El desafío de los bueyes y Mary la elefanta
La estrella del Circo Milán se hizo muy popular en Bizkaia con esta insólita prueba de arrastre... que perdió: «Se declaró en huelga de trompa caída»
La historia de los herri kirolak está repleta de desafíos imaginativos y ocurrencias pintorescas, pero, si atendemos a ese criterio de la originalidad, pocos momentos ... pueden competir con el que se vivió el domingo 2 de junio de 1963 en el probadero de Berriz. Es una tarde que ha quedado inscrita en la historia y la mitología del deporte autóctono como una chocante anomalía: el duelo entre una pareja de bueyes y una colosal elefanta asiática se situó a medio camino entre sus dos disciplinas, las idi-probak y el circo, y despertó una expectación inusitada en aquella Bizkaia del pasado, tan abierta todavía a este tipo de asombros. Aquel día, «Berriz parecía Nueva York», según resumió el cronista José Luis Muñoyerro, Munitibar, el gran valedor del mundo rural en la prensa del momento.
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La iniciativa partió de Eduardo Urzelai, un hombre que había empezado a organizar pruebas de arrastre en la adolescencia y se convirtió en «un revolucionario» de la especialidad, al incorporar novedades como la quiniela o la recaudación para fines sociales. Urzelai –que fue empresario, concejal y juntero, además de otras mil cosas, como botillero de un pelotari– falleció en 2015, pero sigue activa la web que repasa de forma exhaustiva su carrera. Y ahí se detalla que, un día de mayo de 1963, cuando estaba en casa leyendo el periódico, se levantó de pronto y le comentó a su mujer que se marchaba a Bilbao a «hacer un recado». Acababa de descubrir que el Circo Milán iba a instalarse en La Casilla con su elefanta Mary, un animal de casi cinco toneladas que había participado en la superproducción hollywoodiense 'El mayor espectáculo del mundo'. En Berriz ya se había comentado alguna vez, de manera jocosa, la idea de llevar un paquidermo al probadero, y Urzelai vio llegado el momento de saltar de la fantasía a la realidad: se reunió con el director del circo, le puso al día sobre las idi-probak y, en fin, le comentó esa visión que podríamos bautizar como elefante-probak. El diálogo vino a ser más o menos así:
– Ni pensarlo, ¡imposible! –rechazó el director.
– Le doy 25.000 pesetas por media hora.
– ¿Dónde hay que firmar?
El anuncio del desafío disparó al máximo la curiosidad popular. Era, según acuñó 'La Gaceta del Norte', una «noticia bombísima». Los diarios recopilaban información acerca de Mary (que tenía 55 años, que nació en India, que había pasado por el legendario Circo Barnum...) y entrevistaban a Luigi Zoppé, su domador. Luigi le contó a Munitibar que la elefanta había arrastrado en una ocasión un vagón de 70 toneladas, que una vez se bebió 100 litros de ron de una barrica y estuvo «haciendo tonterías en el circo, pero sin meterse con nadie», que en Milán se había escapado y se había colado en una iglesia... ¡La gente del circo siempre ha sabido manejar los resortes de la promoción! Llamaba mucho la atención que Mary se zampase 200 kilos de comida al día y se bebíese entre 500 y mil litros de agua, con lo que cobraba especial importancia el papel de los encargados de limpiar el carrejo de posibles excrementos, para evitar tramposos deslizamientos de la piedra: «Según el domador, no cree que haga falta, pues es una elefanta muy educada», puntualizaba Munitibar.
Galantes y veletas
Los rivales de Mary eran una pareja de bueyes negros de Benigno Azpitarte, Antzua, que sumaban en báscula algo más de una tonelada. Nadie ponía en duda que la elefanta tuviese más fuerza, pero otra cosa era medirla en la disciplina del probadero. Ahí, ni siquiera el domador tenía las cosas claras, y eso que había sido capaz de enseñar a Mary a posarle dulcemente la pata sobre la cabeza, entre otras exigentes rutinas: «Es difícil hacer comprender a un animal de esas proporciones cómo tiene que administrar su fuerza para no desbaratarlo todo», avisaba. «Fuerza tendrá, pero no rapidez para dar las vueltas», objetaba Antzua. Ni siquiera faltaban en los periódicos algunos comentarios que aplicaban al caso los estereotipos de género tan propios de la época: cosas como «¿y si los bueyes de Antzua se sienten galantes y le dejan ganar a Mary?» o «como son tan veletas las féminas, ¡vaya usted a saber!».
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Al teatro
El episodio de la elefanta Mary en el probadero se convirtió hace cinco años en una obra de teatro a cargo del grupo berriztarra Txintxaun, basada a su vez en el cuento 'Apustua', de Fernando Torrecilla.
El probadero se abarrotó, con 800 personas que pagaron 75 pesetas de entrada. El recorrido se tuvo que acortar dos metros y medio, porque Mary necesitaba más espacio que los bueyes para girar, y se diseñó un aparejo especial para que la elefanta arrastrase la piedra, de 1.900 kilos. «La visión de aquel bicho en el probadero imponía respeto a los baserritarras, que se quedaban asombrados mirándola con el faria en la boca. '¡Ene, encontrárselo por el monte cuando uno vuelve al caserío con dos chiquitos de más! ¡Vaya susto!'», recogió Munitibar en 'La Gaceta'.
La realidad no se acomodó a la fantasía y todo se torció desde el principio: «La elefanta, en cuanto quisieron atarla, se encaminó ciegamente a la puerta, que estaba cegada por cientos de personas, y a través de ellas se escapó hacia su remolque. ¡Qué fue aquello! Caídas, carreras, gritos, atropellos, pero no hubo por fortuna ninguna desgracia», continuaba su crónica Munitibar. Cuando lograron aparejarla, tiró a regañadientes, «dando continuos sustos a la gente con sus vaivenes», y a los ocho minutos «decidió súbitamente declararse en huelga de trompa caída». La yunta de bueyes ganó por 52 clavos contra solo 10 de la elefanta. Eso sí, quizá el evento no fuese un éxito deportivo, pero arrasó en lo publicitario: Berriz salió hasta en el No-Do.
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