Euskadi es la segunda comunidad con más testamentos vitales registrados
31.500 vascos lo tienen todo bien atado con su documento de instrucciones previas «para que nadie tenga que decidir por nosotros»
Ernesto tiene casa y coche. También una estupendísima y envidiable colección de libros. Él es un tipo previsor, por eso ha dejado dispuesto que cuando ... falte, cuando él ya no esté, todo eso irá a parar a su mujer y a sus hijos. No es lo más importante que les dejará en herencia, qué va. Justo antes, si llega el momento en el que él ya no puede expresar su voluntad, los suyos no tendrán que decidir nada por él. No se verán ante ese momento tan terrible de seguir atando al padre con hilo de sufrimiento a una vida a la que ya no le queda nada de ovillo. Porque Ernesto lo ha querido así, lo ha dejado bien claro, con instrucciones bien precisas, en su testamento vital. No quiere sufrir. No quiere que ningún respirador, ningún tubo, ninguna sonda le alargue la agonía. El suyo es el legado más valioso. También el más generoso.
Como Ernesto Alonso, de Getxo, 31.552 vascos tienen registrado su documento de instrucciones previas, más conocido como testamento vital. Se trata de un certificado en el que, desde 2002, cualquiera puede manifestar su voluntad sobre los cuidados y los tratamientos médicos que desea recibir o rechazar en el caso de que, por deterioro irreversible de tu salud, uno llega al momento en el que ya no puedes expresarte. «Aunque resulte muy naif, yo lo defino como una herramienta para que quede claro, de forma sintética e inequívoca, cuáles son mis deseos en caso de no tener consciencia», explica Ernesto, que ve en este documento de voluntades previas «una forma de facilitar muchísimo la labor a los profesionales de la salud y, sobre todo, eximir de responsabilidad a tus personas más próximas».
«Mi objetivo no es vivir muchos años, sino vivir el mayor tiempo posible en las mejores condiciones»
Ernesto Alonso. 64 años, Getxo
Sí, Ernesto, de 64 años, tiene las cosas muy claras. Y ningún reparo a la hora de hablar de la muerte. «El problema es que hay un tabú tremendo para expresar este tema, que no tiene nada que ver ni con la ideología ni siquiera con las creencias religiosas; yo siempre digo que mi objetivo no es vivir muchos años, sino vivir el mayor tiempo posible en las mejores condiciones». El matiz, es, desde luego, crucial. «No me interesa para nada, por ejemplo, estar en una cama en estado vegetativo», razona, convencido de que «todo el mundo tendría que dejar hecho su testamento vital». Pero lo cierto es que todavía queda largo trecho para que eso sea así.
Euskadi es la segunda comunidad autónoma española con más documentos de voluntades anticipadas activos, tan sólo por detrás de Navarra. Y, aún así, la cifra es casi testimonial: sólo 14,2 de cada 1.000 vascos -vaya, el 1,42% de la población- lo han formalizado, según los datos que recoge el Registro Nacional de Instrucciones Previas, actualizado en enero de 2021. A pesar de que la delegación vasca de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) reconoce que aquí «estamos mucho mejor que en otras comunidades, como en Madrid, donde se ponen muchos problemas para hacer efectivo este derecho», culpan al departamento de Salud del Gobierno vasco de mostrar un «desinterés absoluto» en informar sobre esta herramienta a los pacientes. «Las cifras reflejan que, como mucho, se hacen 20 documentos al día. Y eso es poquísimo. Nos llegan casos muy duros, de personas que están hechas polvo, pero a las que nadie les ha dicho que tienen derecho a hacer su documento de voluntades anticipadas», asegura Cristina Valverde, una de las responsables del colectivo en Álava. «Se hacen campañas para todo, pero Osakidetza se limitó en su día a imprimir unos folletos... que ni siquiera repartió», afea. Por eso, desde la asociación, organizan charlas en centros de mayores para informar sobre por qué y cómo registrar este documento.
«Nos llegan casos de personas hechas polvo que ni siquiera saben que pueden dejar su testamento vital»
Cristina Valverde. 67 años, Vitoria
Vital para la eutanasia
Son poco más de las cinco de la tarde de un día de labor. A esa misma hora, en la tele, dan telenovelas y hablan de la omnipresente Rociíto, cuya historia le ha encogido el corazón a media España. Pero a ellas les atribula y les interesa infinitamente más lo que les están contando en el salón de actos del centro de mayores de Los Herrán, en Vitoria. Que pueden acudir tanto a la delegación provincial de Salud, donde encontrarán a un funcionario específico para redactar y registrar su testamento vital, como a cualquier centro de salud. Que en el documento pueden expresar todo lo que consideren importante llegado el momento, por ejemplo solicitar que se administren los fármacos adecuados en las dosis necesarias para inducir una sedación paliativa profunda y mantenida hasta el momento del fallecimiento.
Y, sí, a partir de ahora, desde el pasado jueves, cuando la ansiada LORE (la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia) fue publicada en el BOE, también podrán pedir, si ese es su deseo, morir de forma rápida e indolora y no prolongar una posible situación de incapacidad. Hasta ahora, los documentos de voluntades anticipadas podían recoger esta posibilidad en condicional, encabezada por un «Si la legislación regula el derecho a morir con dignidad mediante la eutanasia...». Ahora el testamento vital tiene, si cabe, todavía más importancia.
Las estadísticas sostienen que la inmensa mayoría de los vascos que han registrado sus voluntades anticipadas tienen más de 65 años (19.118) frente a los, tan sólo, 218 menores de 30 años. La mayor parte (20.645) son mujeres. Este es exactamente el perfil de las señoras que asisten a la charla que ha convocado la asociación DMD en Vitoria. Sólo son siete. A pesar de que en el año del coronavirus todos les hemos visto las orejas al lobo, este tema, todavía no está entre nuestras prioridades. Salvo para los que han, hemos, sufrido la agonía de un ser querido de cerca.
Gladis Carcela, acento uruguayo suavito, lágrimas en los ojos, toma la palabra: «Mi hermana tenía 20 años cuando murió en unas condiciones lamentables. Yo suplicaba y suplicaba para que acabaran con eso, que le pusieran lo que hiciera falta para que todo acabara y el médico sólo me dijo 'señora, lo que me pide es que apriete el gatillo'. Y yo; yo, no, no quiero eso para mí ni para mi familia. Por eso he dejado mi testamento vital».
En su contexto
1,42%
de los vascos tienen documento de voluntades anticipadas.
Dónde formalizarlo
La forma más sencilla y gratuita es a través de la delegación territorial de Salud (Olaguíbel 38 en Vitoria y Alameda de Recalde 39 en Bilbao) y en los ambulatorios.
A tener en cuenta
Conviene nombrar un representante para cerciorarse de que se respete la voluntad que se ha expresado en el documento.
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