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A rebosar. La playa del Arenal en Palma de Mallorca, abarrotada de bañistas. Reuters

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El Gobierno balear limita a 623.624 las plazas para visitantes en las islas, que este año baten récords. Acusado de turismofobia por esta drástica medida, asegura que solo pretende cuidar mejor a quienes constituyen su gran fuente de ingresos

Domingo, 13 de agosto 2017, 01:35

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Dianas pintadas con la leyenda ‘Tourist go home’, autobuses panorámicos atacados en Barcelona, la Agencia Vasca de Turismo en Bilbao bombardeada con pintura, trenecillos turísticos ... asaltados en San Sebastián, ‘escraches’ con castañuelas y botes de humo ante los megayates del puerto de Ibiza... ‘Turismofobia’ se ha convertido en la palabra del verano, tal vez porque nunca hemos tenido tantos visitantes como ahora: España ha pasado de acoger 50 millones de turistas en 2012 a superar, si se cumplen las previsiones, los 80 millones en 2017. ¿Se ha convertido esta fuente de riqueza, que aporta más del 11% del PIB nacional, en una plaga dañina? Una nueva ley del Gobern balear que acaba de poner techo a las plazas turísticas en las islas apunta en este sentido, según los críticos que han surgido por doquier para poner el grito en el cielo.

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