, del Ministerio de Transición Ecológica, de otras universidades y de instituciones encargadas de la gestión del medio natural. Estas invasoras, introducidas de manera intencionada o accidental, detalla, se reproducen de forma masiva hasta convertirse en dominantes de los ecosistemas que habitan, desplazando y compitiendo con especies nativas.
Gómez recuerda en este sentido que el mejillón cebra, presente en los embalses del Zadorra y otros afluentes del Ebro, «asfixia» a las náyades, unos bivalvos autóctonos. Los invasores se asientan sobre sus conchas y ya no les dejan abrirlas.
La batalla contra esta especie de molusco está perdida y lo único que puede hacer es controlar que no se extienda y que los daños en embarcaciones y otras instalaciones no vayan a más. Lo que sí se puede hacer ahora es evitar la propagación del 'Potamopyrgus antipodarum', un caracol pequeño muy perjudicial para la vida en el fondo de los ríos. Y además, explica el catedrático, tratar de impedir que llegue a Álava el caracol manzana que devora los cultivos de arroz en el Ebro y que cada vez se acerca más.
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