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Vixen.

Vixen y los corazones rotos

Triunfaron a finales de los 80, entre bandas masculinas con las que podían rivalizar en peinados. El 'tour' en recuerdo de su fundadora, fallecida el año pasado, las trae este viernes a Bilbao

Carlos Benito

Miércoles, 24 de septiembre 2014, 20:04

La reunión de Vixen no ha podido ser la que ellas querían, ni la que los fans esperaban desde hacía tantos años. Las integrantes de la llamada 'formación clásica' de la banda estadounidense decidieron a finales de 2012 que había llegado la hora de juntarse de nuevo: iban a poner fin a una larga historia de desencuentros e incluso pleitos judiciales, que en algún momento llevó a la coexistencia de dos formaciones distintas con el mismo nombre. Pero la vida se empeña a veces en impedir que las personas aten sus cabos sueltos, y a principios del año pasado la fundadora, guitarra solista y líder del cuarteto, Jan Kuehnemund, fue diagnosticada de cáncer. La reunión se fue posponiendo más y más, confiando en un restablecimiento que cada vez parecía más improbable, hasta que Jan falleció en octubre. Tenía 51 años.

Janet Gardner (voz y guitarra rítmica), Roxy Petrucci (batería) y Share Ross (bajo) discutieron el asunto con los allegados de Jan y decidieron que, como homenaje a la fallecida y preservación de su legado, lo mejor sería continuar adelante con los planes de reactivar la trayectoria de Vixen. Completaron la alineación con la guitarrista Gina Stile (compañera de las tres en JSRG, que es como se ha llamado en los últimos tiempos su ramificación de Vixen) y han emprendido una gira mundial que, de manera inevitable, se ha convertido en tributo a la ausente Jan. "Esto es como volver a casa. Me siento siempre como si Jan estuviese ahí con nosotras", ha explicado Share en una entrevista con 'Full Access'.

Porque Jan Kuehnemund no era un miembro más del grupo. Ella fundó Vixen en su Minnesota natal en 1980, junto a sus amigas del instituto, de modo que ya había acumulado una experiencia muy considerable para cuando la banda empezó a grabar, a finales de la década. Jan y sus compinches de los comienzos se curraron las salas de su estado antes de mudarse a Los Ángeles, el lugar donde el éxito parecía más accesible para un proyecto como el suyo. Poco a poco, las demás fueron desertando de la aventura, y fue así como Jan acabó reclutando a Janet, Roxy y Share. Uno podría pensar que las discográficas se peleaban por fichar a aquellas cuatro roqueras de apariencia llamativa, en unos tiempos que daban tanta importancia a lo visual, pero ellas mismas han contado más de una vez que lo de ser mujeres era un arma de doble filo: les servía para llamar la atención en la California de los 80, saturada de grupos masculinos con los que podían rivalizar en peinados, pero también inspiraba el recelo de los capitostes de la industria, que dudaban de su competencia como instrumentistas y no querían sobrecargar sus catálogos de bandas femeninas. Vamos, que querían tener una como mucho. "No importaba lo buenas que fuésemos, porque algunos ejecutivos no nos tomaban en serio. Tuvimos que tocar, tocar y tocar para que se corriese la voz de que éramos una banda creíble", ha recordado Roxy en 'That Metal Station'.

Al final, Vixen firmaron con EMI, que editó en 1988 su exitoso álbum de debut. La canción que tiró del disco fue 'Edge Of A Broken Heart', una balada que les compuso en el último momento Richard Marx (!) con la ayuda de Fee Waybill, de The Tubes. Nuestras protagonistas pasaron de golpe a la primera división, como teloneras de algunos de los grandes nombres de la historia del rock: Ozzy, Scorpions, Bon Jovi (con quienes tantas veces se las comparó), Kiss, Deep Purple... También se convirtieron en estrellas de la poderosa MTV. Pero solo llegaron a grabar otro disco, con más libertad y menos repercusión, antes de separarse en 1991. "Las corrientes procedentes de la escena grunge de Seattle hicieron arreciar los vientos de cambio", explican en su biografía oficial. No tardaría en llegar la época de las Vixen paralelas, de los conflictos y las rivalidades, salpicada por una reunión en 2001 y otra, muy puntual, en 2004, para un programa de televisión. El nuevo reencuentro, este de 2014, se ha convertido paradójicamente en la constatación de una ausencia definitiva.

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