La crisis de Osakidetza golpea al corazón del Gobierno de Urkullu
La investigación de la Fiscalía y su futura reprobación colocan al consejero Jon Darpón al borde del precipicio. «Debe seguir, pero si pone su cargo a disposición le honra», afirma Egibar
david guadilla
Domingo, 24 de febrero 2019, 00:59
A Iñigo Urkullu le ha estallado una crisis donde más le duele. En el corazón de su Gobierno. El escándalo sobre el posible fraude en ... la OPE de Osakidetza amenaza con dañar una de las joyas de la corona que el lehendakari siempre ha definido como uno de los pilares del autogobierno y provocar la dimisión del consejero de Salud, Jon Darpón. Para comprender la dimensión que alcanza este ente en el entramado institucional vasco basta con un par de datos económicos. El Departamento de Salud se queda con un tercio del Presupuesto total del Ejecutivo. En el proyecto de Cuentas públicas diseñado para este año, y que finalmente no salió adelante, la Consejería se llevaba 3.800 millones de euros, de los cuales 2.875 millones iban para Osakidetza. Ni Educación dispone de tanto dinero.
Pero más allá del trasfondo económico también cuenta con un enorme poder simbólico, sobre todo para un Ejecutivo cuyo lema oficial es 'Compromiso con las personas'. Y no hay nada que afecte más a esas personas que la sanidad y su posible desprestigio. De ahí que el informe de la Fiscalía del País Vasco en el que ve indicios de delito por la posible filtración de varios exámenes haya caído como una bomba en el Gobierno vasco. «Ha sido un punto de inflexión», se admite.
El proceso judicial llega, además, en el momento en el que el lehendakari está siendo consciente de lo difícil que es estar en minoría parlamentaria. Sin Presupuestos y con una oposición que ha demostrado en las últimas semanas su capacidad para colocar al Gabinete Urkullu contra las cuerdas, lo único que le faltaba al Gobierno es un escándalo en Osakidetza.
En su contexto
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21 de marzo. Esa es la fecha en la que se debatirá la reprobación de Darpón en el Parlamento.
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11 especialidades están bajo sospecha. Osakidetza ha paralizado tres oposiciones.
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2 altos cargos del Gobierno han presentado hasta la fecha su dimisión por el escándalo.
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16 personas han sido llamadas a declarar por la Fiscalía. Tres, por ahora, en calidad de imputados.
En los pasillos de Lehendakaritza conviven dos sensaciones. La primera, que el consejero de Salud ha sido víctima de una cierta «injusticia», de estar en el momento justo en el lugar menos adecuado. Según esa versión, que es bastante generalizada, Darpón se ha comido «un marrón», un modo de actuar habitual durante décadas y que, en cierta medida, se consideraba normal para consolidar equipos médicos de prestigio en los hospitales. «Pero el nivel de exigencia ética ha aumentado, y lo que antes era pasable ahora no se tolera», afirma un alto cargo del Gobierno.
La segunda impresión es que pese a la tormenta política que se está levantando a su alrededor, el lehendakari no le dejará caer. Todo lo contrario, le arropará. Al menos de momento. Sin ir más lejos, mañana mismo, cuando acudan juntos a inaugurar un centro de salud en Barakaldo. «El lehendakari es una persona para la cual la lealtad es un valor fundamental», afirman quienes conocen bien al jefe del Ejecutivo autónomo.
El portavoz del PNV en el Parlamento vasco, Joseba Egibar, aludió ayer a la polémica mientras la oposición exigía en bloque la dimisión del consejero. En su opinión, Darpón debe continuar en el cargo, aunque, añadió, «otra cosa es que personalmente él ponga el cargo a disposición, y eso le honra». Fuentes de Lehendakaritza aseguraron que de las palabras de Egibar no hay que interpretar un eventual cambio de escenario. «No ha habido novedades en las últimas horas», agregaron.
