La huelga de un mes en la concertada tendrá un impacto «bárbaro» en el aprendizaje
Los expertos destacan la incidencia que tienen paros tan largos en todas las etapas, desde Infantil hasta la preparación de la Selectividad
Miles de padres marcaron ayer en sus calendarios el periodo que va del 7 de noviembre al 5 de diciembre y se preguntaron qué ... diablos van a hacer con esa porción tan importante del año. Parte de esa preocupación tiene que ver con la intendencia básica (¿qué será mejor, llevar a los niños a un colegio sin actividades lectivas o dejarlos bajo el cuidado de alguien, si es que lo hay?), pero también pesa la inquietud pedagógica: si algo interioriza uno cuando tiene hijos, es que la educación es un proceso que hay que apuntalar día a día, un esfuerzo constante, una meticulosa labor de punto en la que de pronto se ha abierto un desgarrón de cuatro semanas.
¿Cómo afecta un mes sin clase al proceso de aprendizaje? Los expertos coinciden en destacar que el perjuicio es inevitable, si bien discrepan a la hora de identificar en qué etapas educativas se van a registrar las peores secuelas. «Donde más se sufre es en los extremos», sostiene Ernesto Gutiérrez-Crespo, presidente de la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi, Apside. A su juicio, la huelga de la enseñanza concertada resulta especialmente nociva para los alumnos más pequeños (los de Infantil, hasta 6 años) y para los mayores (los de Bachillerato, de entre 16 y 18 años). «En Infantil, los servicios mínimos son reducidos. Son alumnos que se están adaptando y, de pronto, no ven a su persona de referencia, los juntan en grupos y se rompen todas sus rutinas. ¡No está su andereño! Eso puede generar lloros, resistencia a ir al centro escolar, malestar e incluso conductas regresivas», repasa.
En cuanto a los mayores, su gran diferencia con todos los demás es que tienen en el horizonte las pruebas de acceso a la Universidad, algo así como una temible avanzadilla de la vida adulta. «Perder un mes de cara a la preparación de la Selectividad es bárbaro, porque esos contenidos no se van a eliminar de la prueba, y puede condicionar sobre todo en las carreras con un corte alto. No solo resulta afectado un mes, sino el curso entero, ya que el profesorado se verá obligado a ir más rápido el resto del tiempo», subraya Gutiérrez-Crespo. El psicopedagogo ve complicado que los estudiantes puedan compensar por su cuenta lo que les deja de aportar la escuela: «En clase están seis horas al día, eso no se suple con una academia. Haría falta mucha autodisciplina». Por desgracia, es más probable que en un periodo así se abandonen los hábitos de estudio propios del tiempo lectivo: «En la adolescencia, de hecho, puede ocurrir que se adquieran otros hábitos no deseables».
Quedarse en casa
Jesús Marauri, profesor de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto, basa su reflexión en «una verdad objetiva y contrastada» que reza así: «A más tiempo de educación, mejores resultados académicos. La pérdida va a ser significativa, y la realidad es que los más perjudicados siempre son las personas con menos recursos», apunta. Sin entrar a valorar la huelga, sí destaca que «tener a los menores en la balanza es lo suficientemente preocupante como para que nos pongamos todos las pilas».
Las frases
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Ernesto Gutiérrez-Crespo | Psicopedagogo: «No solo se ve afectado un mes, sino el curso entero, porque el profesorado tendrá que ir más rápido»
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Jesús Marauri | Universidad de Deusto «La pérdida va a ser significativa y los más perjudicados siempre son los de menos recursos»
Marauri confía en que los servicios mínimos y los profesores que se descuelguen del paro contribuyan a atenuar los efectos perniciosos que tendría un mes sin clase. En el caso de los más pequeños, ese paréntesis «supondría un retroceso importante en la socialización y en los aprendizajes más básicos», del mismo modo que en Primaria se reproduciría ese «despiste» tan característico que suelen dejar las vacaciones. Pero, a su juicio, los más perjudicados en una situación así son los alumnos de ESO/DBH, de entre 12 y 16 años, por la sencilla razón de que su edad les brinda mayor autonomía: «Su caso puede ser más grave porque podrían incluso quedarse en casa. Habrá algunos que sean muy responsables y otros que no, del mismo modo que habrá familias con recursos para motivarlos y estimularlos y otras que no».
En cambio, el profesor se muestra convencido de que el Bachillerato es el nivel educativo donde la afección resulta menor. «Ya el año pasado estaba seguro de que, pese a las jornadas de huelga, no iba a producirse una diferencia significativa en los resultados de la Selectividad. En Bachillerato existe una sobremotivación por parte de los chicos y las chicas y de sus familias, que saben que se están jugando algo importante, y además los centros se esfuerzan, porque el profesor también es evaluado de alguna manera». Marauri concluye su análisis con una advertencia: «Cuantos más días estén los niños alejados de la educación y de la interacción con sus compañeros, más alejados estaremos de los resultados de una educación de calidad».
Un profesor de ESO pierde 120 euros cada día de paro
El pulso que han lanzado los sindicatos de la enseñanza concertada a la patronal pasará también factura a los profesores. Cada docente de Secundaria que se sume a los paros dejará de ganar cerca de 120 euros al día, una cifra que será más elevada en el caso de Bachillerato y menor en Infantil y Primaria.
Las centrales se mostraron ayer convencidas de que las plantillas van a responder con un amplio respaldo a su llamada de paralizar las aulas –como en otras convocatorias, dijeron–, a pesar de que ya han tenido que afrontar 27 jornadas de huelga los dos últimos cursos y que los porcentajes de seguimiento por parte de los trabajadores han ido descendiendo.
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