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Cabina teléfonica vandalizada Web

Adiós a las cabinas telefónicas

El Gobierno prepara el desmantelamiento de las pocas que quedan en calles y plazas

sara borondo

Miércoles, 19 de diciembre 2018, 00:19

«Mamá, ¿qué es esto?» pregunta un niño de siete años a su madre. «Es una cabina, antes no había móviles y la gente las usaba para llamar por teléfono cuando estaba en la calle», explica la mujer con tono didáctico. A los más jóvenes les cuesta entender que hace 25 años para hablar por teléfono estando fuera de casa no quedaba más opción que insertar unas monedas en una cabina y marcar el número de la vivienda de la persona con la que se quería contactar.

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Con la revolución de la telefonía móvil que se ha producido estas dos últimas décadas y la aparición de los smartphones, las cabinas se han sumado a los objetos del pasado obsoletos hoy día, como el uso del bolígrafo Bic para rebobinar las cintas de casette o el fax. Por ello, están destinadas a desaparecer en breve de las calles. Pero desmantelar la red existente no es tan sencillo como pueda parecer.

El servicio universal de telecomunicaciones establece que debe haber una red pública desde una ubicación fija para que pueda conectarse quien lo desee desde cualquier punto. Según un real decreto de 2005, toda localidad de más de 1.000 habitantes debía tener una cabina de teléfono y una más por cada 3.000 habitantes adicionales. Los pueblos de menos de 1.000 habitantes tenían que contar con una si no había más oferta de teléfonos en el núcleo urbano. El objetivo era crear una red de teléfonos públicos que llegaba hasta a las zonas geográficas donde no era rentable.

El 20% de la población no ha usado nunca una cabina

Pero cada vez utiliza esta red pública menos gente. Solo en los últimos tres años la extensión del uso del móvil ha provocado una caída media interanual sostenida del uso cercana al 32%. Junto a los móviles, ha contribuido a ese descenso desde que comenzó el siglo la aparición de los locutorios y las calling cards (tarjetas prepago). Una muestra de que las cabinas son un residuo del pasado es que quedó desierto el último concurso convocado para prestar el servicio de cabinas y elaborar las guías telefónicas. Telefónica es la encargada de ofrecer ambos servicios hasta finales de 2018.

En el Eurobarómetro de 2014, el 88% de los encuestados nunca había utilizado una cabina, lo que sitúa a España en la media europea y no hay más que preguntar a los que tienen menos de 20 años si saben siquiera cómo funciona una de ellas. Según los cálculos de la Comisión Nacional de los Mercados (CMNC), el coste de la red de cabinas españolas se triplicó de 2012 a 2013 y en 2014 se situó en 1,32 millones de euros.

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El número de ciudadanos que cree que este gasto es prescindible es muy alto: en la consulta popular que la Unión Europea llevó a cabo en 2016 el 81% de los ciudadanos pensaba que no hay que mantener las cabinas como parte del servicio universal de telecomunicaciones. Actualmente, todas las cabinas que hay en España las gestiona Telefónica a través de Cabitel.

Tarifa mínima

Euskaltel instaló en Getxo la primera cabina ajena a Telefónica en diciembre de 1998: tenían formas redondeadas y se gestionaban por energía solar y electricidad, con una tarifa mínima de 15 pesetas para las llamadas urbanas y 30 para las provinciales, pero poco después comenzó a popularizarse el uso de los móviles y la empresa desistió. Las estimaciones de los expertos de Telefónica indican que el coste anual de mantenimiento es de cinco millones de euros.

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La bajada en el uso de las cabinas, el aumento en su coste de mantenimiento y el hecho de que ningún operador se presentase al último concurso ha llevado al Gobierno a decidir modificar el decreto de 2005 para eliminar la obligatoriedad de la red de teléfonos públicos. A finales de este mes se espera que se apruebe esa modificación del decreto y entonces se conocerá con detalle cómo van a desaparecer las cabinas de las calles, si será todas a la vez o en distintas fases.

120 años de historia

Cuando llegue el desmantelamiento se podrá fin a 120 años de historia. Graham Bell patentó el teléfono en 1876 y tuvo una entusiasta acogida en todas partes aunque los aparatos y el servicio eran bastante caros, lo que dificultó su penetración en la sociedad de forma que transcurrieron unas cuantas décadas hasta que se popularizó la presencia de teléfonos en los hogares de todo el mundo. En 1883 se patentó un «gabinete telefónico» que medía 120 x 150 cm, pero el primer teléfono público que funcionaba con monedas no llegó hasta 1889, con la instalación de la primera cabina en un banco de Connecticut (EE UU).

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Se pagaba después de llamar: el operador indicaba el dinero que había que introducir y escuchaba el sonido que producía una campana que golpeaban las monedas al caer para saber que se había pagado la cuantía correcta. En 1898 llegó el primer teléfono público en el que había que insertar monedas para poder hablar, y fue este modelo el que se popularizó rápidamente, aunque la primera cabina -de madera- al aire libre -que se colocó en Cincinnati en 1905- no tuvo una buena acogida inicial ya que sus usuarios eran reacios a llamar desde la calle.

El teléfono llegó a España en 1885, con la Sociedad de Teléfonos de Madrid, al altísimo coste para la época de 600 pesetas anuales, pero la primera cabina no se instaló hasta 1928 -tras la creación de la Compañía Telefónica Nacional de España- en la sala de fiestas Viena Park (actual Florida Park) del parque de El Retiro en Madrid. Al estar instalado al aire libre, el teléfono se protegía con una vitrina de madera y vidrio, de ahí que se lo considere la primera cabina del país, pero las primeras cabinas en la vía pública no llegaron hasta 1966.

