La nave rusa en busca de hielo lunar se estrella contra el satélite
La misión, la primera a la Luna en casi medio siglo, pretendía alcanzar el gélido polo sur en busca de agua
Rusia no ha podido convertirse en el primer país que aterriza en el tenebroso polo sur de la Luna, una región repleta de gélidos cráteres ... de hielo lunar. Los científicos creen que esas reservas de agua helada serán esenciales en las exploraciones espaciales, ya que pueden servir de combustible, de fuente de oxígeno y de líquido para beber.
La agencia espacial rusa Roscosmos confirmó ayer que la estación Luna-25, su primer proyecto de alunizaje en casi 50 años, se ha estrellado sobre la superficie del satélite tras una maniobra de aproximación orbital fallida. «El aparato se movió a una órbita no prevista y cesó su existencia como resultado de un choque con la superficie de la Luna», ha comunicado la agencia espacial rusa.
El sábado ya había anunciado la suspensión de una maniobra preliminar de acercamiento de la sonda. Ayer, Roscosmos precisó que perdió el contacto con la nave como consecuencia de este fallo y todos los intentos para recuperarlo a lo largo del día fueron en vano. Ahora, una «comisión interdepartamental» estudiará las razones específicas del fallido viaje.
Solo Estados Unidos, la Rusia soviética y China han logrado alunizar con éxito. Nadie ha conseguido hacerlo en el polo sur. La Luna carece de atmósfera, lo que impide a las naves el uso de paracaídas para frenar. Los retrocohetes y el conocimiento exacto de la zona de alunizaje resultan esenciales.
Luna-25 intentaba ser la primera estación de la historia en aterrizar en el polo sur de nuestro satélite. Las principales tareas de la misión eran probar las tecnologías de un aterrizaje suave, estudiar la estructura interna y explorar los recursos, incluida el agua que se oculta en forma de hielo bajo una superficie a la que, debido a la posición del satélite, nunca llega el sol.
Colaboración con la Nasa
La misión Luna-25 despegó el 11 de agosto del puerto espacial Vostochni en el Lejano Oriente ruso. Durante tres días, la sonda automática ajustó dos veces su trayectoria de vuelo. Finalmente entró en órbita lunar el pasado viernes, según el horario previsto. Su intención era aterrizar este lunes, adelantándose así en dos días a la sonda india Chadrayaan-3, una nave 'low cost' que tardó un mes en realizar el mismo trayecto (frente a los cinco días que duró el viaje de Luna-25).
Rusia contaba con experiencia en alunizajes y fue la primera potencia en recoger muestras lunares con una sonda robótica; pero, tras la llegada de EE UU a la Luna en 1969, abandonó ese escenario y sus esperanzas de poner a sus cosmonautas sobre nuestro satélite. Centró sus esfuerzos primero hacia la estación espacial rusa (MIR) y, después, hacia la construcción de la Estación Espacial Internacional, que ejecutó en colaboración con la NASA en una nueva era de cooperación que continúa hasta hoy. Incluso tras la guerra con Ucrania, ambas agencias espaciales siguen colaborando en el laboratorio orbital.
Luna-25, de más de una tonelada y tres metros de altura, envió a la Tierra una de sus primeras imágenes el pasado viernes. Era del cráter Zeeman, una depresión cercana al polo sur en la cara oculta del satélite. La sonda rusa debía tomar tierra al norte del cráter Bogulawsky, una enorme cuenca de impacto de 95 kilómetros de diámetro.
Equipada con un brazo robótico, la nave pretendía excavar unos centímetros en el terreno hasta encontrar hielo, introducirlo en sus entrañas y analizarlo con varios instrumentos para determinar su composición. Otros de sus instrumentos también son capaces de detectar torio, potasio y uranio.
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