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La imagen de este aficionado, que también refleja la peor entrada de la temporada, sirve para mostrar la desolación del descenso. Después de varias semanas de caminar por el alambre, el equipo cayó ayer al pozo. / FOTOS: IGOR AIZPURU Y JESÚS ANDRADE
ALAVÉS

El Alavés tiene su merecido

El empate de Las Palmas hace inútil el mínimo triunfo albiazul y el Alavés desciende virtualmente a la Segunda División B

F. RUIZ DE ESQUIDE

Domingo, 14 de junio 2009, 15:46

El Alavés tiene ya su merecido, un descenso virtual a Segunda División B ganado a pulso durante nada menos que 41 jornadas y casi diez meses de competición. El empate de Las Palmas ante el Rayo Vallecano convirtió ayer en inútil el mínimo triunfo albiazul en un Mendizorroza que prácticamente ni se inmutó ante la constatación de la debacle. Después de tantas semanas de sufrimiento, de tanta desidia y aburrimiento trasladado por los futbolistas desde el césped, la grada alavesista había interiozado el descenso como una consecuencia lógica de tanto desbarajuste. Así de triste.

En realidad y por más que la obligación de la semana ha sido para los futbolistas albiazules concentrarse en superar al Alicante, el primer partido de la tarde se jugaba en el estadio de Gran Canaria. Y la sensación trasladada desde las ondas radiofónicas era que el Las Palmas-Rayo Vallecano se convertía en una réplica del Numancia-Alavés de la pasada campaña. Es decir, que el puntito que los insulares necesitaban para atar la permanencia de forma virtual nunca peligró. Desde esa certeza, el duelo de Mendizorroza era ya materia secundaria y sin emoción. Comprobar apenas si el Alavés era capaz de solventar su partido.

Pésima primera mitad

Pero los brotes verdes de los partidos frente a Huesca y Celta, más allá de que en Balaídos llegara la derrota definitiva de esta campaña, dejaron ayer paso a otros 45 minutos para el olvido. Entre la alta temperatura de una jornada bochornosa en todos los aspectos y la bajada del mercurio en la grada -la peor entrada de la temporada en Mendizorroza-, el Alavés perpetró una de esas primeras partes que le han convertido durante muchos meses en aspirante al trono del descenso y, ahora ya, en campeón del fútbol-tostón.

Aunque era una cuestión menor, la acumulación de bajas en la escuadra albiazul después de la batalla de Vigo obligó a Javi López a una reconversión importante del once para el choque frente al Alicante. Con la entrada de Albacar, Casar, Astudillo y De Marcos en el once inicial. Además, con Raúl Llorente en la improvisada tarea de lateral diestro, donde nunca encontró un ápice de comodidad y apenas le dio para mantener su zona defensiva.

Gol de De Marcos

Ni todo el desconcierto generado por las modificaciones sirve para explicar esos 45 minutos de pura inercia, de dejarse llevar ante un adversario cuajado de futbolistas de un filial de Tercera División y sin grandes pretensiones en Mendizorroza. Apenas un centro-chut al palo de Emilio Sánchez -otra vez de lo poco albiazul relacionado con el fútbol- y un 'remate-despeje' de Javi Guerra alteraron el guión de esa mitad. Que Javi López diera ayer al delantero la posibilidad de quedarse en el vestuario en el descanso fue una actitud sin demasiada explicación. Después de todos los paseos que Guerra se ha dado por Mendizorroza en la segunda vuelta, debería haber seguido sobre ayer sobre el césped, al menos para llevarse la bronca desde la grada, que volvía a censurar con silbidos su tristísimo trabajo.

El partido se resolvió en un arranque de coraje alavesista tras el paso por el vestuario. Entre Dani Castellano, que volvió para al menos provocar problemas al rival con su desborde, e Igor Martínez, que tiraba desmarques en profundidad para complicar al Alicante, llegaron las ocasiones. De Marcos acertó en esta ocasión y el Alavés estuvo cerca de sentenciar poco después. Para el adversario apenas hubo una ocasión generada por Bernabé García, otro de esos árbitros incapaz de discernir entre un mal despeje de César y una cesión, lo que es inexplicable en Segunda División.

Curiosamente y en lo que parece un buen resumen de la temporada, al Alavés le quedan todavía las matemáticas. Ha sido durante todo el año incapaz de sostenerse en una Liga donde sus adversarios le han concedido toda serie de facilidades para engancharse a la permanencia y siempre ha estado pendiente de las cifras y los números porque su juego no daba para más. Ahora, las matemáticas se reducen a esperar una derrota de Las Palmas y anular la distancia de diecisiete goles en esa última jornada. Es decir, el Alavés forma parte ya de Segunda B. Nada podrá alegar en su defensa.

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