«Prefiero hacer publicidad que mendigar patrocinios»

Se diría que un hombre nacido en la España del 36 no puede ser un gran optimista. Pero el catalán Eduardo Punset lo desmiente. Con su pelo alborotado a lo Einstein y su eterna sonrisilla, Punset, que mucho antes de anunciar pan de molde fue redactor de la BBC, ministro de Suárez y colaborador del FMI, se ha convertido en el divulgador científico con más lectores de España. Acaba de publicar 'Viaje al optimismo'.

- ¿Optimismo? ¿Eso no está erradicado tras la era Zapatero?

- La primera razón para ser optimista en esta etapa es que por fin sabemos cuál es la causa de la crisis. No es planetaria, sino específica de unos países concretos.

- ¿Y eso cambia algo para el que la está sufriendo?

- Claro. Conocer la causa es primordial para poder atajarla. Y la causa es un endeudamiento público y privado excesivo. Hemos tirado la casa por la ventana.

- O sea, hemos pecado de un exceso de optimismo.

- No. Hemos pecado de excesivo endeudamiento. Hasta el punto de que España, si sumamos endeudamiento público y privado, aparece como el segundo país más endeudado del mundo tras EE UU. Esto es intolerable y los que lo han permitido hacen bien en retirarse un rato.

- Mójese, ¿le parecen bien los recortes de Artur Mas?

- Me parecen un indicio de que ha entendido cuál es el origen de la crisis. Y un mensaje de que éste es un país serio.

- ¿Y con todos esos recortes ya levantaremos cabeza?

- Tienen que ir acompañados de políticas de prevención. En materia sanitaria, gracias a los avances en la genética podremos personalizar la medicina y con ello ahorrar muchísimo. Y habrá que corregir aberraciones de la industria energética como que para transportar a una persona que pesa 70 kilos se tenga que utilizar un carromato que pesa 2.500.

- ¿Un optimista no será un pesimista mal informado?

- Un optimista sólo tiene un problema: elegir entre todas las razones que hay para el optimismo. Una es que la esperanza de vida aumenta dos años y medio cada década.

- Ya, pero no se trata de vivir mucho sino de vivir bien. De lo contrario, esto no es vida.

- Y yo le digo que cualquier tiempo pasado fue peor.

- ¿Recetaría optimismo a los indignados del 15-M?

- Claro. Uno de los errores cometidos por la España moderna ha sido la no incorporación de los jóvenes al liderazgo.

- Bueno, ahí tenemos a la 'joven' Soraya Sáenz de Santamaría, que ha antepuesto su responsabilidad política a la maternal.

- En eso estoy con ella. Está supeditando la vida de uno, entre cuarenta millones de habitantes, al interés nacional. Me parece una gallardía que deberíamos agradecer.

- Como experto en la mente humana, ¿no teme que ese niño le reproche algún día a su madre...?

- Nada. Ese niño le estará eternamente agradecido por el hecho de que ella haya contribuido a reflotar un país.

- ¿A usted el optimismo le viene de serie?

- Más bien la vida me ha ido educando. He sido exiliado, tuve una juventud dura, pero nunca he sido infeliz porque siempre me he dado cuenta de que formaba parte de un colectivo.

- La manada es importante, ha escrito. ¿No es solitario?

- No. Cuando yo era joven, cuanto más solo, feo y miope, más potencial académico tenías. Pero ser solitario es un error. Hoy sabemos que las personas que más participan en redes sociales tienen más masa gris en el cerebro.

- Por cierto, ¿qué le llevó a anunciar pan de molde en la tele?

- Mi amigo Steve Pinker está demostrando que los niveles de violencia están disminuyendo y los de altruismo aumentando. Yo creé una fundación dedicada en gran parte al aprendizaje social y emocional. Todo el dinero de la publicidad lo destino íntegramente a ese proyecto. Gracias a los anuncios he podido financiar ya el trabajo de dos años.

- ¿Se divirtió diciendo eso del 'doble horneado'?

- Sí, je, je, no me importó. Me molesta mucho más ir por ahí mendigando patrocinios.