El lehendakari López vuelve a la primera línea
Sánchez, a quien se enfrentó en las primarias del PSOE en 2017, le encomienda la portavocía en el Congreso para remontar la legislatura con vista a las elecciones de 2023
En teoría, son ex, ilustres ex, pero los propios ex, cuando se tratan entre sí, lo hacen de tú, así que hablemos del lehendakari Patxi ... López (Barakaldo, 1959), el hombre que vuelve a la primera línea de la política para afrontar su enésimo reto: la portavocía del Grupo Socialista en el Congreso. Lo hace de la mano del presidente del Gobierno, de un Pedro Sánchez con quien compitió, junto a Susana Díaz, para hacerse con la Secretaría General del PSOE. Ganó Pedro, perdió Patxi. Cómo no acordarse de aquel debate del 15 de mayo de 2017 cuando el vasco le espetó: «Vamos a ver, Pedro, ¿sabes lo que es una nación?». «Por supuesto», respondió. Lo que no sabían ni uno ni otro es que cinco años después, uno iba a ser presidente del Gobierno y el otro iba a pedirle ayuda para librar la batalla del relato que el PSOE lleva perdiendo a tenor de las encuestas. Incluso la del CIS, tradicionalmente más favorable.
Vuelve el lehendakari López a la primera línea. Lo hace para asumir la que quizá sea su última misión por encargo del PSOE. Porque si por algo destaca el diputado vasco es por haber dedicado toda su vida a las siglas socialistas. Este año, sin ir más lejos, se cumplen veinte desde que el 23 de marzo proclamó: «Se abre una nueva etapa para el país». Lo hizo al asumir el liderazgo de un PSE-EE que mantuvo hasta el 16 de diciembre de 2014. Las pasó de todos los colores. Primero, de puertas adentro, porque aquel socialismo vasco distaba un mundo de la balsa de aceite que es ahora. Y, segundo, porque entre 2009 y 2012 encarnó uno de los grandes hitos jamás logrado por la formación: asumir la Lehendakaritza derrotando al 'invencible' PNV.
Si López tiene cartel a ojos del resto de españoles es precisamente por esto, por haber levantado la makila en las Juntas Generales de Gernika en una época muy convulsa con ETA dominándolo todo. De hecho, la banda terrorista anunció que ponía fin a la violencia bajo su mandato. El de él y de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Se acuerdan del abrazo que Pedro Sánchez dio a Patxi López en pleno debate del estado de la nación cuando el PP resucita con todo el fantasma de ETA por los pactos del PSOE con EH Bildu? Aquel gesto fue la gran pista de que el presidente del Gobierno necesitaba al lehendakari para afrontar a cara de perro un carrusel electoral de 2023. Necesita relato, necesita cuajo, necesita gente experimentada con horas de vuelo para afrontar una situación más que delicada por la gravedad de la coyuntura económica.
De hecho, no es la primera vez que Sánchez recurre a la figura del exlehendakari socialista para un cargo de entidad. En 2016, en la fallida legislatura en la que PSOE y Ciudadanos exploraron un acuerdo de investidura que no salió adelante, López fue aupado a la presidencia del Congreso. Apenas duró medio año porque la Cámara baja tuvo que disolverse y las elecciones se repitieron. Años más tarde, en 2020, el ya jefe del Ejecutivo Sánchez volvió a tirar de su experiencia para hacerle presidente de la bautizada como 'Comisión de Reconstrucción' que pretendió fijar los pilares de la recuperación tras el confinamiento por el covid.
El hijo de 'Lalo', el dantzari
Patxi mamó la política desde muy pequeño, cuando su padre, Eduardo 'Lalo' López, un histórico militante socialista y trabajador de La Naval, estaba desterrado en Almería y su mujer en Cáceres. Él estaba al cuidado de sus abuelos en la calle Coscojales de Portugalete. Cuando sus padres regresaron del exilio, su domicilio se convirtió en un centro de reuniones clandestinas. Eran los estertores del franquismo. Por allí pasaron, entre otros, Ramón Rubial, Felipe González, Manuel Chaves, Joaquín Almunia, Nicolás Redondo Urbieta o Txiki Benegas, todos alimentados por las cazuelas de bacalao que hacía Begoña, la madre del nuevo portavoz del PSOE.
El salto del franquismo a la democracia le coge en plena adolescencia. Tras cuarenta años de ostracismo, se produce el apogeo de la cultura euskaldun. Y López no es una excepción. Se apunta a un grupo de bailes vascos con el que recorre Euskadi (sí, es dantzari) y con la cuadrilla llegó a «tomar la sede del Frente de Juventudes» –antiguo batzoki incautado tras la Guerra Civil– para devolvérsela a los nacionalistas.
Se sumó a las Juventudes con 16 años y se afilió al partido en cuanto cumple la mayoría de edad. Su vocación era la medicina, pero se matriculó en Ingeniería Industrial. Pasan los años, la política le engancha y deja la carrera en el último curso, sin graduarse. En 1985 es elegido primer secretario general de las Juventudes de Euskadi. Comienza su ascenso en el partido. En 1987 se convierte en diputado en el Congreso. No fue hasta 1997 cuando se hace con las riendas del partido en Bizkaia y ya en 2002, se convierte en secretario general del PSE-EE.
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