Crece la pasión por el jazz
Mirajazz ha aumentado casi un 30% su número de socios en el último año
CRISTINA ORTIZ
Lunes, 8 de julio 2013, 03:13
El jazz es un sentimiento que poco a poco va calando en la ciudad. Cada vez son más los que apuestan por esos ritmos y por disfrutar de ese sonido en vivo y en directo. Las cifras de asistencia a la programación de Mirajazz hablan por sí solas. Las propuestas del último año han recibido el respaldo de un 20% más de espectadores. «El incremento ha sido cuantitativo y estamos muy agradecidos de que la gente haya acudido», valoró Antonio Cenea, uno de los encargados de elegir los grupos.
De media, unas 150 personas disfrutan el tercer viernes de cada mes de los distintos conciertos organizados en la Fábrica de Tornillos, así como de los dos fines de semana reservados en noviembre para un festival. «Es una media que está muy bien» y que supone que casi 2.000 asistentes han disfrutado de las diferentes actuaciones.
Entre ellos, han encontrado a aficionados llegados de Burgos, Logroño, Haro o Vitoria, que se están convirtiendo ya, en algunos casos, en habituales. De la capital alavesa hay un grupo, más o menos numeroso, que no falla. A eso hay que añadir que ha bajado la media de edad de los asistentes, al sumarse a las actividades gente más joven. «Ha habido muchas caras nuevas y eso es algo de agradecer», valoró Cenea.
Pero en el último año no solo ha crecido el público, también lo ha hecho el número de socios del colectivo Mirajazz. Alrededor de un 30%. «Para nosotros eso es algo muy importante, porque esa pequeña cuota de 30 euros al año que paga cada uno nos garantiza un colchón económico para destinarlo al festival y que éste tenga unos precios populares», explicó Javier Fernández, uno de los impulsores del colectivo.
Han llegado a los 192 y no esperan tardar mucho en superar la barrera de los 200. Aunque tampoco buscan crecer demasiado. Ahora la estancia es cómoda, la gente no se aglomera. «No podemos hacer que la gente siga la actuación de pie. Perderíamos el ambiente, al esencia de lo que tenemos y que hemos diseñado desde el principio». Aunque esa decisión les conlleve menos ingresos económicos de los que podrían tener.
Mantener el formato
Son conscientes de que parte de ese éxito obedece al formato y a la estructura que gira alrededor de la música. A una instalación con buena acústica, a una mesa de mezclas óptima, a un técnico de audio que ha sabido dar con lo que llaman 'sonido Mirajazz' y también a un cuidado ambiente de club, con mesas y velas que armonizan con la música. «Resulta cómodo y todo el mundo se siente a gusto», valoraron.
Suena casi idílico, pero detrás hay un intenso trabajo de preparación que se reparten entre una docena de personas y que implica desde recoger a los artistas que van a actuar, hasta barrer la Fábrica de Tornillos o poner y quitar el mobiliario. Y todo de manera voluntaria y altruista.
Una afición que ha permitido disfrutar al público mirandés de 16 actuaciones, 3 de ellas en bares coincidiendo con el desarrollo del festival y uno más, el último, organizado en colaboración con la asociación Otrosojos.
Un número de propuestas más que aceptable y sostenida en el tiempo. Algo que no es nada sencillo de encontrar en la zona norte. Solo Bilbao, cuenta con una programación estable, con un concierto por semana, pero de carácter privado, solo para socios. Al margen de eso, quienes quieren escuchar jazz tienen que centrarse en los festivales de verano que se organizan en muchas localidades próximas, con mayor o menor prestigio y presupuesto, como el de Vitoria o San Sebastián . «Pero ese es un mundo distinto al que no queremos entrar. No es lo que buscamos», aseguraron.
En ningún sitio cercano se organizan actuaciones fuera del clubes. «No hay ninguna en un pabellón mediano como el nuestro, intentado crear un club un poco amplio... Los que vienen de fuera se quedan gratamente sorprendidos», reconoció Fernando Royo, otro de los encargados de la programación.
El handicap es que al no haber puntos próximos con una propuesta similar, es más difícil atraer a determinados grupos a los que supone un coste elevado contratarles porque solo tienen una actuación en la zona. «No pueden organizar una pequeña gira de tres o cuatro conciertos en el entorno para que les salga rentable desplazarse», reconocieron.
En Mirajazz tratan de compensarlo ofreciendo un trato muy personal, sin escatimar en detalles y dejando que sean los propios grupos los que decidan qué tocar. «En ocasiones los programadores les exigen determinados conciertos, nosotros no. Les dejamos el escenario para que muestren su música, lo que ellos quieran. Eso también es un buen valor añadido. Ponemos el local, un buen sonido y el público, lo demás depende de ellos», apuntó Cenea.
Eso sí, es Mirajazz quien programa y quien elige los grupos. Ya tienen cerrado el inicio de la nueva temporada en octubre. Tendrán una doble sesión con Fetén Fetén, con los burgaleses Diego Galaz y Jorge Arribas, y Olé Swing. El festival de noviembre lo trabajarán durante el verano, aunque «la línea la tenemos más o menos definida»,
El resto de la temporada se definirá más adelante, porque «procuramos que en cada bolo mande un instrumento, que si en uno es la trompeta en el siguiente sea el piano y en otro el saxo, por ejemplo. Vamos variando, también en los estilos Es otra dificultad», zanjó Fernández.