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C. nevot/a.s. jiménez
Domingo, 11 de julio 2021, 08:13
Pedro María Ruiz Jiménez no es un hombre cualquiera. Desde que se supo que era el presunto autor del crimen de Murchante, la orden de búsqueda emitida por la Policía Foral advertía de que era un hombre «violento y muy peligroso». Y en el aviso transmitido a la Ertzaintza se indicaba que era «autor material de dos asesinatos».
Ese carácter también lo ha desplegado en los centros penitenciarios por los que ha pasado. Su nombre no pasa desapercibido en La Rioja y menos en el centro penitenciario de Logroño. Allí estuvo interno un año largo, hasta finales de 2020, cuando salió en libertad no sin antes dejar una huella que muchos no olvidarán.
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Era, cuentan fuentes de la prisión logroñesa, un interno problemático y durante su estancia entre barrotes protagonizó innumerables altercados que los funcionarios debían sofocar un día sí y otro también. Aquí no cumplía condena por delitos de sangre, sino por robos y violencia de género, aunque en su historial figura que fue absuelto de un crimen en una gasolinera de Ikaztegieta en 1998, junto a otras dos personas. Los tres fueron declarados no culpables por un jurado popular debido a la «falta de pruebas».
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