Álava detecta 132 millones de fraude fiscal en cerca de 4.000 inspecciones realizadas
La informatización del sistema facilita a Hacienda recuperar el equivalente a una cuarta parte de su presupuesto
Los inspectores de la Diputación de Álava detectaron en el último año 132,6 millones de euros en fraude fiscal, es decir, el equivalente a ... una cuarta parte del presupuesto foral vigente, según datos a los que ha tenido acceso EL CORREO. Entre los cerca de 4.000 expedientes abiertos por los técnicos del Departamento de Hacienda, se hallaron descuidos, incoherencias y acciones de mala fe que sobre todo afectaron al Impuesto de Sociedades y al IVA. Por cada uno de ellos afloraron 28 millones de euros.
Sobre el total, 82 millones corresponden a inspecciones desarrolladas y los cincuenta restantes son como consecuencia de la revisión que se hace sobre liquidaciones, deducciones y operaciones incorrectamente presentadas por los contribuyentes. La casi absoluta informatización de la contabilidad contribuye a ampliar el foco de actuación y abrir cada vez más expedientes. De esta manera, en el último ejercicio se colocó la lupa sobre 2.470 empresas y 1.528 personas individuales. Porque ya no supone revisar cada movimiento en los pesados libros de contabilidad, sino que los propios programas informáticos son quienes avisan a la Administración de la posible existencia de un elevado indicio de riesgo fiscal.
En cualquier caso, los responsables del fisco alavés recalcan que «no hay sectores concretos que defrauden, sino personas concretas» que lo hacen. Tratan de eliminar cualquier halo de sospecha sobre los profesionales y demuestran la existencia de una amplísima red de supervisión que va desde las devoluciones y las ganancias patrimoniales hasta el control de datáfonos y la posible presentación de facturas irregulares.
Gastos desproporcionados
Puede que en el imaginario popular, el defraudador siga siendo aquel que opera con cuentas en el extranjero o realiza grandes movimientos de dinero en efectivo y a través de cheques. Sin embargo, esas «ganancias patrimoniales no justificadas», como las definen los técnicos de la Hacienda foral, supusieron la recuperación de doce millones, lo que supone un importante incremento, ya que un año atrás apenas alcanzó los 91.000 euros. Además, se cerraron otros cuarenta expedientes por la emisión y recepción de facturas falsas que han supuesto 1,2 millones declarados de forma incorrecta.
Donde más fraude se sigue detectando es en la labor de control a personas físicas y jurídicas que desarrollan actividades económicas con rendimientos negativos o beneficios muy reducidos que pueden haber incluido en sus declaraciones gastos ficticios, no relacionados con el desarrollo de su actividad económica o simplemente desproporcionados respecto a sus ingresos para tratar de pagar menos de lo que le corresponde a través del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas o Sociedades. Una cuestión que, a primera vista, podría parecer menor, pero que ha supuesto recaudar 45,8 millones de euros que no se habían declarado de forma correcta.
«No se nos tiene que olvidar que el fraude fiscal reduce la capacidad de las instituciones para ofrecer servicios (sociales, sanitarios, transporte…) y debilita su capacidad de respuesta en situaciones económicas como la actual que exigen esfuerzos extraordinarios», explica la diputada de Hacienda, Itziar Gonzalo.
En su contexto
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28 millones correspondientes tanto al Impuesto de Sociedades como al IVA han florecido en el último año. Otros 14 se han recuperado correspondientes al IRPF.
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3.998 expedientes Se abrieron durante el último año. No todos acabaron siendo un fraude, aunque la capacidad informática permite que cada año sea mayor el control del fisco.
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La revisión cuenta En el dinero que ha aflorado no sólo se incluye aquel que se trató de defraudar a propósito, sino también todo aquel que corresponde a liquidaciones, deducciones u operaciones que no se hicieron de manera correcta.
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«No hay sectores» Los responsables de la Hacienda alavesa descartan que haya sectores que opten por el fraude de manera generalizada, sino que corresponde a un comportamiento individual de los ciudadanos.
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