La COP26 es el momento político más importante para la emergencia climática desde el Acuerdo de París en 2015, y toda la humanidad necesita que sea un éxito. Este verano pudimos leer el último informe del IPCC que, aunque esperable para las personas que seguimos de cerca a la comunidad científica, no dejaba de ser demoledor: 'Código rojo para la humanidad'. Además, vimos episodios de eventos climáticos cada vez más frecuentes y fuertes (olas de calor en Canadá, inundaciones en Alemania, incendios aquí y allá...), por no mencionar ecosistemas muy valiosos (Amazonía, Mar Menor...) que nos dan signos terribles de ruptura; los puntos de no retorno están cada vez más cerca.
Pese a las claras señales de que vivimos en emergencia climática, la inacción de los gobiernos nos está llevando al límite. Nos encontramos con unos compromisos de reducción de emisiones totalmente insuficientes. Con este panorama, la única buena noticia es que aún estamos a tiempo, pero ello requiere aprovechar al máximo cada oportunidad que nos brindan los espacios de negociación y gobernanza global. Y para que así sea, se tienen que dar dos requisitos: el primero, garantizar que el Sur Global puede estar bien representado en Glasgow tanto a nivel de gobiernos como de sociedad civil, y el segundo, que las empresas de combustibles fósiles no acaparen la presencia ni fuera ni dentro de las negociaciones. Con respecto a esto último, se ha puesto en marcha una recogida de firmas para una iniciativa ciudadana europea con el objetivo de prohibir la publicidad engañosa y los patrocinios de las empresas de combustibles fósiles.
Y aquí llegamos a los objetivos irrenunciables para un buen acuerdo en la COP26:
1) Establecer planes ambiciosos de reducción de emisiones para reducir a la mitad las emisiones globales para 2030 con estándares globales de rendición de cuentas.
2) Detener todos los proyectos nuevos de combustibles fósiles de inmediato y eliminar gradualmente la industria.
3) Rechazar los planes para abrir un mercado global en compensaciones de carbono, y evitar las trampas.
4) Generar una economía climática en la que todos los flujos financieros tienen que ir en la dirección de cumplir el Acuerdo de París, empezando por asegurar el compromiso de 100 mil millones de dólares al año destinados a los países con menos recursos para adaptarse a los impactos de la crisis climática, además del dinero necesario para compensar el daño que ya están causando los impactos climáticos en los países vulnerables, y los que están por venir.
5) Protección de la valiosa biodiversidad, deforestación cero, promover la sostenibilidad de la agricultura y la restauración de los ecosistemas.
En esencia, esta conferencia debe tratar de brindar equidad y justicia, especialmente para las comunidades vulnerables. Se trata de quién es el dueño del futuro: las gigantes de los combustibles fósiles y las empresas agrícolas que talan las selvas tropicales, o el resto de nosotras. Ocurra lo que ocurra, es imprescindible que la sociedad civil se reconozca como parte de la solución y que protagonice el cambio de sistema que necesitamos. Arreglar esta crisis es posible si lo hacemos juntas.