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Bilbao fue la tercera ciudad española en contar con cabinas, tras Madrid y Barcelona. A primeros de 1963 se instalaron las primeras en la Avenida de Zumalakarregi, Otxarkoaga y La Peña; en ellas se consumía una ficha cada tres minutos de conversación. En total, se instalaron más de 300. En agosto de 1966 llegaron las primeras cabinas telefónicas a Vitoria, aunque solo permitían realizar llamadas urbanas, y hasta 1970 no se instalaron las primeras cabinas interurbanas.

Caída en picado desde el año 2000

A partir de ahí su número fue creciendo hasta llegar a su punto cumbre el año 2000, con algo más de 68.000 cabinas y casi 41.000 teléfonos públicos de dominio privado. A partir de ahí el numero decae rápidamente, de forma que a finales de 2016 había 18.321 cabinas y 3.730 teléfonos públicos de dominio privado, según datos de la CNMC. Actualmente, informa Telefónica, hay 16.475 cabinas en España, de las cuales 758 están en Euskadi (en la página de cabitel se pueden consultar los teléfonos públicos que hay en una zona determinada).

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Ahora que todo el mundo ve clara su obsolescencia, numerosos países están retirando las cabinas existentes y sustituyéndolas. En Reino Unido BT está cambiando las emblemáticas cabinas rojas por quioscos verticales que, además de contar con un teléfono, ofrecen Wi-Fi y llamadas gratis, tienen una pantalla de información y sirven como soporte publicitario. Estos quioscos están recibiendo fuertes críticas ya que, además, tienen instaladas cámaras, lo que puede servir para controlar a los peatones, que también pueden ser localizados si se conectan al Wi-Fi.

En Nueva York las cabinas se están reemplazando por los quioscos LinkNYC, que cuentan con una gran pantalla publicitaria de 55», ofrecen Wi-Fi de alta velocidad así como una pantalla con información metereológica y del transporte público y un mapa de la zona. Al principio también estaba disponible un navegador pero se retiró esta opción ya que no tenían filtro de contenidos y los usuarios los usaban para buscar páginas poco adecuadas para ver en público.

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En España se intentó salvar a las cabinas ampliando sus utilidades: primero se incorporaron nuevos servicios como envío de correos electrónicos, faxes y SMS o la recarga de saldo de teléfonos. Incluso en 2010 Endesa y Telefónica pusieron en marcha un proyecto piloto para convertirlas en puntos de recarga para coches eléctricos, aunque la idea no salió adelante.

Ahora se está barajando si eliminar todas las que hay en la red o aprovecharlas para otras funciones. La empresa malagueña iUrban desarrolló un proyecto piloto de «neocabinas» en varias provincias andaluzas en el que se sustituyó el teléfono por pantallas digitales de 18,5» con información (noticias locales, eventos y un callejero), estaciones de carga de teléfonos móviles y una cámara para vigilar las inmediaciones.

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Siete curiosidades de las cabinas

  1. 1.

    'La Cabina'

La tradicional cabina española, fabricada en aluminio y vidrio, quedo inmortalizada en el mediometraje 'La Cabina' dirigido en 1972 por Antonio Mercero, también coguionista junto a José Luis Garci, y protagonizado por José Luis López Vázquez. Se cambió el color del metal por otro rojo para subrayar la angustia del protagonista, quien se queda encerrado al entrar a realizar una llamada, sin que nadie pueda rescatarle.

  1. 2.

    Supermán

Uno de los personajes más conocidos del cómic, Superman, está asociado a las cabinas, ya que las utiliza para cambiar de identidad quitándose el traje de Clark Kent y saliendo vestido de superhéroe. Los autores del personaje, Jerry Siegel y Joe Shuster, ya lo dibujaron así a finales de 1942. El superhéroe español Superlópez recoge esta referencia, pero en su caso supone un problema ya que debe tener un traje en cada cabina para poder cambiarse a su personalidad pública.

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  1. 3.

    Cabina-acuario

El colectivo artístico Kingyobu transformó una cabina de Osaka en un acuario de peces de colores en 2014, hasta que fue retirada este año porque el artista Nobuki Yamamoto presentó una queja por plagio.

  1. 4.

    Cementerio de cabinas

En algunos sitios como Alemania las cabinas se han convertido en bibliotecas públicas, pero no ha sucedido con todas las que había, muchas se retiraron y cerca de Berlín hay un cementerio de cabinas en espera de un comprador.

  1. 5.

    Adopta una cabina

En Gran Bretaña British Telecom llevó a cabo la campaña «Adopta una cabina» en la que por una libra se conseguía el uso de uno de los emblemáticos modelos rojos, que ahora funcionan como variopintos negocios callejeros, bookcrossing (intercambio de libros), centros de información o instalaciones artísticas.

  1. 6.

    Bibliocabina

En Barcelona una iniciativa vecinal consiguió que se mantuviese la última cabina con puerta de la ciudad, situada en el distrito de Horta-Guinardó. El Ayuntamiento decidió finalmente a instancias de los vecinos reconvertirla en una bibliocabina con intercambio de libros y convocó el festival de cortos «L'última cabina de Barcelona» que ganó una historia en la que un vecino descubre que la cabina concede un deseo a quien la utiliza.

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  1. 7.

    Las fichas

Las primeras cabinas utilizaban fichas que se compraban en bares y estancos. En 1974 los teléfonos se adaptaron para funcionar con monedas de cinco pesetas, popularmente conocidas como «duro».

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