El Aeroclub de Vitoria despega en la lucha contra la ELA
24 pasajeros, afectados por la enfermedad y familiares de toda Euskadi, participaron el sábado en una jornada promovida por la asociación Adela para «visibliar la necesidad de cuidados»
Entodos los manuales se repite como una norma básica de la aeronáutica: los aviones buscan siempre aterrizar y despegar en contra del viento. El pasado sábado, en las salidas de la pista 04 del Aeropuerto de Foronda, el veterano Aeroclub Heraclio Alfaro de Vitoria no se saltó los manuales. Pero los pilotos añadieron la lucha, contra la ELA, en esos cinco aviones que sobrevolaron en carrusel Vitoria en más de veinte vuelos con un total de 24 pasajeros, afectados por la la Esclerosis Lateral Amiotrófica de todos puntos del País Vasco y familiares. «No sabemos quién disfrutó más, si ellos volando o nosotros con su energía», señalan desde el Aeroclub acerca de una jornada «emotiva y especial» que se prolongó desde las cinco a las ocho de la tarde. Durante media hora pudieron ver desde la altura el embalse de Landa en un recorrido que avanzó hacia la capital alavesa.
«Increíble» es el adjetivo que emplea Sara Calvo, presidenta de la federación Adela EH, acerca de una iniciativa que surgió como un reto impulsado por Iñaki Elorriaga, uno de los afectados. «Cada año nos plantea un reto para visibilizar las necesidades de los cuidados para personas enfermas de ELA. El año pasado nos subimos al Gorbea, anteriormente había hecho vela y este año nos dijo que teníamos que llegar al cielo», explica en referencia a otras iniciativas, 'ELA en Vela: Desafío Finisterre' y la ascensión 'GorbELA', que realizaron junto a 300 montañeros de la mano de voluntarios de Montes Solidarios que les auparon hasta la cima. Ya había visitado el aeroclub un vitoriano el año pasado el alavés Rodrigo García. «A pesar del diagnóstico de ELA, Rodrigo tenía el sueño de volar y lo cumplió. Nos dijo que era una experiencia increíble y la respuesta ha sido muy buena», apunta Calvo.
Pedro Diéguez fue uno de los veinte pilotos que participaron de forma voluntaria en la jornada. Muchos de ellos se dedicaron al apoyo en tierra como atar cinturones y ayudar a subir y bajar de los pequeños aviones. No olvidará las palabras de uno de ellos porque simbolizan el cruel avance de la enfermedad. «Me dijo ya me sostengo yo. No sé si el año que viene podré», recuerda. ¿Mareos? ¿Disgustos? «La cara de felicidad de todas las personas cuando aterrizaron era inmensa», contrasta Calvo acerca de ese chute de adrenalina que les permitió escapar de la rutina.