Vitoria abre su primer supermercado automático

Si acudir al cajero para engordar la cartera es un hábito, ahora también puede serlo para llenar la cesta de la compra. Porque Vitoria cuenta con su primer supermercado automático. Un negocio pionero en la ciudad que permite comprar un litro de leche o un paquete de detergente a través de una pantalla táctil en plena calle y llevárselo a casa en una bolsa a horas intempestivas.

Los estantes de este novedoso comercio, oculto tras una fachada de cristal y ubicado a la altura del número 46 de la calle Obispo Ballester, están ordenados por departamentos. Hay secciones de alimentación general, platos preparados, aperitivos-snacks, bebida, caramelos-chicles, droguería-higiene, parafarmacia, infantil, chocolate-bollería y una de adultos. Para acceder a cada una de ellas el cliente sólo tiene que seleccionarla a través de una pantalla táctil. Entonces, se despliega un menú con fotos de todos los productos ofertados bajo ese epígrafe. Una vez elegida la compra, al otro lado de la pared acristalada se pone en marcha un mecanismo robotizado. «Se trata de un sistema que, a través de un ordenador, acciona el compartimento donde se encuentra el objeto escogido. Éste cae a una cinta transportadora que lo lleva al cajón de salida, donde lo retira el comprador», explica Fernando Lacambra, comercial de A Todas Horas, la empresa catalana que ha patentado y comercializa este sistema.

La firma nació en 2004 fruto de un análisis del mercado y de la evolución de los hábitos de compra de la sociedad. «Hoy en día, con el ritmo de vida que llevamos, muchos no pueden ceñirse a un horario comercial concreto», explica Fernando Lacambra desde Barcelona. De ahí que los supermercados automáticos estén diseñados para dar servicio las 24 horas.

Precios y pago

El abierto en Vitoria hace apenas dos semanas aún no funciona durante todo el día. «Tenemos un horario muy amplio, pero todavía estamos en proceso de rodaje. Eso sí, la idea es que en los próximos meses se pueda realizar una compra lo mismo a las tres de la tarde que a las tres de la madrugada», explica uno de los responsables de esta novedosa tienda del barrio de Aranbizkarra, Javier Montero.

Los precios de los productos «están en un punto intermedio entre los de un hipermercado y los de una gasolinera», matiza. Así, dentro del apartado de alimentación general se puede adquirir un litro de aceite de oliva por 3,9 euros o en el departamento de platos preparados, una lasaña a la boloñesa por 4,3, o un cocido madrileño por 3,5 euros. En droguería, el cliente encuentra desde espuma de afeitar -a 3,1 euros- a dentífrico a 2,2, mientras que en las 'baldas' infantiles hay toallitas a 2,1, y potitos de arroz con pollo a 1,6 euros. «La oferta se modificará en función de la demanda que detectemos», indica Montero.

El supermercado automático incorpora también una sección destinada al público adulto. Ofrece desde vibradores (entre 6,5 y 15 euros) y bolas chinas (15 euros) hasta muñecas hinchables, a 22.

Una vez realizada la compra, el cliente puede elegir la forma de pago: en efectivo o con tarjeta. Efectuado el cobro, el supermercado emite el tícket y deposita los productos en la bandeja de salida, junto con bolsas de plástico para transportarlos.

Los promotores de este negocio destacan, entre otras ventajas, la del anonimato. «Este servicio ofrece una intimidad que no tienes en la cola de un 'súper'», recalca Fernando Lacambra, al tiempo que asegura que estas tiendas se han extendido por España «a un ritmo imparable». El negocio arrancó en la zona del Levante y en Canarias. «Funcionan muy bien en lugares turísticos, pero ya han empezado a instalarse en sitios del interior». Vitoria ya ha hecho su apuesta.