Mamparas, Abascal y la «licencia» de Suso
Casi todos los parlamentarios se decantaron por la discreta mascarilla negra con el emblema de la Cámara
Si no se agudizaba bien la vista, las mamparas de metacrilato que separan cada uno de los 75 escaños del Parlamento vasco podían pasar incluso ... desapercibidas. Finas y transparentes, fueron sin embargo la imagen más simbólica de la sesión constitutiva de la Cámara, que dio inicio este lunes a la XII legislatura vasca. Cada diputado, encerrado en su parcelita y las papeletas de votación pasando entre los componentes de la Mesa de Edad por encima de las láminas de plástico.
Todo muy extraño, aunque se agradeció el gesto de la Cámara al proveer a todos sus miembros de una mascarilla corporativa -negra, discreta, idéntica y con el emblema de la Cámara- para evitar folclorismos como los vistos en la Conferencia de Presidentes. Solo algunos, como Mendia, Egibar y Txarli Prieto, se decantaron por la quirúrgica y la FP2 y los estampados quedaron desterrados casi del todo, con alguna honrosa excepción como la de la socialista Susana Corcuera. Un complemento rigurosamente obligatorio para todos los asistentes al atípico Pleno, que vio reducida a la mitad la lista de invitados, en unos palcos bastante más desangelados de lo habitual.
A los 'abonados' a las sesiones solemnes -los máximos dirigentes de los partidos con representación parlamentaria, entre ellos Andoni Ortuzar, Arnaldo Otegi, Pilar Garrido o la líder del PP vizcaíno Raquel González- se sumó este lunes el presidente de Vox, Santiago Abascal, que volvió a la Cámara donde dio sus primeros pasos como político, hace varios lustros, en las filas del PP. El líder de la extrema derecha, con la clásica mascarilla de la bandera española, saludó de hecho a unos cuantos viejos conocidos populares, y arropó a la única parlamentaria de su formación, nueva en el Legislativo vasco.
Con protestas en el exterior de la plataforma Zaldibar Argitu y de otra plataforma contra el fiasco de Iruña Veleia, el verdadero protagonista de la liturgia que se repite legislatura tras legislatura fue el parlamentario más veterano de los 75, el jeltzale José Antonio Suso, designado por ello presidente de la Mesa de Edad. Con 63 años (joven para ser el más mayor), el también líder del ABB llamó a guardar un minuto de silencio por las víctimas del Covid-19, rematado por un aplauso de agradecimiento a quienes han trabajado para combatir la pandemia. «Permítanme la licencia y el atrevimiento», se disculpó el parlamentario jeltzale, decidido a que sus hijos encuentren «la huella de su aita en el diario de sesiones». Ya se había visto en un trance parecido en la constitución del Ayuntamiento de Arraia, cuando, con 26 años, le tocó integrar otra Mesa de Edad, entonces por ser el más bisoño. Un «honor» que no quiso dejar pasar sin su pequeño minuto de gloria y que, recordó, comparte con el que ostentó hace cuatro décadas Jesús María Leizaola, «el inolvidable lehendakari zaharra».
«Solo su presencia, tras décadas de exilio, otorgaba legitimidad a aquella naciente Cámara», proclamó, en el 40 aniversario del primer Parlamento vasco. «Henos sabido superar la crisis económica y el terrorismo que asolaban Euskadi en 1980, el país ha sabido reinventarse desde entonces», se enorgulleció.
Llegó después la larga letanía de llamamientos. Como hace cuatro años, la bola señaló de nuevo al parlamentario de EH Bildu Mikel Otero. «Está de suerte, compre lotería», le ha dicho un risueño José Antonio Suso.
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