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Hodei Egiluz en Amberes.

El informático que buscaba su camino en Amberes

Hodei Egiluz era un chico «responsable y muy buena persona». Se crió en Galdakao y disfrutaba de la buena cerveza durante una partida al futbolín

Silvia Cantera

Viernes, 19 de febrero 2016, 11:04

Hodei Egiluz hizo las maletas en la primavera de 2013. Buscaba una nueva aventura y se había marcado el objetivo de labrarse un futuro en una época en la que la crisis hacía que encontrar trabajo fuese una hazaña. Viajaba a Bélgica, un país que conocía bien. Durante su época universitaria había disfrutado de una beca Erasmus en Gante. Tras licenciarse en Ingeniería Informática en Deusto, decidió reencontrarse con los canales belgas y realizar unas prácticas en la empresa Createlli. Adoraba viajar. «Tiene amigos en todos los puntos de Europa», aseguraba su madre sobre este chico de «sueños hermosos y corazón bonito».

Egiluz tenía 23 años cuando decidió regresar a Bélgica. Esta vez en Amberes, consiguió firmar un contrato tras su período de formación. Ese nuevo paso hizo que sus padres, Koro y Pablo, estuviesen contentos pese a la distancia. Buscaba su sitio, tal y como lo hizo antes Eneritz, la hermana mayor de Hodei, que ya lo había convertido en tío antes de perder la pista del joven. De hecho, uno de los mensajes que la web Hodei Missing dedica al galdakaotarra es una carta de su sobrina Uxue. El texto recoge alguna de las anécdotas de la pequeña, que la última vez que estuvo con Egiluz tenía 10 meses. Cada vez que se cruza con uno de los carteles con su cara que empapelan Galdakao, no para de señalar y de exclamar «obaba oei!».

Estudió en la ikastola Eguzkibegi de Galdakao y más tarde fue al instituto en Durango. «Era un chico muy aplicado», reconocían sus amigos pocos meses después de que desapareciera. Sus vecinos de la calle Ibarluze, aquellos que lo vieron crecer, lo tenían por un chico «formal y responsable».

Prefería 'arreglar el mundo' con unas cervezas en una noche tranquila antes que salir de fiesta hasta la madrugada. Lo decían sus amigos, esos que tanto le han echado de menos a lo largo de estos dos años y medio. Resultaba extraño no encontrarse a Hodei al otro lado de la mesa del futbolín. De hecho, horas antes de que el galdakaotarra fuese visto por última vez, decidieron llamarle para ponerse al día. «Jugando al fútbol se muestra tal y como es. Es muy generoso y siempre busca el bien del equipo, de la familia», explica un amigo en un vídeo protagonizado por sus padres y sus amigos.

«Tienes la esperanza de que esté tomando algo en Costa Rica», aseguraba un amigo de la cuadrilla cuando se cumplían dos años de su desaparición. Los silencios se volvieron más habituales cuando dejaron de tener noticias de Hodei. Muy activos ayudando a sus padres a que el caso del joven no quedase en un cajón, se sumaron a los actos para dar a conocer su historia. A fin de cuentas, siempre habían estado esperando verle aparecer con su amplia sonrisa y su caja de botellines de cerveza.

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