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Momento en el que el sanjuanero Israel Sánchez da el Bombazo desde el balcón del Ayuntamiento.

Miranda alcanza el punto de ebullición

Una resurrección algo accidentada devolvió el Bombazo a la ciudad que se entrega a San Juan

s. a.

Domingo, 8 de junio 2014, 00:57

Tuvieron que ser los más de 28 grados de un sábado plomizo. ¿Cómo se explica sino un Bombo remolón? Tuvo que ser eso, sí. Ahí debió estar la causa de que el símbolo sanjuanero se pensara durante más de tres minutos si abandonaba o no las aguas del Ebro. Tardó lo suyo. San Bombo El Deseado emergió tarde y escaló por el alambre, de manera pausada (¡Venga, vamos!). En plan oruga. Se le llevaba esperando más de diez minutos para ser exactos, un año entero. El repique de sus hermanos plebeyos era ya atronador bajo la ventana de la casa del cura. El ¡Eeeeese Bombo, Eeeeese Bombo!, autentica marca de ciudad, sin embargo, parecía apagado.

«Algo pasa; algo se ha roto», advirtió un avispado sanjuanero con el cuello tenso y la mirada clavada en los integrantes de la Orden del Bombo. Y, sí algo había pasado. Algo tan mundano y accidental como que una de de las piezasd de sujección de la polea se soltó justo en el momento en el que, desde uno de los leones del puente se hacía la seña para que comenzase la resurrección.

Eras las 18.00 horas y, sí, los más de 28 grados eran verdad verdadera (el resto, pura licencia literaria). Metidos en el río tres buzos vigilaban un hipotético atasco en aguas bajas. Arriba, en el Carlos III y en Independencia, había ansiedad. Víctor Garachana, que también ha decidido abdicar este año, hizo señas. Pedía tiempo. La reparación requirió los apenas tres minutos planteados. Y esa espera, unida al tiempo de ascenso, sumaron los 5,29 segundos.

El dato es pura anécdota, y como tal se plantea, pero puede servir como referencia a las miles de personas que se apretaban en la plaza de España. Seguro que se les hizo largo. Pero no lo fue tanto. Aunque sufrieron. Las imágenes que acompañan a esta crónica lo dejan bien claro. Bueno, color vino, para ser precisos. Más de uno, más de cien y más de un millar improvisaron la ducha para aguantar un tarde tan tórrida como ésta.

Con chubasqueros

Los sanjuaneros más locos (seguro que se cocieron, pero en su ánimo estuvo el ser previsores) echaron mano de algún que otro atavío de protección. Se presentaron en la plaza con los chubasqueros made in China. Esos de un solo uso que, seamos sinceros, acaban calando más que una ducha. Azul, rojo, amarillo... Todo el arcoiris metido en una espacio asfixiante (se elude el topicazo del alfiler).

A la balconada del Ayuntamiento llegaban a buen ritmo los corchos de las botellas. Algunos, lanzados a mala baba, otros más o menos fortuitos. Por megafonía se advertía:«¡Faltan diez minutos!». Y la plaza se venía arriba. Y con ella, los corchos de marras. «¡Solo un momento más, el Santo ya está aquí!». Y se repetía la misma secuencia. Pero luego sí, luego apareció el ermitaño en parihuelas. «¡Solo un minuto más!», radiaba el speaker. La figura de San Juan del Monte tomó posición en el quiosco. Se le colocó de frente, hacia la fachada principal del Ayuntamiento. «¡Un minuto más!»

Pero transcurrieron cinco. Y fueron interminables. A las 18.24 horas, el Bombo hacía su aparición. Y entonces sí, entonces Miranda alcanzó el punto exacto de ebullición. La plaza exploto. Primero fue la imagen del símbolo, que surgió desde el despacho de Alcaldía. Después los maceos de los sanjuaneros Johana Martínez e Israel Sánchez. Yluego los gritos de «¡Viva Miranda!» y «¡Viva San Juan!». Se encadenaron los pertinentes ¡Eeeeese Bombo, Eeeeese Bombo! con la intensidad que merece esta fiesta y surgió alguno que otro sde marca nacional, pero adaptado al sentir local. Vamos, el clásico: «¡Miranda entera se va de borrachera!».

Así, durante casi cuatro minutos. Y cuando el clímax estaba a punto de decaer, varias bombas de serpentinas estallaron desde la cubierta del templete. La plaza quedó bajo un manto de humo gris. Este año sí. Este año, quitando de aquí y de allá y negociando a la baja, la Cofradía recuperó esa traca final (o inicial) que se había eliminado en 2013 por cuestiones presupuestarias. Da realce al acto y, de paso, sirve de santo y seña para invitar a la retirada.

Porque al Bombo y al Santo le esperaba, a continuación, la Salve en la iglesia de Santa María. Diversión y devoción. Aunque no sea a partes iguales. La decepción corrió a cargo del Mirandés.

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