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Jorge Mateos Prado durante la sesión de ayer. MANU CECILIO

Los investigadores creen que el acusado del crimen de La Peña lo planificó semanas antes

El instructor revela que la noche del crimen Leyre había quedado con un chico con el que estuvo 'whatsappeando' y que su expareja tuvo que ver esa conversación en el móvil

Miércoles, 11 de abril 2018

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El equipo instructor de la Policía Municipal de Bilbao que investigó el asesinato de Leyre Rodríguez el 8 de agosto de 2015 está convencido de que su exmarido, Jorge Mateos, planificó el crimen desde semanas antes de los hechos. Concretamente, uno de los investigadores declaró ayer, en la tercera sesión del juicio, que el acusado debió de empezar a organizarlo al menos desde el 23 de julio, cuando preguntó a un operario de un taller de Bolueta «si era capaz de matar a una mujer».

Los agentes tenían el «convencimiento moral» de que él había sido el autor del asesinato, aunque «ninguna prueba objetiva». Hasta que la Policía Científica de la Ertzaintza confirmó que bajo su coche había restos biológicos que indicaban que había sido utilizado para atropellar a alguien. Ese día cambiaron su calificación de testigo a imputado o investigado, pero para entonces él estaba ya en coma en el hospital de Cruces: había sido arrollado por un tren de mercancías.

«No colaboró en la investigación ni mostró arrepentimiento, sino que ocultó datos»

Equipo instructor

Había restos biológicos de Leyre en los bajos y el maletero del coche del acusado y sangre en el baño

pericial

El exmarido de Leyre cambió varias veces de coartada. Según la versión inicial, la noche de autos estaba en casa de sus padres. Después, para «justificar» su presencia en el lugar de los hechos, aseguró que se había quedado dormido en el coche, estacionado en el parking de Ollargan, después de «fumar un porro».

Cita para cambiar las ruedas

Los investigadores le citaron el 18 de agosto para que estuviera presente en la inspección de su vehículo y le recomendaron que fuera con un abogado porque «se podrían inferir pruebas en su contra». Esa noche intentó suicidarse. Los policías municipales aseguraron ayer que «no colaboró en la investigación ni mostró arrepentimiento, sino que ocultó datos». Cuando le requisaron el coche, tenía ya una cita pedida para cambiar las ruedas «y borrar las huellas», y acudió con su hermana, totalmente ajena al crimen, a limpiar la vivienda de Leyre, donde se produjeron los hechos. En ese piso se encuentra la clave del juicio, una vez que Mateos ha asumido que trasladó el cuerpo y simuló el atropello.

¿Se cayó y golpeó como alega el acusado o la abordó y atizó seis veces su cabeza contra el escalón de la bañera, como sostienen las acusaciones? La quincena de agentes de Lofoscopia e Inspecciones Oculares y Genética Forense de la Policía Científica de la Ertzaintza que intervinieron ayer como peritos encontraron en el baño restos de sangre «por contacto» en un mueble del lavabo y por «escurrimiento» en el peldaño de la bañera, no en la cocina.

Respecto al móvil del crimen, el instructor de las actuaciones reveló que Leyre había quedado la noche del crimen con un chico con el que estaba 'whatssapeando' cuando su expareja le llamó, «sobre las nueve de la noche», hasta en cuatro ocasiones. Mateos debió de acceder a esa conversación y, probablemente, contestó a los mensajes por Leyre advirtiendo de que «llegaría tarde». Sobre la una y media de la madrugada, el acusado telefoneó al mecánico de Bolueta, que llegó a estar imputado en la causa, «probablemente para que le ayudara a bajar el cadáver» y, como no contestaba, usó el móvil de Leyre.

Al acabar, la magistrada-presidenta del tribunal de la Sección Primera advirtió a la familia de la víctima, presente entre el público, de que la sesión de hoy, dedicada a la autopsia y la reconstrucción del atropello, «será especialmente delicada y dura para ustedes, por si quieren replantearse su asistencia».

Pidió a un vidente que le devolviera el dinero del conjuro

Jorge Mateos pidió a un vidente que le hiciera un conjuro «para que Leyre volviera con él», según desveló un policía local que participó en la investigación. Por el trabajo, el adivino le cobró 600 euros. El hechizo no funcionó y el acusado llegó a llamar al brujo «para que le devolviera el dinero» después del homicidio. El vidente le dijo que «se lo devolvería poco a poco porque en ese momento no tenía disponibilidad». Los agentes de atestados de la guardia urbana explicaron que desde el primer momento sospecharon de que no se trataba de un atropello al uso, ya que «no había restos del coche, ni huellas de frenada ni de derrape y la mancha de sangre en la calzada no había sido proyectada, signos habituales cuando un coche impacta en una persona a una determinada velocidad».

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