«Vendemos un 30% más de tabaco»
En primera línea ·
Los «estancos de pueblo» son un lugar «tranquilizador», defiende García, que surte a Ugao, Zeberio y Arrankudiaga-ZolloLa «fábrica de humo» de Iñaki García en Ugao-Miraballes bien pudiera ser un museo. Aunque al mudarse de local hace dos años tuviera que desprenderse de muchos de los objetos antiguos que atesoraba, la esencia no cambia, y sigue ofertando 'exposiciones' a quienes hasta allí se acercan. Pero que nadie se preocupe, que además de reproducciones en miniatura de la Cruz del Gorbea, entre otras cosas, Iñaki tiene tabaco. Porque, al fin y al cabo, esa es la razón por la que está abierto Udiarraga Estankoa. El decreto de alarma, entre otros establecimientos, permitía seguir funcionando a los estancos. El suyo es «uno de los 350 que hay Euskadi». En este reportaje, la cifra no es lo más relevante, pero, subraya el protagonista, «sé que a los periodistas os gustan los datos».
Él es «periodista frustrado». «He escrito más de 300 artículos y 4 libros», desgrana. Y ahora, desde que arrancara el confinamiento, es «muchas cosas más». «Soy el único estanco que está abierto para cuatro pueblos: Ugao, Zeberio, Arrankudiaga y Zollo, porque para mí Zollo es un pueblo por si solo», sentencia. Aunque también es el único sitio, en una zona en la que viven «8.000 personas», en el que pueden «encontrar una fotocopiadora para meter un 'pintxo' y sacar los etxerako lanak (deberes) de los niños que no tienen plataforma digital, o donde los mayores pueden recargar el móvil», detalla.
«Cierro tres tardes para que la gente se quede en casa, porque alguno viene varias veces al día»
- ¿Y qué más?
- Pues vendo tabaco, porque el ansia hace que la gente fume más, y doy conversación a la gente mayor, que hay que hablar con ellos. Así que soy hasta un médico de familia. Y el estanquero de guardia para los medios de comunicación, porque hoy me habéis llamado cinco.
Iñaki defiende que «el estanquero en el mundo rural es como una especie de tranquilizante, damos un servicio y lo hacemos con mucha entereza y con mucha dignidad». También, con mucho celo en cuanto a seguridad se refiere, que por su negocio pasan decenas de personas cada día. Por ello, utiliza «guantes y mascarilla», y ha colocado «una barricada de metro y medio» para que los clientes no puedan acercarse en exceso al mostrador.
«Mi estanco es el único sitio en cuatro pueblos para hacer fotocopias, para imprimir o para recargar el móvil»
Escribir en casa
Eso es difícil en un pueblo en el que todos se conocen. De ahí que, bien sea por la confianza, o por el multiservicio que ofrecen, «la situación sea diferente en los estancos de ciudad y en los de municipios pequeños». En los primeros, afirma, «se vende menos que antes», mientras que en los pueblos, las compras de tabaco «han crecido un 30%» en estas últimas dos semanas.
Remarca que algunas de las visitas que recibe en su negocio son más bien por picaresca, por buscar una razón para salir de casa. «A veces viene uno a la mañana y compra papel de fumar, vuelve a la tarde y se lleva el tabaco, luego unas cerillas...», reconoce con pena. Aunque ya ha encontrado una solución: «Cierro martes, miércoles y jueves por la tarde para que la gente no salga con la excusa de ir al estanco».
Ese tiempo, además, él puede utilizarlo para «estar encerrado y escribir». Y para estar en Orozko, donde reside, con su mujer y sus dos hijos. «Se está bastante bien en casa con ellos, y tenemos, o más bien tienen, un cierto orden. A las mañanas, deberes, y a las tardes, el mundo digital», detalla Iñaki, más amigo de la pluma.