Los profesores llaman a apartar los miedos: «El alumno debe sentirse seguro y escuchado»

Cada centro lleva su ritmo para intentar llegar a tiempo a la casilla de salida que es todo inicio ¿Y cómo llegarán los alumnos? Los profesores consultados creen que no regresarán con miedo, sino más bien con cierto temor a lo desconocido que supone un inicio nunca antes probado.

Gorka Saenz ha vuelto a casa. Es una forma de decir que este interino ha cogido una plaza en el proceso de adjudicación celebrado en agosto en Portugalete, donde vive. El curso anterior estaba en Txurdinaga. Es la itinerancia académica de los interinos.

«Hoy mismo (por el pasado miércoles) me han llamado alumnos del curso pasado ¿Cómo les veo en esta vuelta a clase? Con más incertidumbres que miedo», comenta este profesor del taller de Electromedicina en el centro integrado de FP de Repélega.

«Estamos a pocos días del comienzo de curso y veo bastante improvisación». Si algo le duele a Gorka de este panorama es que «no se valora las consecuencias de todo ello. Quienes más van sufrir son los alumnos más necesitados», lamenta este seguidor acérrimo de la 'Sotera'.

Por ello, ve «correcta y lógica» la convocatoria de movilizaciones por parte de los sindicatos de la Enseñanza: «La actitud de Educación ha sido bastante irresponsable», en su opinión.

«Toda la atención está centrada desde hace meses en la evolución de la enfermedad y sus consecuencias, pero poca gente está reparando en las secuelas que dejará la Covid-19 a nivel psicológico entre nuestros menores y adolescentes», comenta la directora de la ikastola Iparragirre, Nerea Bilbao, con 770 niños y niñas de 2 a 5 años.

El reencuentro en las aulas debería suponer, a su juicio, afianzar el desarrollo emocional y evolutivo, trabajando la empatía y la socialización. «Es mucho lo que nos jugamos, pero no tanto por nosotras, que también, sino por estos menores». Por ello, cree que «no es un momento para ir a la huelga, sino trabajar juntos para ofrecer la mejor acogida al alumnado».

«Por desgracia, en la Universidad hay pocas clases que se imparten en espacios abiertos, que serían muchísimo más seguros que las aulas». Esa hubiera sido una buen opción, a juicio de ese profesor universitario, para mitigar posibles complicaciones.

A nivel emocional, considera que el reencuentro estará marcado por las medidas para minimizar el riesgo de contagios. Cada persona tendrá un grado de conocimiento y una actitud diferente. «Preveo que haya personas que se sientan molestas ante la falta de cuidado de otras. Muchas personas no se han reunido con nadie en espacios interiores desde hace seis meses. En paralelo, el alumnado querrá saber claramente cómo seguir las clases y tareas cada día. El profesorado estará pendiente de que la comunicación sea fluida».

En el instituto Botikazar de Bilbao empezarán las clases de Bachiller el 15 de septiembre. Como en otros centros, el cuerpo docente ha puesto en común la necesidad de ser un poco psicólogos en este arranque de curso.

«Siempre hemos trabajo el sentido de pertenencia a este centro, entendido no como orgullo, sino en el sentido de que el alumno lo haga suyo, se responsabilice. Y para eso necesitamos que se sienta seguro y escuchado, más en estas nuevas circunstancias, para eliminar sus miedos».

«Esta semana hemos enviado comunicados a las familias insistiéndoles que el objetivo fundamental es la educación, pero que en este curso debemos lograr un equilibro entre educación y seguridad». Con 29 años, María Angulo afronta este curso en Vitoria con una sensación de «seguridad» porque, como dice, se siente respaldada por el grupo humano que está detrás de Egibide. Lo tienen todo a punto para «educar no en el miedo, sino en la responsabilidad. Es algo que nos compete a todos», destaca.