Una red concertada gratuita y el euskera como prioridad, las claves de la futura ley vasca de Educación

El texto sitúa a la educación vasca como «un sistema plurilingüe cuyo eje es el euskera». Propone reforzarla como «lengua de referencia» y fomentar su uso activo. De hecho, considera que debe ser la «prioritaria» en todas las relaciones, formales o informales, que se den en el centro. Los currículos deberán garantizar el dominio de euskera y castellano al finalizar la ESO con un nivel de usuario avanzado, equiparable al B2. Se potencia la autonomía para que cada centro diseñe su proyecto «teniendo en cuenta su entorno sociolingüístico y los perfiles del alumnado». También se crea el Instituto de Aprendizaje del Euskera para certificar los niveles.

Se crea una nueva figura, el Servicio Vasco de Educación, que actuaría como paraguas de todos los centros sostenidos por recursos de la Administración, «con independencia de su naturaleza jurídica». Colegios públicos y concertados, equiparados «en derechos y obligaciones» ante la sociedad, serían acogidos en ese servicio «en la medida en que intervengan de manera activa en el esfuerzo por superar la segregación y la exclusión social».

El documento fija la gratuidad de la enseñanza a partir del segundo ciclo de Educación Infantil (3 años) y la eliminación de las cuotas de escolarización. Insta al Gobierno vasco a determinar los criterios a cumplir por los centros que reciban financiación pública y a regular el procedimiento de admisión. También le compromete a financiar «al 100%» las necesidades educativas básicas y a «procurar» una mayor ayuda a quienes se hallen en «condiciones sociales más difíciles».

Otra de las novedades que incorpora el borrador es el establecimiento de un contrato-programa como «instrumento jurídico, económico, financiero y de planificación estratégica» para ejecutar las directrices acordadas por parte del Departamento de Educación con cada centro. Este mecanismo, más frecuente en otros servicios como el sanitario y las radiotelevisiones públicas, serviría para «definir y acordar» el proyecto. En base al mismo, se detallaría el presupuesto y los recursos tecnológicos y personales que recibiría cada centro, así como los indicadores de gestión de los resultados de evaluación.

Se persigue una nueva estrategia de digitalización con la que se incremente el uso de la tecnología «en los procesos de enseñanza-aprendizaje». El sistema, agrega, «apuesta por la soberanía tecnológica sobre los datos como una oportunidad para garantizar una digitalización ética, responsable, eficaz y euskaldun». También hace especial hincapié en la necesidad de reforzar la capacitación de los docentes para que «se primen» los recursos digitales tanto en el aprendizaje del alumnado como en la comunicación con sus familias y entorno.