Javier Hurtado, el consejero apasionado del waterpolo
Antiguos compañeros destacan su carrera de abogado. «Llevó pocos juicios, pero ganó todos»
Javier Hurtado (Madrid, 1981) repetirá al frente de la cartera de Turismo, Comercio y Consumo, que camina a golpe de récords. Jamás Euskadi ha recibido ... tantos turistas como ahora. Sin variar la estrategia, el consejero se volcará, más aún, en la conquista de viajeros extranjeros y de alto poder adquisitivo para apuntalar las pernoctaciones y la desestacionalización del sector, una vieja aspiración desde que cayó por sorpresa, hace cuatro años, en el Ejecutivo autonómico.
Hurtado era un perfecto desconocido para la opinión pública, pese a que a su paso por el área de Transportes de la Diputación alavesa, donde permaneció 14 meses, se significó con la modernización de las infraestructuras viarias y el desarrollo de la movilidad sostenible.
Abogado especializado en Derecho Administrativo y Civil, ha acostumbrado a quemar etapas desde muy joven y a una velocidad inusualmente rápida. Arrancó su trayectoria como coordinador de la Secretaría de Organización del PSOE y captó pronto la atención del entonces responsable del aparato de Ferraz, José Blanco. Al frente del Ministerio de Fomento, Blanco le nombró jefe de su gabinete con solo 28 años. Le tocó lidiar con la crisis de los controladores aéreos, que condujo a España a un estado de alarma por primera vez en la historia de la democracia. Desde su salida del Gobierno central, a finales de 2011, estuvo alejado de la arena política, que retomó en Vitoria, a donde se mudó en 2013 por motivos laborales de su mujer.
Antiguos compañeros destacan su labor como jurista. «Llevó pocos juicios, pero los que tuvo los ganó todos. Ejerció no mucho tiempo, pero con resultados óptimos», recuerdan. Otros le descubren como un profesional con «mucho olfato» para calibrar «el impacto» de las medidas políticas. «Trabajador hasta la extenuación y muy meticuloso» en la preparación de las reuniones «incluso más irrelevantes», nunca deja sitio «a la improvisación» y lleva «bien estudiado hasta el último folio». A cambio sabe «delegar y se fía mucho de sus equipos», agradece un colaborador cercano. Su gesto, habitualmente serio, contrasta con «su sentido del humor», aunque tampoco «se vuelve loco en las fiestas».
Socio del Alavés y asiduo de Mendizorroza
Fuera de la actividad privada, le encantan los deportes de agua. La pasada Aste Nagusia se le vio jugando a waterpolo en la Ría de Bilbao y todos los veranos plantea a su círculo íntimo de amigos, con muy poco éxito de momento, hacer un descenso en piragua. «Algún año tocará arreglar esto», bromean. Es socio del Alavés y acude siempre a Mendizorroza con sus dos hijos, pero nunca al palco. «Siempre en sus asientos».
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