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La semana pasada, con la nota en la que el EBB daba un golpe en la mesa y entonaba un 'hasta aquí hemos llegado' tras ... la espantada de Podemos en la negociación, la revisión fiscal acordada por PNV y PSE pareció definitivamente condenada al fracaso. Pero la política da muchas vueltas y a la reforma aún le queda algo más que un hilo de vida. Algunas fuentes jeltzales le conceden a estas alturas «un 60%» de posibilidades de ser aprobada en los tres territorios; otras, más optimistas, elevan el cálculo hasta «el 70%».
Lo que no está claro aún es con quién saldrían adelante las medidas si se cumplen esas previsiones -aunque Bildu, que ha planteado enmienda de totalidad al proyecto, parece descartada- ni hasta qué punto eso supondría modificar la que, según Sabin Etxea, era la última oferta posible, el acuerdo que los morados alcanzaron con jeltzales y socialistas y después rechazaron a pesar del aval por la mínima de sus bases.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que las negociaciones siguen abiertas con la formación de Richar Vaquero, que ha negado que la dirección nacional de Podemos vetase el entendimiento con PNV y PSE aunque sí ha admitido que, una vez acordado el giro a la izquierda en el planteamiento original, la ejecutiva vasca ha estado en permanente contacto con la que encabeza Ione Belarra.
El paso atrás de Podemos tras consultar a sus bases, y a pesar de que la militancia avaló el acuerdo con un 46% de votos afirmativos frente a un rechazo del 43%, ha sembrado de recelos y desconfianzas esta nueva fase de las conversaciones, especialmente entre los jeltzales, los más reacios, en principio, a acordar el paquete fiscal con Podemos. El secretario general del PSE, Eneko Andueza -que desde el principio ha intentado taponar un posible pacto con el PP para alejar a Euskadi «del modelo de Ayuso»-, presiona en cambio para que, si sale adelante la reforma, sea de la mano de los morados.
Aun así, Sabin Etxea ha emitido también señales favorables a perseverar en la vía morada pese al fiasco inicial y a la «decepción» que, admiten, les causó la negativa de Vaquero y su «desafortunada explicación». «Admito que he tenido que aceptar las advertencias de quienes se me acercaron para decirme que no fuera iluso 'porque estos no son de fiar'», reconocía este pasado sábado en su blog personal el burukide Koldo Mediavilla, que en este atípico período de transición entre el actual presidente jeltzale, Andoni Ortuzar, y su sucesor, Aitor Esteban, está llevando personalmente las riendas de las negociaciones como responsable de política institucional del EBB.
En paralelo, los diputados generales, las tres diputadas de Hacienda y sus equipos despliegan también sus contactos en cada territorio. Mediavilla abogaba en ese artículo, «sin caer en la ingenuidad ni en la candidez», por dar «una última oportunidad al entendimiento» con Podemos «sin falsas esperanzas, sin tacticismos, con realismo y responsabilidad».
Sin embargo, son muchos los que siguen sin confiar en la fiabilidad de los morados y admiten que las conversaciones con Vaquero y el resto de dirigentes vascos prosiguen «sin demasiada fe» en sus eventuales resultados. Frente a eso, ¿hay 'plan B'? La respuesta pasa inexorablemente por el PP, que en su día fue la primera opción de quienes ahora lamentan el enredo político en que ha degenerado la revisión tributaria.
Los populares niegan que los socios de gobierno se hayan dirigido formalmente a su partido para retomar, o más bien arrancar, las negociaciones, aunque otras fuentes admiten contactos en los distintos territorios para sondear posibles puntos de acuerdo. La propia responsable de la Hacienda vizcaína, Itxaso Berrojalbiz, insistió ayer, durante la presentación de la campaña de la renta, en que PNV y PSE siguen hablando «con todos» y pidió a las fuerzas de la oposición que dejen atrás «dogmas y tacticismos» y se centren en medidas concretas.
En realidad, frente a un PSE que prefiere retirar la reforma antes que sacarla adelante con el PP, el PNV se resiste a dejarla morir y a asumir la derrota política que supondría verse doblegado por los vetos de su socio minoritario. Los jeltzales no ocultan su hartazgo con Andueza y con sus presiones para llevar a Euskadi a los «maximalismos» que condicionan la política de bloques en Madrid.
En cualquier caso, la negociación formal con el PP sólo empezaría si se frustra definitivamente la opción de Podemos y no sería fácil. Los de Javier de Andrés tienen claro que, llegado el caso, serán «exigentes» para devolver la reforma a un escenario de bajada de impuestos. «La actual está pensada para satisfacer a la izquierda», argumentan.
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