Educación no ha abierto el proceso para elegir los centros trilingües a un mes del fin del curso

El Departamento de Educación deberá esprintar si quiere tener todo listo para implantar a partir de septiembre el marco experimental de modelo trilingüe en 40 centros públicos y concertados de Euskadi. Queda poco más de un mes para que finalice el actual curso escolar y los responsables educativos no han abierto aún la convocatoria para que los colegios interesados en ensayar el nuevo sistema en sus aulas de 4º de Primaria y 1º de ESO puedan realizar la solicitud. La apertura del proceso estaba prevista para el pasado mes de abril, pero la «lenta tramitación burocrática» de la orden que regulará el concurso y la introducción de algunas modificaciones en el proyecto ha impedido hasta la fecha hacerlo público.

Los responsables educativos no ocultan su preocupación por el retraso que acumula su proyecto estrella para la legislatura. Insisten en que se redoblarán esfuerzos para que «todos los centros conozcan antes de que acabe el curso si han sido elegidos», pero lo cierto es que, acelerando la tramitación lo más posible, la notificación a los directores se realizará en el límite del curso, casi a la vez que cuelgan el cartel de 'cerrado por vacaciones'.

El marco experimental trilingüe, que supone impartir las asignaturas en castellano, euskera e inglés, fue presentado ante el Parlamento por la consejera de Educación, Isabel Celaá, a comienzos de marzo. La idea inicial de los responsables del departamento, que ya eran conscientes de la premura del tiempo, era abrir la convocatoria a mediados de abril, tras las vacaciones de Semana Santa, una vez publicada la orden que debe regularla. Un mes después, sin embargo, ni siquiera este documento ha pasado aún por el Consejo de Gobierno vasco.

Plazo de 15 días

A estas alturas, los tiempos para determinar qué centros serán los elegidos están más que ajustados. La consejería confía en enviar la orden, como máximo, al Consejo de Gobierno que se celebrará la semana que viene. Tras su publicación en el Boletín Oficial del País Vasco (BOPV), podrá abrirse el plazo de quince días para la presentación de las solicitudes por parte de los colegios e institutos. Las propuestas tendrán que ser examinadas después por los técnicos de la consejería para valorar la documentación remitida y comprobar si se ajusta a los requisitos establecidos en los pliegos de condiciones. Sólo entonces se podrá saber la selección de centros y hacer público el listado.

Educación no descarta «duplicar» el número de trabajadores dedicados a este proceso para acelerar lo más posible los plazos. «Los centros lo sabrán antes de fin de curso para que puedan hacer su planificación a tiempo», insisten las mismas fuentes. Pero en el mejor de los casos, el margen de maniobra para los responsables docentes será bastante reducido.

Las causas del retraso son varias, según el departamento. Por una parte, los responsables educativos han introducido «algunos cambios» en el borrador del plan a raíz de la ronda de contactos abierta en marzo con los partidos políticos, sindicatos y agentes sociales y educativos para conocer sus opiniones sobre su propuesta. Pero, sobre todo, la demora se deriva de la tramitación de la orden que regirá el concurso, que conlleva una cierta «complejidad jurídica» debido a que afecta tanto a colegios públicos como a centros de la red privada concertada, y además lleva aparejada una «importante partida económica». Cada uno de los seleccionados recibirá entre 2.000 y 3.000 euros para implantar esta experiencia, por lo que el presupuesto global del plan podría rondar los 120.000 euros.

A estas alturas, muchos colegios e institutos interesados han aprovechado el impás para sondear a los padres acerca de si estarían dispuestos a que sus hijos participasen en la iniciativa, una condición obligatoria para acceder al programa. También el consejo escolar del centro deberá dar el visto bueno al proyecto. Sin embargo, el consentimiento no podrá hacerse oficial hasta que esté publicada la orden.

Los centros tendrán después libertad absoluta para decidir qué asignatura o incluso qué partes de ellas podrán impartir en uno u otro idioma. Eso sí, el diseño del plan deberá responder a su «realidad lingüística». La condición es que cada lengua reciba, como mínimo, el 20% del tiempo lectivo: es decir, 5 horas semanales en Primaria y 6 en Secundaria. El máximo de dedicación para un idioma será del 60%.