Urkullu le eligió para ser consejero a finales de 2012, cuando conformó su primer Gabinete. Su prestigio era alto. «Es una persona con mucha experiencia en la gestión. Sin duda se trata de un consejero muy bien nombrado», llegó a decir Rafa Bengoa, consejero de Sanidad con Patxi López. Urkullu y Darpón no se conocían, pero desde entonces su relación se ha consolidado. Siete años después, el responsable de la sanidad vasca es uno de los 'favoritos' del jefe del Ejecutivo. «El lehendakari nunca le va a pedir que dimita», afirman varias fuentes del Gobierno, tanto del PNV como del PSE.
Otra cuestión es si Darpón aguantará la presión. Hasta el momento han 'caído' dos altos cargos. Elkarrekin Podemos ya ha presentado una proposición para rechazar su gestión. Se debatirá en un mes en el Parlamento y, tal y como desveló ayer mismo este periódico, el PP la apoyará. Se da por hecho que EH Bildu también. La reprobación parlamentaria no tiene consecuencias legales. Pero el golpe político para Urkullu sería muy duro. Hay quien vaticina que para evitar un escarnio público de este tipo, Darpón acabará por presentar su dimisión. Antecedentes hay para todos los gustos. A finales de 2008, la mayoría del Parlamento pidió la marcha de la por aquel entonces consejera de Cultura Miren Azkarate por varios escándalos en el Guggenheim y en el Museo Balenciaga. Juan José Ibarretxe hizo caso omiso, aunque también es cierto que la legislatura estaba tocando a su fin. Caso diferente fue el de Belén Greaves, directora de Kontsumobide. Dimitió en junio de 2013 horas después de ser reprobada por el Parlamento.
Las claves
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Crisis. «Ha sido un punto de inflexión», admiten en el Gobierno sobre el texto del Ministerio Público.
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Situación interna. La clave es si Darpón aguantará la presión; Urkullu no se plantea reclamar su dimisión.
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Antecedentes. La oposición pidió la salida de Azkarate en 2008 sin éxito; Greaves dejó el cargo en 2103.
Aguantar el chaparrón
El horizonte para Darpón podría ser mucho peor. El artículo 172 del Reglamento de la Cámara fija la posibilidad de presentar una moción de censura a un consejero. Se trata de una opción que solo se ha intentado en dos ocasiones. En 1999 contra Javier Balza y en 2003 contra Anjeles Iztueta. Ninguna de las dos prosperó. Aunque la normativa no lo especifica, fuentes parlamentarias recalcan que Urkullu sí estaría obligado a cesarle.
En todo caso, en el Ejecutivo ni se plantean ese escenario. Al menos de momento. A día de hoy la consigna es aguantar lo que se espera que sea solo un chaparrón, intenso, pero pasajero. Hasta aquí la teoría. La realidad es más compleja. «Estos casos no los puedes controlar. Yo creo que nadie en el Gobierno se esperaba que todo llegase tan lejos. Y lo peor es que con un proceso judicial abierto la presión no va a bajar», admite un alto cargo del Ejecutivo.
Las próximas semanas, y días, serán claves. En los próximos meses hay elecciones generales, locales y forales. No son las que más preocupan en el Gobierno. La mirada se sitúa en el año que viene. La legislatura termina en otoño de 2020. Pero puede que las elecciones se convoquen varios meses antes. Y difícilmente Urkullu las puede afrontar con un consejero reprobado.
Comparecenciaeste martes en la Cámara de Vitoria
El calendario de Jon Darpón tiene marcado en rojo este próximo martes. El consejero está citado en la Comisión de Salud para tratar dos puntos. Son técnicos, y aluden a una ley sobre los derechos de las personas «en el proceso final de su vida» y a la reserva de plazas en euskera para Medicina en la UPV. Pero, una vez cerrados esos epígrafes, los partidos debatirán la creación de la ponencia para aclarar «la política de personal y los procesos de selección en Osakidetza».
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