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Otegi y Esteban conversan durante las celebraciones en Gernika del 45 aniversario del Parlamento vasco. Ignacio Pérez

El PNV pasa al ataque para desmontar el relato de Bildu ante un posible adelanto electoral

Los jeltzales les afean su discurso sobre la Ertzaintza, la «legitimación» de ETA o la «utilización» de la cuestión palestina

Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:16

La partida se juega a cara o cruz y sólo puede quedar uno. El arranque del curso político en Euskadi ha traído a un PNV ... lanzado a degüello contra EH Bildu, consciente de que la estrategia de «blanqueamiento» constante de la coalición soberanista ha rendido frutos a los de Arnaldo Otegi hasta la fecha. El último Sociómetro, publicado a finales de junio, reproducía el empate entre ambas fuerzas, igualadas a 28 escaños, uno más cada una que en la anterior entrega del sondeo. Los porcentajes jugaban a favor del PNV y sugerían lo que los jeltzales repiten en privado: que Bildu, que cedía más de un punto frente a las nueve décimas que ganaban los de Aitor Esteban, podría haber «tocado techo».

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Los dos meses largos transcuridos desde entonces, no obstante, han sido particularmente intensos. Y la 'rentrée' tras el parón estival lo está siendo también. La campaña de ataques y acoso a la Ertzaintza y a las Policías municipales en los recintos festivos, la reivindicación de la figura de 'Txiki' y Otaegi desde las filas de Bildu y Sortu y su apoyo cerrado a las manifestaciones propalestinas, incluida la que reventó este miércoles el final de etapa de la Vuelta en Bilbao, han exacerbado, como nunca en los últimos tiempos, el antagonismo entre las dos fuerzas abertzales.

Más en concreto, han redoblado los ataques frontales del PNV contra Bildu, con la intención, apuntan fuentes jeltzales, de «confrontar modelos y enfatizar las diferencias» e «impedir que impongan un relato que no es verdad». El relato, de nuevo, lo impregna todo. Y lo hace en un clima político muy condicionado por la incertidumbre sobre el futuro de la legislatura en Madrid, con el mandato de Pedro Sánchez en el alambre y pendiente de unos Presupuestos que tanto los jeltzales como EH Bildu ven «casi imposibles» de aprobar. En Sabin Etxea empiezan a interiorizar que las elecciones generales pueden convocarse en cualquier momento, hacer de antesala de las municipales y forales de 2027 o, incluso, si Sánchez se decanta finalmente por agotar la legislatura, coincidir con esa fecha marcada en rojo en el calendario de los partidos vascos. Así que toca echar el resto.

Los de Otegi ya han dejado claro que reman con todo a favor de la continuidad de Sánchez. Su crecimiento electoral tiene mucho que ver, de hecho, con el alineamiento en el bloque de izquierdas, en el que ahora buscan escenificar su liderazgo para frenar la llegada de un posible tándem PP-Vox. Los jeltzales intentan retratarle, como hizo este jueves el lehendakari Pradales, como un «aliado incondicional» y acrítico del sanchismo, pero lo tienen difícil porque en sus planes tampoco entra retirar el apoyo al Gobierno. Quizás por eso, buscan subrayar la cercanía de Bildu «con la izquierda confederal española», sobre todo tras su ronda de reuniones con las siglas de ese espectro, frente a un PNV encuadrado en el nacionalismo vasco clásico.

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Pero es en la batalla del relato, más que en la ideológica, donde el PNV ha decidido poner toda la carne en el asador. En el encontronazo más reciente, el que ha llevado a los máximos responsables institucionales jeltzales a reprochar a Bildu que «se felicite» por los graves incidentes en la línea de meta de la Vuelta, late de fondo el pulso entre el partido de orden y de gobierno que el PNV ha sido siempre y la nueva apuesta por la institucionalidad de quien aspira a sustituirle al frente de los gobiernos.

La izquierda abertzale juega con el viento a favor de la indignación ciudadana en Euskadi por el asedio y la hambruna provocados por Israel en Gaza. Sólo tiene que levantar el puño y jactarse, como hizo Otegi el miércoles tras los graves incidentes en el centro de la capital vizcaína, de cómo Euskadi se convierte en «referente» internacional de la lucha por la «libertad» de Palestina. El PNV, en privado, lo tiene claro: «La izquierda abertzale hace un aprovechamiento político del sufrimiento de un pueblo». Pero, en público, tiene que hacer equilibrios de los que EH Bildu puede prescindir. Al tiempo que condena rotundamente los ataques de Netanyahu sobre la Franja, el PNV se debe a su condición de partido de gobierno. De ahí que haya chirriado, especialmente entre los empresarios pero también dentro de las filas jeltzales, que el lehendakari Pradales aconsejara a a CAF hacer una «reflexión ética» sobre el contrato para construir el tranvía ligero que unirá Jerusalén con zonas de la Cisjordania ocupada.

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Más cómodo se le ve al PNV cuando afea a Bildu que no cumpla «con los mínimos éticos» exigibles a cualquier fuerza democrática, en palabras, este miércoles, del presidente del partido en Bizkaia, Iñigo Ansola, que se refería así a la «desvergüenza» de Otegi al responsabilizar, indirectamente, a la Ertzaintza -al recomendarles que «traten bien a la gente»- del hostigamiento que han sufrido los agentes este verano, expulsados en algunos casos de la zona de txosnas. «Están tan blanqueados que se sienten legitimados para reivindicar su trayectoria. Ya no necesitan ni disfraz», analiza un alto cargo del partido.

Los lastres del pasado

En las últimas semanas, de hecho, los principales dirigentes del PNV, con Aitor Esteban a la cabeza, se han afanado en dibujar a una izquierda abertzale incapaz de desembarazarse de los lastres del pasado, obligada a volver a su discurso más radical por la pugna que mantiene con GKS o incluso dedicada a «legitimar» la actuación de ETA utilizando como excusa el origen de la banda durante la dictadura de Franco, en declaraciones del diputado general de Álava, Ramiro González, a EL CORREO. «Hace tiempo que la izquierda abertzale ha paralizado su progreso en materia ética», reprochó. El ejemplo más claro del hartazgo del PNV con esta estrategia de la izquierda abertzale es el mural que apareció en Mungia en el que se equiparaba al poeta jeltzale Lauaxeta, fusilado durante la Guerra Civil, con 'Txiki' y Otaegi, ejecutados en 1975. «No les podemos permitir que se presenten como héroes», resumen en el PNV.

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